Antonio Salgado López (Ansaló)
Capítulo 4. Edad Contemporánea
Habiendo transcurrido ya ciento noventa y ocho siglos, o sea el noventa y nueve por ciento de la aparición del homo sapiens sobre la faz de la Tierra; veremos en este período lo que ocurrió durante los últimos dos siglos, o el uno por ciento final.
En la hora que iba desde la aparición del Sapiens hasta hoy, esta Edad representa tan solo el último minuto.
La Edad Contemporánea comienza a principios del siglo XIX y llega hasta la actualidad.
1. Sucesos
España
En la Península Ibérica, estos fueron los sucesos principales.
La Casa de Borbón, como vimos, había llegado al poder a comienzos del siglo XVIII y desde entonces, con cinco interrupciones que discontinuaron temporariamente reinado, se mantiene en el trono hasta la actualidad. Su primer rey fue Felipe V, duque de Anjou, nieto de Luís XIV y tres siglos y medio después es Felipe VI, uno de sus descendientes directos.
La primera interrupción ocurrió a comienzos del siglo XIX y la constituyó la irrupción en el poder de José I Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, apodado despectivamente Pepe Botella por su afición a la bebida. Reinó tan solo cinco años, durante los cuales se incrementó la violencia en la península.
La segunda tuvo lugar a fines del siglo XIX y fue tan frustrante como la anterior El hijo del rey de Italia, Amadeo de Saboya, fue ungido como Rey de España. Reinó solo durante dos años y sucumbió en medio de crisis y guerras civiles.
La tercera interrupción de los reinados borbones se produjo luego de la caída de Amadeo de Saboya. La Primera República, ya que de ella se trata, tuvo una vigencia de dos años, caracterizada por la inestabilidad política. Se alternaron los partidos Federal y Unitario, desfilaron cinco presidentes que debieron enfrentar a las guerras carlista y cubana; ante las que finalmente sucumbieron.
La cuarta fue la Segunda República a comienzos del siglo XX, sustituyendo al monarca borbón Alfonso XIII. Duró ocho años y se alternaron gobiernos de derecha e izquierda, entre estos, socialistas y anarquistas. Finalmente y como producto de un golpe de estado promovido por el ejército dio comienzo la guerra civil española. A partir de entonces la república dejó de existir en territorio español, pero sí en el exilio ya que la mayoría de sus miembros había huido de España.
La quinta y última interrupción, la más trágica de todas, tuvo lugar durante más de la mitad del siglo XX. La dictadura fascista del general Franco se extendió durante casi cuatro décadas, inspirada en los totalitarismos alemán e italiano. Se basó en la represión política y económica de sus opositores causando la huida del país de medio millón de españoles y trescientos mil detenidos en prisiones. España quedó aislada del mundo, lo que la llevó al subdesarrollo; hasta que la supresión de libertades causó grandes movilizaciones de oposición, provocando su debilitamiento.
Muerto el caudillo en 1975 se produjo el retorno de los Borbones al reinado de España en la figura de Juan Carlos I, bajo la forma de una Monarquía Constitucional; y luego de su hijo Felipe VI.
Los hechos notables del siglo XIX en España se pueden resumir, en grandes líneas, en la Guerra de la Independencia Española, los reinados de Fernando VII e Isabel II, el Sexenio Democrático, el reinado de Amadeo de Saboya, la Primera República y la Restauración Borbónica.
La Guerra de la Independencia tuvo lugar durante las dos primeras décadas del siglo XIX y dio comienzo con un levantamiento en Madrid creado por una protesta popular ante la situación de incertidumbre política imperante. Le siguió luego el nombramiento como rey de José I Bonaparte, que fue siempre resistido por el pueblo hispano. En paralelo ocupó su lugar una Junta Suprema Central y sesionaron las Cortes en Cádiz. La debilidad de José I y la falta de atención a Hispanoamérica permitieron la Independencia de varios de sus países.
Los reinados de Fernando VII e Isabel II implicaron al comienzo la restauración absolutista en España incluyendo la aparición del carlismo, movimiento conservador que reivindicaba al hermano de Fernando VII y luego el fracaso de las libertades democráticas, la tergiversación de las instituciones y la propagación de la corrupción electoral.
En 1868 se produjo una revolución que provocó la caída de la reina e inició un Sexenio Democrático y que supuso el inicio de la etapa de la Restauración. Se proclamó una monarquía constitucional, pero la dificultad fue encontrar un rey que aceptara el cargo.
Finalmente con el apoyo del sector progresista de las Cortes, Amadeo de Saboya fue elegido rey como Amadeo I de España. Tuvo que enfrentar serias dificultades como la inestabilidad de los políticos, las conspiraciones republicanas, los alzamientos carlistas, el separatismo de Cuba, las disputas entre sus aliados e intentos de asesinato; por lo terminó abdicando en 1873.
Fue proclamada entonces la Primera República Española por las Cortes Generales, sumiendo a la nación en una profunda inestabilidad en la que se sucedieron cuatro presidentes en once meses. La debilidad con la que nació, levantamientos carlistas producidos y la carencia de una burguesía, base social y tradición que la sustentase, acabaron con ella prematuramente.
Aunque la ex reina, Isabel II seguía con vida, reconoció que era demasiado cuestionada como líder, y abdicó en favor de su hijo, Alfonso XII. Después del fracaso de la Primera República los españoles estaban dispuestos a aceptar un retorno a la estabilidad gubernamental bajo el dominio Borbón, dando comienzo entonces la llamada Restauración borbónica, la que abarcó más de medio siglo. El periodo se caracterizó por la estabilidad institucional, la conformación de un modelo liberal del Estado y la incorporación de los movimientos sociales y políticos, fruto de la revolución industrial, que comenzó su decadencia con la dictadura de Miguel Primo de Rivera en 1923.
Por su parte, durante el siglo siguiente, el XX, los principales hechos en España fueron la Guerra hispano-estadounidense, la Primera Guerra Mundial, la Dictadura de Primo de Rivera, La Segunda República, la Guerra Civil Española, la Dictadura de Franco y la Transición y el Retorno a la Democracia.
A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. También perdió las colonias americanas como consecuencia de la guerra hispano-estadounidense que tuvo funestas consecuencias para España, cuyo nuevo rey, Alfonso III había sustituido a su padre fallecido. Las posesiones coloniales españolas se redujeron a África: Marruecos, Sahara y Guinea.
La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial le permitió convertirse en un proveedor de material para los contendientes, provocando un crecimiento de su economía durante ella.
Sin embargo, el brote de una gripe, junto con una desaceleración importante en la posguerra, llevó a España a una situación muy difícil y el país entró en crisis.
Como intento por superarla el rey Alfonso XIII decidió apoyar a la dictadura del general Primo de Rivera. Durante la misma hicieron su aparición los sindicatos y los partidos anarquistas y comunistas y España entró en guerra con Marruecos.
El sistema monárquico no acababa de encajar en este siglo, marcado por la revolución industrial, un nuevo papel de la burguesía, tensiones nacionalistas y partidos políticos tradicionales incapaces de afrontar un régimen democrático pleno.
Tras una crisis económica en 1929 una violenta represión de intelectuales y obreros, y la falta de sintonía entre burguesía y dictadura, la monarquía sería entonces la cuestionada al año siguiente.
Se realizaron elecciones municipales en 1931 proclamándose la Segunda República, dando así fin a la restauración borbónica. El cambio de régimen se realizó sin derramamiento de sangre. Alfonso XIII tomó el camino del exilio. En la mayoría de las capitales, el resultado electoral fue celebrado con jubilosas manifestaciones pacíficas. Durante este período se proclamó la República Catalana en abril de 1931, se dictaron la Ley de Bases de la Reforma Agraria y la de Congregaciones Religiosas, se produjo la revolución y posterior represión en Asturias, la ruptura institucional con la Generalidad de Cataluña y la fundación de la Falange Española.
A continuación, la Guerra Civil Española fue considerada como preámbulo de la II Guerra Mundial, enfrentándose el fascismo contra el comunismo, el socialismo y el anarquismo.
Comenzó cuando el general Franco dirigió el ejército nacional desde África hacia la península, mientras que otras unidades se movilizaron desde otros lugares para hacerse cargo del gobierno recibiendo ayuda de nazis, fascistas y portugueses; mientras que los republicanos la recibieron de la URSS.
Pronto los nacionales penetraron en el territorio norte y este republicano. La batalla del Ebro y la caída de Barcelona a comienzos de 1939 significaron el fin de la guerra, que costó la vida a un millón de personas, poniendo fin a la República y dando paso a la Dictadura de Francisco Franco.
Esta habría de prologarse durante casi cuatro décadas, hasta 1975, cuando falleció el caudillo.
Este fue el período más negro de la historia de la Península en el siglo XX. Implicó la pérdida de las últimas colonias africanas, el atraso del país respecto de Europa y su aislamiento internacional, motivado por el conocimiento que se tuvo sobre las ejecuciones periódicas que se realizaron.
A partir de 1975 se produjo la Transición y el Retorno a la Democracia bajo el formato de una Monarquía Constitucional, siendo el primer evento el nombramiento de Juan Carlos I de Borbón como nuevo monarca español.
La transición comenzó con la muerte de Franco y finalizó con la victoria electoral del PSOE en 1982.
En dicho período España fue liderada por el primer presidente del gobierno Adolfo Suárez, quien debió superar un intento de golpe de Estado, gracias a la intervención del rey.
España se adhirió a la OTAN y se produjo un cambio en la sociedad, iniciándose una liberalización de sus valores y costumbres.
En 1978 se aprobó la nueva Constitución Española y en 1982 el partido socialdemócrata PSOE, liderado por Felipe González, accedió al gobierno, manteniéndose durante cuatro legislaturas, al que sucedieron luego Aznar, Rodríguez Zapatero, Rajoy y Sánchez; mientras que el Rey Juan Carlos I abdicó en 2014 en favor de su hijo Felipe VI de Borbón.
Durante este período se produjo el ingreso de España a la Comunidad Económica Europea y a la OTAN.
El crecimiento económico fue exponencial, desarrollándose el turismo y las comunicaciones, la modernización de ciudades, la realización de las Olimpíadas en 1982 y la deposición de las armas del grupo terrorista vasco ETA, entre otros importantes eventos.
Galicia
Mientras esto ocurría en la Península, en mi terruño, Galicia, a comienzos del siglo XIX y tras la invasión napoleónica, las guerrillas populares consiguieron liberar el territorio del ejército francés, siendo el primero en lograrlo en España.
La eliminación del régimen señorial y la disposición de los bienes eclesiásticos fueron dos de las grandes reformas logradas en Galicia.
A ellas les siguieron la aparición del caciquismo local, en especial en el ámbito rural, el éxodo hacia otras ciudades españolas como Bilbao y Barcelona, a resultas de la Revolución Industrial y la emigración a América a partir de la segunda mitad del siglo, en medio de un grave atraso económico y la escasa modernización de las técnicas productivas.
Galicia perdió su unidad administrativa, desapareciendo la Junta del Reino de Galicia, con lo que nacieron las cuatro provincias actuales y el territorio quedó bajo la administración del gobierno central.
Esta reforma se acentuó luego dando lugar a la creación de los primeros movimientos políticos para defenderla frente a esta pérdida de poder; entre otros el regionalismo, el provincialismo y el federalismo.
Se produjeron levantamientos de armas pero fueron derrotados por el autoritarismo, siendo fusilados los supervivientes, a los que se conoció luego como Mártires por la Libertad.
La segunda mitad del siglo XIX fue conocida como el Resurgimiento y consistió en una tentativa cultural para defender lo gallego, afianzar la conciencia de la diferenciación y crear un ideal político.
Se recuperó la lengua gallega gracias a escritores como Rosalía de Castro, Manuel Murguía y Eduardo Pondal, entre otros.
A comienzos del siglo XX surgió una etapa de Solidaridad Gallega para conseguir un frente electoral, eliminar el caciquismo y lograr una mejor representación en el Gobierno Central; pero este esfuerzo culminó con un fracaso.
Durante el gobierno de Primo de Rivera se crearon la Hermandades del Habla, una nueva defensa del galleguismo en los aspectos cultural y político.
A ellas le sucedió la Xeración Nós, junto a una revista del mismo nombre durante de Segunda República en favor del galleguismo, aunque controlado desde el poder político central.
Durante la Segunda República había dos tendencias: la ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma) y el PG (Partido Gallegusita).
El PG, para lograr el Estatuto para Galicia, se alió con el izquierdista español Frente Popular, sufriendo una escisión. Sin embargo, se logró el Estatuto, el que fue presentado a las Cortes poco antes de desatarse la Guerra Civil, motivo por el cual quedó postergado.
Galicia fue una de las seis regiones donde triunfó el Golpe de Estado, por lo que la represión franquista que se desató a continuación acabó con los partidos, los sindicatos y el orden democrático republicano.
Los asesinados y ejecutados tras juicios sumarísimos por delitos de traición fueron cinco mil. Personas de toda condición social e ideología fueron víctimas de la represión, incluyendo a los cuatro gobernadores civiles, mujeres embarazadas, alcaldes, diputados, militares, católicos, entre otros. En paralelo, muchas personas vinculadas a la República tomaron el camino del exilio.
El régimen franquista prohibió los partidos, persiguió las iniciativas de modernización de las instituciones e infraestructuras y de dignificación de la lengua y cultura gallegas.
La autarquía del régimen, unida a las malas cosechas, provocó grandes hambrunas en los años cincuenta.
La falta de industria propia hizo que la única salida de la población fuese, como en anteriores crisis, la emigración al País Vasco, Cataluña, Argentina, Cuba y Brasil y a partir de los años sesenta, a la República Federal Alemana, Suiza y Holanda.
El Ministro Manuel Fraga Iribarne introdujo ciertas reformas aperturistas, mientras que el Opus Dei modernizó la administración abriendo la economía al capitalismo.
Galicia aportó materias primas y energía hidroeléctrica y fueron apareciendo iniciativas como la instalación de Citroen en Vigo, la modernización de la industria conservera y la flota pesquera de gran altura, así como un esfuerzo de modernización del campesinado, volcándose en la producción de leche de vacunos.
Los años setenta entraron en una fase de agitación universitaria, agraria y obrera, incluyendo huelgas generales en Vigo y Ferrol, en donde en una manifestación la policía mató a dos obreros.
La muerte de Franco dio paso a un proceso de transición a la democracia, en el que Galicia recuperó su estatus como región autónoma dentro de España con el Estatuto de Autonomía de 1981.
Este nuevo estatus político es un compromiso entre el Estado centralista anterior y un mayor grado de independencia reclamado por las fuerzas nacionalistas gallegas.
El nuevo gobierno autonómico, la Junta de Galicia, fue dirigido desde entonces tanto por el Partido Popular de Galicia, con Manuel Fraga como figura relevante; el PSOE, y el regreso del Partido Popular, con Alberto Núñez Feijoo.
Aquí termina el reporte oficial de los hechos. Ahora quisiera agregar mi propia y modesta visión de lo acontecido, en base a lo que pude percibir.
2. Mis reflexiones
España
En cuanto a España, los acontecimientos principales durante las Edad Contemporánea son:
Las dos repúblicas. La Primera República fue proclamada en 1873 con un Estado Catalán ubicado dentro de ella. Sin embargo muy pronto suscitó grandes confrontaciones y toda España soportó tres guerras civiles simultáneas. La Península aún no estaba preparada para dejar las armas, de las que se había valido para ejercer la autoridad hasta ese momento. Una creciente inestabilidad política, un pronunciamiento militar, al que siguieron prácticamente todas las fuerzas armadas, y una dictadura personal del general Serrano terminaron con ella en menos de dos años, dando paso a la primera Restauración. Se desconoció a la exiliada Reina Isabel II y se proclamó a su hijo el Príncipe Alfonso, dando así por finalizado un período caótico, contra el que se alzaron las Fuerzas Armadas. Creo que semejante cambio en la conducción de un pueblo merece un proceso de maduración que este acontecimiento no tuvo. Algo similar en lo conceptual, aunque con distintos matices ocurrió también en el caso de la Segunda República, medio siglo después. A partir de 1930, curiosamente fueron los mismos monárquicos y no los republicanos, quienes se alzaron contra Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera generando una tendencia al desmembramiento de España. Instalada la República, se vivieron dos pronunciamientos con violencia y sangre en 1932 y 1934, lo que desembocó en una trágica guerra civil general dos años después. El mundo estaba en crisis. Hitler llegaba a Alemania y España no estaba exenta del caos. Pero si bien eso era cierto, también lo era que la democracia no funcionaba y el gobierno no mandaba. El gobierno hacía muchas cosas pero no daba la sensación de estar al frente de la república. Fue rechazado por sus propios correligionarios. La Segunda República fue aniquilada al igual que la Primera por otro general, Francisco Franco, mucho más nefasto para España, que su antecesor Serrano.
La dictadura de Franco. Desde 1939 hasta 1975 en España no se podía elegir a la persona que iba a gobernar ni a aquellos que tendrían que decidir cómo había que convivir. A ese periodo se lo llamó franquismo. Comenzó con la rebelión militar que acabo de mencionar y dio origen a la Guerra Civil española; el acontecimiento más trágico vivido hasta entonces, en cuanto a disputas internas dentro de la Península. El general demostró desde el principio que estaba en contra de la democracia y que aunque tuviera un gobierno él sería el único, como jefe del Estado, que decidiría los asuntos importantes. Redujo las libertades de los españoles y prohibió los partidos políticos a excepción del Movimiento Nacional, que englobaba los partidos que lo habían apoyado durante la guerra, entre ellos la Falange Española. Las principales leyes que se aprobaron durante su dictadura se llamaron Leyes Fundamentales. Durante el franquismo la economía española vivió varias etapas. Durante la primera parte de su dictadura, hasta comienzos de los 50 se vivió una autarquía, en la que España debió vivir solo con lo que producía, sin comerciar con otros países; a la que siguió un período de crecimiento durante dos décadas, en el que la economía prosperó mediante el restablecimiento de la relaciones con otros países; el desarrollo del turismo extranjero y las remesas que llegaban de los españoles que se habían marchado al extranjero; y un período final de crisis a partir de 1973, por la subida de los precios del petróleo. Cada vez era más fuerte la oposición de los que no estaban de acuerdo con el régimen y por eso la dictadura se acabó cuando murió Franco, en 1975. El balance de este período fue trágico para la Península y mi única reflexión es que su motivo fue el sencillo hecho de que quien ostentó un poder circunstancial, lo hizo con la convicción de que el mismo habría de ser definitivo e ilimitado. Esto no es novedad y ha ocurrido ya en tantísimas ocasiones en la historia del mundo; en las que imperios en apariencia invencibles, han sucumbido por los desmanes de sus gobernantes.
La monarquía constitucional. La primera monarquía había ya surgido en el siglo V cuando Hispania estaba gobernada por la monarquía hispanogoda, sucesora política y legal de Roma en la Península. Diez siglos después los Reyes Católicos habían hijado como principales objetivos lograr la pacificación interna de España, hasta entonces dividida en varios reinos y crear un poder central. Muchos de los viajes a América le significaron a la Corona Española la anexión de colonias, de las que obtuvieron importantes riquezas, derivando en la formación de un auténtico imperio. En la monarquía coexistían diferentes naciones diversas tradiciones políticas e incluso varias lenguas. La lealtad al rey era el único elemento de cohesión en los comienzos. Se hizo necesario dotar a la monarquía de un elemento ideológico que le generara unidad e identidad y este elemento fue la inquebrantable defensa de la fe católica. Luego de la muerte de Franco se decide retomar esta institución, pero con la característica de que el Rey es ahora el Jefe del Estado y como tal asume la representación del Estado español en las relaciones internacionales; también representa un símbolo de unidad y es el mando supremo de las Fuerzas Armadas. La monarquía española es parlamentaria, ya que el poder reside en los ciudadanos al elegir a sus representantes en el Parlamento. Por lo tanto es el Parlamento y no el rey, quien dirige la política española. El Parlamento español recibe el nombre de Cortes Generales. Actualmente el representante de la monarquía española es el rey Felipe VI, quien recibió el trono en 2014 cuando su padre, el rey Juan Carlos I, abdicó en su favor después de treinta y nueve años de reinado. Mi comentario aquí es que, en la medida que la figura del Rey sirva para evitar confrontaciones y luchas de poder internas en España, su rol es clave para el progreso y desarrollo de la Península. Sé que últimamente muchos españoles están decididamente en contra de esta forma de gobierno, ya que consideran un gasto inútil el mantenimiento de la corona; no estoy de acuerdo con ellos, ya que es una garantía de estabilidad, como ya lo demostró Juan Carlos I, al abortar un intento de sometimiento del Congreso a las autoridades militares.
Galicia
Los principales hechos durante la Era Contemporánea fueron:
El nacionalismo. A fines del XVIII Galicia era la unidad territorial más poblada de España, superando el millón de habitantes. Su situación económica sin embargo era de lo más precaria. La propiedad de la tierra se basaba en la figura jurídica «foro», la que provocó quizá la situación más angustiosa de toda su historia. A mediados del siglo y ya en épocas del rey Carlos III, la situación se había agravado, dado que el ochenta por ciento de las propiedades estaban amortizadas o sea liberadas a propietarios particulares, de los cuales el setenta y cinco por ciento eran señoríos, por lo existía una situación asfixiante para los labradores que constituían la mayor parte de la población. A nivel España, inclusive, en las provincias los españoles se miraban unos a otros como si fueran griegos y romanos o sea, enemigos. No se consideraba como una injuria común lo que una provincia le hacía a la una ya que cada una tenía sus privilegios y sus usos políticos; y nadie sabía quién era español. A comienzos del siglo XIX se produjo entonces, un fenómeno político-social para transformar las instituciones y la misma sociedad, basado en un sentimiento generalizado en la opinión pública, quien tomó conciencia de la crisis del antiguo régimen. Se planteó un programa de reforma que derivó luego en proyectos para la consiguiente transformación política. En las provincias de toda España se puso de manifiesto con total evidencia la ruptura radical con el viejo sistema. La soberana Junta del Reino de Galicia protagonizó el primer intento de lograr una federación mediante el pacto entre sus provincias pero el intento fracasó y se produjo entonces una fuerte tendencia a la centralización, que los liberales defendieron. Los liberales trataron por todos los medios de que los conceptos de nación y soberanía nacional unificaran el anarquismo, luchando para dar al país una Constitución. El constitucionalismo incipiente se convirtió entonces en el mayor enemigo de regionalistas. Se conspiró en toda Galicia, mientras que el desasosiego y la inquietud afectaban a todas los gallegos. El ambiente era propicio para una revolución, la que ocurre en 1846. Era la más importante después de la de los Irmandiños. Todas las ideas expuestas durante los años anteriores sobre el provincialismo y autonomismo gallego se sintetizan en el manifiesto dirigido al pueblo gallego bajo el equívoco lema: «Isabel II libre y constitucional. Abajo el sistema tributario. Libertad. Independencia nacional. Cortes constituyentes», en la búsqueda el provincialismo o autonomismo gallego. Sin embargo indecisiones y carencia de un genio revolucionaros originaron el fracaso de la revolución y costaron las vidas de sus cabecillas. Las fuerzas leales al Gobierno, bajo el mando del Capitán General de Galicia, supieron aprovechar las debilidades y errores. Vencida la revolución gallega, no se habían extirpado las causas que la produjeron y las pretensiones gallegas de autonomía quedaron adormecidas pero no olvidadas. Hubieron de pasar largos años antes de que volvieran a surgir en forma de reivindicación autonómica y puede afirmarse que nunca lo hicieron con la misma violencia. Creo que uno de los motivos de no lograr mayor convocatoria fue que el manifiesto no especificaba su verdadero fin y que el lema adoptado recogía los principios que suscribiría cualquier progresista liberal de cualquier punto de España sin aludir para nada al tema particular de Galicia.
Las persecuciones durante la dictadura. El franquismo fue un largo proceso de violencia física, económica, política y cultural, considerándose a la represión como un terror blanco, que comenzó en 1936 y terminó con el fin de la Segunda Guerra Mundial nueve años más tarde. A partir de 1945, con la promulgación del Fuero de los Españoles, se comienza a llamarla represión franquista hasta 1975, cuando muere el dictador. Esta justicia militar franquista adolecía de cualquier tipo de garantía procesal para el acusado: el abogado defensor, que no podía ser civil, sólo disponía de tres horas para examinar el auto de la instrucción antes de la vista judicial y el condenado no podía recurrir la sentencia. Su elemento característico era la lógica invertida, ya que eran los militares golpistas quienes que juzgaban a los militares y funcionarios leales a la República. Todo ello, más la falta de personal con formación jurídica, motivó una implementación caótica y arbitraria de la justicia militar. Muchas de las víctimas fueron enterradas en fosas comunes repartidas por toda España, a menudo fuera de los cementerios y diseminadas por el campo y sin que su muerte fuese inscrita en los registros civiles. En el caso de mi tierra, la diferencia estuvo en que a diferencia de otras provincias hubo un apoyo social mucho más amplio al golpe de Estado; aquí el pueblo, articulado alrededor de la parroquia, y con un mayor peso del mundo rural, hubieron unas importantes masas de gente afines a la República, lo que hizo que los franquistas utilizaran a Galicia como un laboratorio de ensayos de control social que luego se aplicaron en otros territorios. Los párrocos tuvieron una función clave como informadores de todo el aparato represivo, responsable de ejecuciones y condenas de cárcel, depuraciones administrativas y exigencias de responsabilidades civiles y políticas. En los Ayuntamientos, los representantes republicanos fueron sustituidos por delegados militares, entrando gente de la falange y de las milicias. Los sindicatos tuvieron un papel importante como movilizadores en favor del régimen, principalmente aprovechando ciertas medidas como el fomento de las viviendas sindicales, conocidas popularmente como casas baratas. El franquismo creó una sociedad vigilada en la que todo el mundo sabía dónde se situaban los otros, convirtiéndose los vecinos y vecinas en vigilantes los unos de los otros. Desde donde estoy fui testigo no deseado de tanta injusticia, maldad y cueldad. Es muy difícil para mí, por más que me remonte en el tiempo hasta mis orígenes encontrar una época igual. Si bien ocurrieron en Galicia invasiones y cruentas luchas entre los pueblos que ya me habitaban y los nuevos que pretendían hacerlo, jamás he visto la traición, la ignominia y la sumisión del género humano como el que presencié aquí. Ruego a Dios para no volver a hacerlo jamás.
La reactivación industrial. Afortunadamente, me toca cerrar este breve recuento de lo acontecido en Galicia con un tema mucho más grato que el anterior. En el siglo XIX en Galicia predominaba el campesino que no era propietario de tierras, aunque disponía de estabilidad en dicha posesión. Las explotaciones eran muy reducidas, lo que bloqueaba cualquier tipo de innovación. El ganado vacuno no era propiedad del campesino; sólo el veinte por ciento de la tierra era cultivada; y el monte se dedicaba a un uso común. La desamortización cambió las propiedades en manos del clero a las de la pequeña hidalguía, creado el subforo del foro anterior. Se había desplomado la fabricación textil ante la competencia en Cataluña, y poco después, el auge del carbón y las siderúrgicas fulminaron a las herrerías locales. Sólo dos actividades, la salazón y el curtido sobrevivieron debido la gran simplicidad técnica y el gran requerimiento de espacio. Galicia representaba el diez por ciento de la población y era la región menos industrializada de España. Por fortuna un siglo después, a comienzos del siglo XX, se había producido el despegue de la industria y la economía gallegas mediante el sector primario y algunos derivados; la desaparición de los foros y el comienzo de la industria fabril. Se desarrollaron los primeros servicios públicos urbanos y se produjo una notable expansión de un sistema bancario regional. Se finalizaron varios ferrocarriles y las industrias se especializaron en el ganado vacuno. Se comenzó el uso de abonos químicos y la agricultura gallega recuperó vitalidad. Se situó a la cabeza de varias modalidades de pesca moderna, desarrollándose la del mar; pesca y conservas. Posteriormente, con el crack del 29, la industria se resintió y desapareció el sistema bancario regional. La industria pesquera reaccionó buscando caladeros nuevos e incrementando el tonelaje. Cuando estalló la Guerra Civil, Galicia era una despensa que abastecía al frente, provocando una caída de su stock ganadero. Acabada la guerra, se frenó el proceso de industrialización, perdiendo participación en el PIB español. En 1959 recién se produjo la estabilización, como punto de arranque para la industria y la urbanización. Se produjo la importación masiva de tecnología extranjera, en el marco de una progresiva liberalización económica. Ese proceso se financió por tres vías: las remesas de emigrantes, las divisas turísticas y un intenso flujo de inversión extranjera. Este proceso va a tener dos consecuencias: un flujo de emigrantes del campo hacia España y otros países europeos, y un flujo hacia los núcleos urbanos gallegos. Desde el punto de vista gallego, sus consecuencia fueron un incremento urbano; productos agrícolas que pasaron de destinarse al autoconsumo o a mercados comerciales, a integrarse en mercados más amplios; un mayor nivel de vida que genera un mayor consumo de productos alimenticios y una dieta familiar rica en componentes cárnicos y lácteos, dejando de lado las legumbres y los cereales y un crecimiento industrial que permite abastecer de medios de producción a la agricultura (piensos, fertilizantes, maquinaria, y a potenciar una industria agroalimentaria. Estos fenómenos provocan la transferencia de mano de obra y su supeditación a los servicios e industrias. Finalmente, y luego de tantas angustias, puedo decir que miro con optimismo el futura de mi querida población, que ha sabido ajustarse a entornos muchas veces hostiles y demandantes.
3. Mitos
En la parroquia de San Martín de Fontao, en Sarria, Lugo, a treinta kilómetros hacia el este de donde me encuentro, hay una aldea llamada “Castelo dos sete Infantes”.
En esta aldea, en la cual existía un gran pazo no hace muchos años hay una leyenda que dio origen al nombre del lugar.
Antes del pazo había allí un castillo perteneciente al señorío de los Gayoso; uno de los cuales, un joven caballero, poco después de haberse casado salió a pelear al lado del rey por tierras de los santos lugares.
Como otros tantos nobles gallegos, se marchó con la esperanza de volver al cabo de un tiempo para poder asistir al nacimiento de su hijo primogénito.
Pero aconteció que llegado aquel momento la esposa del joven guerrero dio a luz a siete pequeños, sin que su marido hubiera estado presente, como había mostrado deseos de hacerlo en el momento de partir hacia la guerra.
Horrorizada la joven señora ante tan numerosa cantidad de hijos, decidió conservar al primer nacido y hacer desaparecer a los otros seis ya que creyó que sólo habrían de depararle perjuicios y pesares.
Encargó a una de sus sirvientas de gran confianza que los metiese en una cesta y fuese a tirarlos al río.
La sirvienta se dispuso a cumplir la orden y portando la cesta sobre la cabeza con los seis sentenciados infantitos cubiertos por una manta, se encaminó hacia la ribera del río, donde tenía que arrojarlos para ahogarlos.
Pero en el camino se encontró con un caballero que le preguntó de dónde era y al responderle que servía en el castillo de los Gayoso, el caballero le pidió noticias de cómo estaba la señora. La sirvienta le respondió que la señora había sido madre de un hermoso niño, lo que le produjo una gran satisfacción al caballero.
Pero luego éste, con curiosidad, le preguntó qué era lo que portaba en aquella cesta tan grande; a lo que ella, sorprendida, le respondió que eran unos perros recién nacidos que iba a tirar al río.
—Caramba – exclamó el caballero—, pueden ser hermosos perros de caza. Déjame que los vea.
—No, señor –respondió la mujer, aterrada—.Yo he de cumplir con la orden que me ha sido dada.
Pero entonces un niño empezó a llorar y el caballero, rápidamente, levantó la manta viendo con asombro que no había perros sino que eran seis niños lo que la mujer llevaba en la cesta.
—¡Acompáñame! —ordenó el caballero—. De estos niños me encargaré yo. Pero deberás guardar este secreto o diré a todo el pueblo que te vi arrojar a los infantes al río y serás descuartizada por tu crimen.
Aquel caballero, que era el padre de los infantes, llevó a estos a casa de uno de sus vasallos, al cual le encomendó la crianza de los niños y se fue después a su castillo, donde celebró una fiesta por su llegada y por el nacimiento de su primogénito.
De los otros seis no se supo nada más.
Fueron pasando los años.
El primogénito iba creciendo y educándose en el castillo instruyéndose en el ejercicio de las armas, de la caza y de las humanidades, como convenía a su condición, hasta que llegó el día de su mayoría de edad.
Entonces se preparó en el castillo todo lo necesario para la gran fiesta.
Pronto los gritos de los vasallos que llenaban el patio del castillo resonaron con alborozo y las gaitas y panderos lanzaban sus sonidos más alegres.
De pronto el señor Gayoso pidió a todos unos momentos de silencio y dirigiéndose a sus amigos y vasallos, gritó:
—Ahora vais a conocer no sólo a este querido hijo mío a quien agasajamos hoy, sino a sus otros seis hermanos gemelos, que mi compadre, el señor de Osorio me ha hecho el favor de criar y educar y los cuales merecen también mi amor y los honores de mi casa, que es la suya.
Y al compás de una marcha solemne entraron en el gran patio los seis infantes con su ayo el señor Osorio, entre las aclamaciones de todos los presentes.
Pero la esposa del señor Gayoso, al ver a los hijos que ella creía muertos y desaparecidos, sufrió tan fuerte impresión que falleció repentinamente.
En septiembre, el primer domingo después del día 15, se celebra una de las más atractivas fiestas: Nuestra Señora de Guadalupe.
Esta Virgen, que llegó a Rianxo hace un poco más de dos siglos, es en realidad una copia del original que se encuentra en el Santuario Jerónimo de Guadalupe.
Rianxo venera a una Virgen extremeña desde que en el año 1173 el monje rianxeiro Xosé de Santiago, residente en Extremadura, consiguió el permiso para trasladar una copia de la Virgen a su pueblo.
La historia cuenta que cuando el joven monje la vio por primera vez, se convirtió en un ferviente devoto de aquella imagen.
Tal fue su veneración que durante los momentos de ocio se abocó a la tarea de hacer una copia de la Virgen usando la antigua técnica de la pasta de papel y modeló una imitación casi perfecta.
Tiempo después, ya en Rianxo, se le adjudicó a la Virgen el milagro de que en 1854 la peste del cólera no azotase a la comarca con tanta desolación como en otros lugares. Inmediatamente se le confirió carácter curativo al agua de la fuente cercana a su actual capilla.
Posteriormente se le adjudicaron todo tipo de poderes que incrementaron el culto, hasta que se decidió que la virgen debía tener su propia fiesta.
Fue así entonces como se la comenzó a sacar a la calle año tras año.
Esta celebración guadalupana no es otra cosa que una notable romería de gran tradición popular y de fama regional.
La conmemoración dispone un amplio y variado programa de festejos que se desarrolla a lo largo de cinco inolvidables días.
El punto más bello de la ceremonia se alcanza con la procesión de la capilla al mar y el paseo marítimo en el que la Virgen de Guadalupe es llevada a los sones de la ‘Rianxeira’ en un espectacular desfile de embarcaciones.
Oficios religiosos, conciertos, pasacalles, bandas de música, actuaciones de grupos de gaitas, desfiles, danzas, regatas, carreras de ciclistas, competiciones y toda una verdadera gama de atracciones constituyen los otros condimentos de esta prestigiosa fiesta rianxeira.
Es una canción popular, convertida en uno de los símbolos culturales de Galicia y particularmente representativa del colectivo de emigrantes, la diáspora.
La letra se refiere a cantos tradicionales de acompañamiento a las procesiones de veneración a la Virgen en Rianxo, cuyo gentilicio femenino es el que bautiza al himno.
A pesar de su origen el texto no es de carácter religioso, si bien se sirve de la figura de la Virgen para evocar a la figura de la mujer gallega trabajadora de la mar.
A virxe de Gualalupe
cando vai pola ribeira, (bis)
descalciña pola área
parece una rianxeira (bis)
Ondiñas venen (bis) (bis)
ondiñas veñen e van
non te embarques rianxeira
que te vas a marear.
A virxe de Gualalupe
cando veu para Rianxo, (bis)
a barquiña que a trouxo
era de pau de laranxo. (bis)
Ondiñas venen (bis) (bis)
ondiñas veñen e van
non te embarques rianxeira
que te vas a marear.
A virxe de Gualalupe
quen a fixo moreniña, (bis)
afoi un raeiño de sol
que entrou pola ventaniña
4. Historias (IV)
Como vimos, Monterroso tiene una gran historia y tradición señorial e hidalga, de la que dan buena fe la cantidad de pazos y casas señoriales existentes, en cuyos muros podemos encontrar los escudos de armas de las principales familias nobles de Galicia.
En la Edad Moderna, a través de cientos de años se fue escribiendo la historia con algunos personajes del linaje de los Salgado, quienes se enriquecieron a través de uniones con integrantes de la muy selecta aristocracia gallega.
Por otro lado, muchos hijos naturales portadores del apellido, varias generaciones después de la historia de Xesús Salgado, continuaban apartados de estos círculos exclusivos y fundaron sus propias líneas de descendencia, sin castillos, tierras, ni herencias, pero llevando los mismos genes de honradez, nobleza, trabajo y espíritu de progreso, de los que se puede recoger testimonio en el historial de los Salgado.
Uno de los bichoznos de don Xesús, seis generaciones después, decidió narrar estas historias. Vale la pena aclarar que también es bichozno de los campesinos López, por vía de su abuelo Ángel, tataranieto de Don Ramón López.
Veamos, pues, los acontecimientos más recientes.
Recordamos que Palas es tierra del Camino de Santiago, el que dejó en ella su impronta y el arte románico. Entre sus parroquias está la de San Pedro de Meixide, en cuya iglesia, Martiño Salgado y Mariana Devesa bautizaron a sus hijos a comienzos del siglo XX.
De Monterroso, por su parte, que nació en torno a una villa romana llamada Fondevila, proceden varios hallazgos, como fustes, capiteles, molinos romanos, sepulcros y cerámicas; y de la importancia de sus tierras son testigos los pazos y casas señoriales de nobles familias: Ulloa, Salgado, Taboada y Andrade. Proliferan allí también las iglesias románicas; entre ellas, la de Santa María de Pedraza, donde fue bautizada durante la misma época Custodia López, hija de Ángel López y de Antonia Fernández.
Las poblaciones de ambas habían experimentado un gran crecimiento hasta ese momento, pero a partir de entonces la tendencia se revirtió y en la actualidad la misma se ha reducido un cuarenta por ciento.
La hidalguía de la familia Salgado, de la que aún hoy pueden dar fe el Pazo de Laxe en Monterroso y el de Borraxeiros en A Golada, entre otros; se discontinuó en algún punto de la historia.
La existencia de varios hijos naturales, cuyos descendientes habrían de enfrentarse a situaciones para nada acomodadas, mucho diferían de las que disfrutaban los reconocidos por el linaje familiar.
Entre los primeros se encontraba doña Julia Salgado, a quien un padre que no quiso hacerse cargo de la situación le engendró un hijo, Martín Salgado, a fines del siglo XIX.
Martín se casó con Mariana Devesa durante la década de 1870 y tuvieron cuatro hijos, todos labradores como sus padres: Manuel, José, Antonio y Ramón Salgado Devesa.
Lucharon trabajando a destajo, pero no pudieron tener tierras y debieron conformarse con ser caseros de familias adineradas.
Nacieron en San Pedro de Meixide, Palas de Rei, y en la búsqueda de patrones que les dieran trabajo y un lugar donde dormir se trasladaron primero a San Martiño de Fufín, y luego a Tarrío, donde fueron los caseros de los Constantino, siempre en Palas.
Marcharon después a San Martiño de Vilapoupre, en Antas de Ulla, donde se ocuparon en la casa del notario Guerra, y habitaban un oscuro cubículo sobre el establo, hacinándose allí los seis miembros de la familia. Sufrieron hambre; se alimentaban solo con leche y pan, pues debían dar al propietario el ochenta por ciento del producto del trabajo que realizaban en las treinta hectáreas que tenían destinadas.
Los mozos iban a las romerías de las aldeas vecinas, entre ellas a la de Monterroso, que quedaba a unos pocos kilómetros de distancia.
Muy cerca de Monterroso había una aldea; la de Vilarfonxe, donde estaba instalada desde hacía algunos años otra familia, los López, que eran propietarios de una gran casa.
De los orígenes celtas, suevos y romanos de ambas familias, los Salgado y los López, surgieron los espíritus y el amor por el trabajo y la alegría de disfrutar de la vida que ambas tenían en común.
Todas las aldeas vecinas alrededor del río Ulla conformaban un paisaje campesino de ensueño, aunque las cosechas no eran tan buenas como en las tierras altas.
Don Ángel López era un tataranieto de Don Ramón López, que allá por 1740 se hallaba ya establecido en la Comarca de A Ulloa.
Al ser un hijo mayor, Don Ángel heredó la casa familiar dos siglos después, en 1870, y se casó con doña Antonia Fernández, del pueblo cercano de Salgueiros.
A pesar de recibir la vivienda, el comienzo del matrimonio también estuvo acompañado por la extrema pobreza a comienzos del siglo XX, ya que escaseaban los alimentos y la ropa.
La situación fue tan acuciante que desde la casa de doña Antonia les enviaron una mula que transportaba bolsas con ropa y mantas para cubrirse en los inviernos.
Comían solo el pan que se amasaba en la fría mesa, patatas y castañas. La alimentación se completaba con la leche que proveían las escasas reses que tenían. Una vez cada seis meses se faenaba una vaca o un cerdo y lo que se obtenía se racionalizaba al máximo para que durase otro medio año.
Tuvieron cinco hijos: José Ramón, Higinio, Manuel, Custodia y Carmen López Fernández. Doña Antonia los traía al mundo en la cocina.
La mala racha habría de seguir ya que entre mayo de 1918 y por espacio de dos años, se desató una epidemia conocida como la gripe española, que atacaba sobre todo a los más pequeños y que originó dos millones de muertos. Las campanas del pueblo no cesaban de repicar anunciando la defunción de otro niño. Custodia y Carmen la contrajeron pero, después de varias semanas de estar al límite de sus fuerzas, se curaron.
Aun siendo ancianas, todavía recordaban esos dolorosos años de hambre, miedo y sufrimiento.
Antonia Fernández introdujo la cultura del trabajo arduo y sin descanso, tanto para hombres como para mujeres. Ordenó la economía doméstica de los López, y sus escasos recursos iniciales comenzaron a incrementarse con el tiempo. Las cosechas fueron así más abundantes y frecuentes, en especial las de maíz, centeno y otros cereales.
José Ramón, el mayor de los hijos, era el que ordenaba a sus hermanos. Tardaban un día entero en salir a cosechar un campo y regresaban con rollos inmensos de cereales.
Poco a poco, con el dinero que obtenían fueron comprando más vacas, cerdos y los terrenos lindantes. A veces, llegaron a ser catorce personas viviendo en la misma casa.
En una de las tantas romerías de las aldeas vecinas, a comienzos de la década de 1920, se conocieron Custodia López Fernández y Antonio Salgado Devesa.
Según la mujer, su compañero era un excelente bailarín, que gustaba a las jóvenes del lugar. Robusto, alto, de cabello claro y ojos azules, el joven era tal vez descendiente de algún noble suevo. Ella era menuda, de nariz pequeña, muy bonita, con rulos y la frente plana característica de todos los López.
Durante aquella época, el hecho de no tener casa marcaba una diferencia. El casero era una persona de una jerarquía social decididamente inferior a la del dueño de las tierras y eso se reflejaba en las viviendas que ocupaban y en los alimentos que tenían a su alcance.
Los López eran dueños; los Salgado, caseros; y eso era un obstáculo insalvable para el cariño que empezaron a profesarse Custodia y Antonio.
El matrimonio Salgado y sus cuatro hijos tenían un panorama oscuro, ya que debían cultivar sus hectáreas nada más que para poder subsistir, sin ninguna esperanza de mejora. El hórreo de la casa de los Guerra estaba siempre repleto, pero ajeno a las necesidades de los Salgado.
Por aquel tiempo, varios jóvenes vecinos habían intentado alcanzar un futuro mejor marchándose hacia la Argentina o Cuba, y comenzaban a llegar cartas con noticias optimistas sobre las posibilidades de progreso que tenían.
Frente al lúgubre horizonte que se les presentaba y las cartas que recibían, Antonio no tardó mucho en resolverse y, pese a no conocer demasiado más allá de la aldea donde vivía, quiso probar fortuna en la América próspera que, generosa, daba asilo a tanta gente.
Cuando tuvo clara su decisión, luego de juntar unas pocas pesetas, habló con sus padres.
–No quiero seguir trabajando toda mi vida de sol a sol, como si fuera un esclavo, para llenar hórreos ajenos –les dijo–. Voy a intentar tener un porvenir mejor, aunque sea más allá de los mares. Soy joven y tengo fuerzas.
Es difícil imaginar la escena de despedida de su novia, Custodia, de solo 19 años, a la que prometió reclamar desde América.
Cumplidos estos pasos, con la poca ropa que pudo cargar en su pequeña maleta se encaminó desde San Martiño de Vilapoupre hasta Vigo, puerto de embarque. Los padres lo acompañaron caminando quince kilómetros por entre los montes hasta que, rendidos por el cansancio, se dieron un fuerte e inacabable abrazo de despedida y emprendieron el retorno a casa con los ojos bañados en lágrimas. Sin saberlo, Antonio, acababa de despedirse de su familia para siempre, ya que nunca volvería a verlos. Tenía apenas 23 años.
Antonio Salgado Devesa se embarcó desde el puerto de Vigo, provincia de Pontevedra, con destino a Buenos Aires, a fines de 1926: estaba a punto de comenzar un viaje que, por su duración y los acontecimientos vividos, marcó para siempre su vida y las de sus descendientes.
La travesía duraba dos semanas. Los pasajeros dormían sobre colchones de paja, que tenían que devolver cuando llegaban a destino. .
Cuando se les hablaba del Nuevo Mundo, los gallegos no podían evitar pensar en un “mundo nuevo”. Lo que les esperaba era el Hotel de Inmigrantes, luego la ciudad, la dispersión, el enigma de las calles y de la gente, y buscar qué comer y dónde dormir.
Con total desconocimiento del lugar donde se encontraba se compró un traje, una camisa y una corbata en el negocio tradicional La Mondiale, para poder presentarse lo mejor posible y con la ayuda de un conocido español aprendió a conducir y, de esa forma, trató de colocarse como chofer, aunque al tiempo consiguió trabajar para Michelín, recorriendo las calles vendado para hacer propaganda.
Las cartas no tardaron en llegar a Vilarfonxe. Antonio contaba lo increíble de su nuevo país y de una ciudad que jamás había imaginado. Reclamaba la partida de su novia Custodia, a la que aguardaba con anhelo para constituir un hogar.
Ella, mientras tanto, había seguido con la vida habitual, trabajando en el campo junto a su familia y alegrando sus fines de semana en las romerías.
Al poco tiempo Ángel, su padre, falleció y su hermano mayor, José Ramón, quedó a cargo de la madre y de sus hermanos. Custodia tomó entonces la gran decisión de su vida: viajar hacia la Argentina.
Tenía solo veinticinco años cuando emprendió el viaje, deseosa de recuperar su amor juvenil. Jamás pudo volver a su tierra natal.
Mientras partía, la dulce melodía de La Rianxeira la acompañaba…
Y mucho se mareó Custodia mientras sufría las incomodidades propias de la tercera clase en ese viaje de quince días, interminables, con rumbo hacia lo desconocido.
Visto desde la distancia resulta increíble el coraje de estas personas que, movidas por amor y por deseos de progreso, estuvieron dispuestas a renunciar a la seguridad y la tranquilidad que sus familias les daban para cruzar el océano y construirse un porvenir en un país extraño.
Mientras tanto, en Buenos Aires, el hecho de saber conducir le permitió a Antonio conseguir trabajo de chofer para una familia acomodada y, de esa forma, tener un pasar más aliviado.
Custodia llegó a la ciudad en 1931 y, después de hospedarse algunos días con una vecina gallega fue tomada como empleada doméstica, con cama adentro.
Custodia López Fernández y Antonio Salgado Devesa, después de más de diez años de haberse conocido en las romerías gallegas, tomaron la gran decisión y se casaron, en 1936, en la Iglesia de la Inmaculada Concepción, de Villa Devoto.
Por recomendación de la familia que lo tenía contratado como chofer, la señora Luisa Guillón, que era dueña de un edificio en el lejano barrio de Belgrano, necesitaba un matrimonio para hacerse cargo de la portería.
Antonio pudo continuar con sus ocupaciones habituales, ya que fue Custodia quién quedó como encargada de la limpieza, la recepción de personas y el cobro de alquileres del edificio. Vivían en un departamento de un ambiente –que disponía de cocina, baño, terraza y zaguán– en la parte posterior de la casa, ubicada en Amenábar 2450. Allí vivió la familia durante más de 30 años. La mesa era usada tanto para comer como para hacer las tareas escolares y, a sus costados, estaban la cama matrimonial y las plegables, que usarían luego sus hijos. El baño era muy antiguo y el calefón a serpentina funcionaba con alcohol.
Antonio y Custodia se sentían en el paraíso. Disfrutaban de la luz, el gas y el agua caliente, que en las aldeas gallegas no existían. Antonio construyó en la terraza del departamento un techo de chapa. Estaba muy bien hecho. Una estructura de madera le daba soporte.
Antonio y Custodia comenzaron entonces a acariciar la idea de engendrar un hijo para darle continuidad a la familia y con el sueldo que ganaba él compraban, de a poco, más muebles para su departamento.
A comienzos de 1937, Custodia quedó embarazada. Se empezaba a concretar el sueño de la propia descendencia. El año transcurrió cargado de expectativas y el 21 de diciembre nació Raúl Carlos, quien resultó ser el primer Salgado de nacionalidad argentina..
Al poco tiempo, Antonio pasó a ser jefe de acomodadores del cine Paramount, lo que significó mayores ingresos. Su buen desempeño le permitió conseguir trabajo en el cine Trocadero. Contaba con mucho orgullo que el empresario le dijo que apreciaba tanto su honradez que, si tuviera que elegir a alguien para administrar sus bienes, sin dudar lo elegiría a él.
Raúl fue siempre muy inteligente y buen alumno. Tomó la Primera Comunión en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Belgrano. Estudiaba inglés en el Instituto Cultural Británico, junto con otros vecinos.
Antonio seguía trabajando y cultivando en el gran terreno que estaba junto a los departamentos, donde tenía también algunas gallinas. Los chicos de la cuadra lo usaban para jugar a la pelota y, a la llegada del otoño, en el día de San Pedro y San Pablo, hacían una enorme fogata con hojas secas.
Cuando la fábrica de bebés parecía cerrada para el matrimonio, en agosto de 1945, Custodia quedó embarazada por segunda vez. El 30 de abril de 1946 vino al mundo su segundo hijo, Antonio Jorge.
Una compra revolucionaria se produjo en ese momento: una radio. Tenía una carcasa de madera enorme y se convirtió en el medio de diversión de toda la familia. Con ella se podían escuchar las novelas, los programas de entretenimientos y los partidos de fútbol, que daban lugar a un sano ejercicio imaginativo.
Custodia recibía, muy de vez en cuando, cartas de España en las que le contaban cómo iban las cosas.
Raúl –una vez terminada la escuela primaria y después de aprobar un muy exigente examen–, ingresó al comercial Carlos Pellegrini, que es el de más renombre en la ciudad. Luego siguió la carrera de contador público, por lo que no pasaba mucho tiempo en casa.
En Enero de 1956 toda la familia se fue de vacaciones a Chapadmalal durante quince días en los hoteles de la Fundación Eva Perón. El tiempo no los acompañó: tuvieron días de frío y de lluvia; no obstante, lo disfrutaron mucho.
Raúl tenía 18 años y había empezado a trabajar en Bunge y Born hacía pocos meses. Su sueldo era de 3.000 pesos y Antonio lo felicitó, porque era una cifra casi igual a la que él ganaba en el cine Trocadero.
Tres meses más tarde, en abril, Custodia sufrió un pico de diabetes muy importante. Llamaron de urgencia a un médico, que le diagnosticó la enfermedad.
Antonio llegó a la noche, cansado de trabajar y tuvo que hacerse cargo de la situación. Custodia estaba muy mal y Raúl y su hermano menor, Antonio Jorge, se asustaron mucho.
Con el tratamiento adecuado, en pocos días se recuperó; pero, a partir de entonces, ya no fue la misma persona. Tenía que cuidarse de los disgustos y llevar un régimen especial.
Hubo algo llamativo. Cuando el médico revisó a Custodia, terminó atendiendo durante mucho más tiempo a Antonio, diciéndole que tenía que estar atento a su salud, porque no estaba bien.
Sus hijos desconocían el episodio de su infarto, que había ocurrido tres años antes.
El domingo 22 de abril, almorzaron juntos y Antonio se fue a trabajar, no regresando hasta la medianoche.
A la mañana siguiente, los desesperados gritos de Custodia despertaron al pequeño Antonio Jorge.
–¡Antonio! ¡Antonio!
Él respiraba de una manera rara, como si estuviera roncando.
El niño saltó de la cama y fue corriendo a golpear la puerta del departamento 7, donde vivían los Servide.
Sin que nadie se lo dijera, supo que su padre, Antonio, había muerto. Simplemente, lo intuyó.
Se metió en una cama libre que había en lo de los Servide, se tapó y no quiso salir por muchas horas.
Fueron a buscar a Raúl a su trabajo, en Bunge y Born y, cuando llegó una hora después, se hizo cargo del velatorio y del entierro. Custodia estaba sumida en una crisis terrible. Lo velaron en el departamento 8, donde vivía la señora Catalina. El niño no tuvo el coraje de ir a verlo ni de despedirse de él. Estaba muy mal, muy dolido, muy alejado. Su madre lloraba desconsoladamente.
Su cajón era de color violáceo, algo que se grabó en el inconsciente del niño y reflotó veinte años después, al verlo cuando lo sacaron para reducir sus restos.
Aquel día cambió la vida del pequeño Antonio Jorge.
Sintió por Raúl una inconmensurable admiración y quiso luego que su futura esposa Lucía y sus cinco sobrinos supieran cómo fue ese hombre fabuloso.
El pequeño Antonio se convirtió en un chico huraño e introvertido, incapaz de llevar el miedo que tenía en su mochila o de compartirlo con alguien. Sentía mucha vergüenza e inferioridad de condiciones respecto de sus compañeros de la escuela. Comenzó entonces a vivir una doble vida, aparentando un bienestar que no sentía y llevando, en su interior, una profunda angustia.
Quería superarse cada día, porque creía que era la forma de retribuir a su madre por todos sus esfuerzos. Necesitaba que se enterara, por boca de los demás, que su hijo era bueno, estudioso, un alumno ejemplar, un chico modelo, como había sido Raúl. Su deseo permanente era evitarle cualquier tipo de disgusto, de preocupación ya que, además, ella no estaba en condiciones de soportarlos.
Esa fue su meta de toda la vida, y aún hoy lo es, y lo impulsó a tapar sus sentimientos, sus miedos, sus terrores o, como decía el doctor Franzani, sus trastornos.
Al año siguiente ocurrió un hecho importante: Raúl empezó a practicar judo en River Plate y su hermano menor lo acompañó, sumándose a las clases. Encontró en ese club un ámbito para canalizar su energía negativa en los deportes. Judo, fútbol y natación fueron, desde ese momento, sus compañeros inseparables.
Intentó ingresar al Comercial Carlos Pellegrini, pero le fue mal en el examen, y Raúl se sintió ofendido. Se propuso a estudiar en serio y aprobó la admisión al Nacional Roca, donde tuvo un desempeño ejemplar durante los cinco años.
En esa época, hubo algo que caló muy profundo en él, y que llevaría como una pena por el resto de sus días.
Custodia quería que le contara todo lo que le pasaba, porque él era su única compañía. A él le costaba. Se había cerrado tanto que vivía en su propio mundo y no lo compartía con nadie. Se pasaba largas horas estudiando y no podía sostener con ella una conversación abierta y distendida que le permitiera no sentirse tan sola.
Sabía que sufría, pero el problema era más fuerte que él. Ella sabía que la quería mucho, pero no entendía esa incomunicación.
Un día le dijo: –Cuando seas grande y tengas una pareja, ¡qué difícil va a ser la convivencia si no estás dispuesto a compartir tus cosas!
Esas palabras le causaron una impresión tan inmensa que, aún hoy, a pesar de haber mejorado en algunos aspectos, le siguen doliendo.
En 1962, Raúl le dijo a Custodia que se casaba al año siguiente con Lucía, una compañera de estudios. Otro gran acontecimiento familiar estaba en marcha. La noticia implicaba, además, su alejamiento definitivo de su casa, y que su hermano menor se iba a hacer cargo para siempre de su madre.
El casamiento se llevó a cabo con discreción. Custodia se preparó como nunca: vestido nuevo, maquillaje, uñas pintadas, sombrero. Algo que no era lo acostumbrado. Salía de su cueva de Amenábar y, por lo menos, tenía una fiesta, un motivo de alegría.
La partida de Raúl dejó una sensación de soledad. No iba a vivir más en casa. Antonio tenía que terminar el secundario tratando de tener el mejor promedio y al mismo tiempo, cumplir con una tarea más que difícil: el ingreso a la Facultad de Ingeniería.
Por lo general, los alumnos tardaban dos o tres años, como mínimo, en aprobarlo. Las evaluaciones eran muy exigentes y de los 6.000 postulantes que se presentaban, menos de 1.000 lograban ser admitidos. Logró sus dos objetivos: ingresó a la Facultad y aprobó el tercer año de alemán. Cuando lo comentó con los profesores del Roca, no lo podían creer.
Gracias a Raúl consiguió trabajo en la oficina de Télex de Bunge y Born, en diciembre de 1965. Fue otro cambio radical; porque, a partir de ese momento, su actividad laboral jamás se vio interrumpida. Fueron años muy difíciles, por el trabajo y porque ingeniería era una carrera que requería dedicación plena. Sus compañeros iniciaban su jornada de estudio a primera hora de la mañana y se le hacía difícil mantener el ritmo.
Durante el año 1966 conoció, en el club Ríver, a una chica que jugaba bastante bien al tenis; comenzó a salir con ella y tomaban alguna bebida gaseosa juntos en la confitería del club. La tomó de la mano por primera vez el 31 de enero de 1967 y a partir de ese momento fue su novia y luego su esposa y la madre de mis hijos. Es Norma Di Lorenzo. La amó y la sigue amando mucho. Crecieron juntos. Es la mujer de su vida y lo apuntaló para conseguir lo poco o lo mucho que tuvieron.
La salud de su madre se deterioró mucho en 1969. Tuvo un colapso en el mes de abril y Raúl la alojó en su casa. El médico les anunció que tenía una deficiencia cardiaca.
Antonio intuyó que no iba a vivir mucho más, pero ella lo consoló diciéndole que no era necesariamente así. A él le faltaba un año para egresar de la universidad y deseaba darle a Custodia la enorme alegría de ver su título de ingeniero. Era su época de becario en Alpargatas.
El viernes 27 de junio, después del horario de trabajo, al mediodía, cuando llegó a la facultad, llamó a lo de su hermano para ver cómo estaba su madre y Lucía, su cuñada, le dijo que fuera a su casa. Durante el viaje en taxi, estaba seguro de que había pasado lo peor. Al pasar por Palermo fijó la vista en una fuente de agua y esa imagen le quedó grabada. Cuando llegó a lo de Raúl supo que su presagio era cierto: su madre había fallecido.
Tenía 63 años y los últimos trece, después de la muerte de su esposo, los había pasado muy mal, añorando su tierra y sin entender qué hacía en la Argentina. Nunca pudo recuperarse de la pérdida de Antonio; aislada de su Galicia natal y sin su compañero de toda la vida; tan joven, su alegría se apagó. Trató, en vano, de encontrar en la Iglesia la cristiana resignación que le permitiera aceptar el destino que le había tocado vivir; pero, en el fondo de su corazón, también ella se murió ese día.
Raúl invitó a Antonio a que fuera a vivir a su casa y así, por primera vez, dejó la portería de Amenábar. Tenía una mezcla de sensaciones terribles, pero las obligaciones en las que estaba inmerso lo sacaron del pozo.
En septiembre de 1970, tuvo una entrevista de trabajo en la planta de Martínez de IBM, donde ingresó al mes siguiente; y donde habría de permanecer durante más de cuatro décadas.
El 21 de mayo de 1971, Antonio se casó con Norma Di Lorenzo ante el Registro Civil y el 22, en la Abadía de San Benito. Ella lucía un hermoso vestido rosa y él un traje azul de ocasión. A la noche partieron de luna de miel hacia el hotel Molino de Oro de La Falda, al que algunos años antes había ido Raúl. A la vuelta, ocuparon un departamento que habían comprado, comenzando un largo periplo que incluiría varias mudanzas en la Argentina y en el exterior.
En Enero de 1974 llegó el primer vástago, Alejandro; y en Julio de 1976 la segunda, Natalia.
Ese mismo año le comunicaron a Antonio que tenía que ir a Boulder, Colorado, donde estuvo durante tres años. Boulder es un hermoso pueblo enclavado al pie de las Montañas Rocallosas, un lugar de ensueño y uno de los más privilegiados en cuanto a su estándar de vida.
Una vez, de regreso a Nueva York desde Alemania, Antonio decidió pasar el fin de semana en España. Aterrizó en Madrid y al día siguiente, tomó un avión hacia Santiago de Compostela, desde donde comenzó su primer periplo por Galicia.
Condujo durante más de dos horas, a ciegas y con un mapa. Veía solo a gente mayor trabajando la tierra. Los jóvenes se habían marchado. No sabía muy bien adónde iba; pero, por los nombres que recordaba de la infancia, llegó a Antas de Ulla. Detuvo el coche frente a una puerta, a la entrada del pueblo, y preguntó por su apellido a la señora que lo atendió, explicándole que hacía cincuenta años, su padre y su madre habían emigrado hacia la Argentina. La señora le escuchó con atención y, después de pensar un rato, le dijo que golpeara en la puerta de al lado porque creía que allí, tal vez, podría tener algún pariente. Así lo hizo y lo atendió otra mujer. Para su enorme sorpresa resultó ser una prima suya, Julia, una hermana de Carmen, que vivía en Buenos Aires. Pasó al asombro cuando lo invitó a conocer su casa y, al entrar al comedor, vio sobre uno de los muebles una foto en donde estaban sus padres, su hermano y él mismo.
Julia lo llevó hasta Monterroso, que está a no más de diez kilómetros de Antas, con la intención de presentarle a la familia de su madre, los López.
Vio a un hombre mayor trabajando la tierra como si fuera un joven y, cuando su prima le comentó a otro señor quién era el visitante, se acercó al anciano, que corrió hacia él para abrazarlo con mucha fuerza, como nadie jamás lo había hecho: era el hermano mayor de su madre, José Ramón, que la había autorizado a partir hacia Buenos Aires cincuenta años antes. Después de tanto tiempo, un hijo de ella volvía para mostrarle su cariño. Es una imagen que no olvidaría en su vida.
Pudo conocer la casa de los López, donde vivieron sus abuelos, madre y cuatro tíos. Estaba abandonada, pero igual se podía apreciar la amplitud de su construcción de piedra.
En Abril de 1978 nació la hija menor del matrimonio en Boulder, Patricia. La familia se agrandaba; ya eran cinco.
La estadía en Boulder duró hasta fines de 1979, cuando regresaron a Buenos Aires. Mientras el avión despegaba del aeropuerto de Stapleton yendo hacia Miami, Antonio pensaba cuándo regresaría a Boulder y si lo haría alguna vez.
Cuando llegaron a Buenos Aires, se mudaron a una casa en la calle Altolaguirre al 3200, en Villa Urquiza. Era vieja pero estaba modernizada; y allí se instalaron en Marzo de 1980.
Antonio buscaba la posibilidad de trabajar en Europa para formar un pequeño colchón económico que le permitiera vivir de manera más holgada en el futuro; y negoció una nueva asignación internacional durante 1982, año de las Malvinas. Norma lo ayudó a decidirse.
Llegaron a Valencia a comienzos de 1983 y al comienzo les pareció un pueblo comparado con Buenos Aires; impresión que cambió sustancialmente en Marzo, durante las Fallas; transformándose en una de las experiencia en que la familia disfrutó de un gran placer.
Se quedaron hasta Julio de 1986 y lo pasaron muy bien. A Antonio le ofrecieron el traslado permanente a dicho lugar y una asignación a la Casa Matriz de París durante tres años, pero no las pudo aceptar.
La despedida de España, cuando dejaron el condominio, fue muy larga y dolorosa, después de casi cuatro años. Primero, con sus vecinos y amigos, que eran media docena de parejas y los llenaron de obsequios. Después, sus hijas con sus amigas, de las que se habían hecho muy íntimas. Pero, lo que más lo emocionó y todavía lo sigue haciendo fue la de su hijo Alejandro, que en ese momento tenía 12 años. Cuando fue a buscar el coche al garaje y subieron la rampa para salir del edificio, se encontraron con un semicírculo formado por sus amigos, que se habían acostado sobre la calle impidiéndoles la salida y gritando:
–¡No queremos que se vaya! ¡No queremos que se vaya!
Al regreso vieron una casa en la calle 25 de Mayo, en Vicente López, cerca de Puente Saavedra. Les gustó y se la compraron a un arquitecto, que la había modernizado.
Se mudaron y vivieron allí muy felices durante dieciséis años, hasta el año 2002. Se hicieron socios del Club Banco Nación y sus hijos estudiaron en el colegio Highlands, ambos de Vicente López.
Cuando llegaron, sus hijos tenían 12, 10 y 8 años. Allí pasaron su niñez, su adolescencia y su juventud, hasta que decidieron emprender sus vidas alejados de la familia.
En esa casa se hicieron cumpleaños, los casamientos de dos de sus sobrinas, celebraciones de fin de año, y recibieron a muchísimos compañeros de sus hijos y a algunos amigos suyos.
El 6 de julio de 1987 recibió una llamaba de su sobrina Gabriela. Le pedía que fuera rápido a su casa, porque su padre Raúl, el hermano de Antonio, se había descompuesto. Se dio cuenta de que era algo grave, así que salió con su auto a tanta velocidad, que lo paró la policía para hacerle un control.
Cuando llegó a su casa, su hermano Raúl había fallecido. Tenía 49 años y, como sucedió con su padre, un ataque cardíaco le quitó la vida.
En el último asado que hizo en su nueva casa, Raúl trataba de apurar a su familia a tomar decisiones para encarar proyectos y a Antonio le sorprendía esa prisa. Cuando falleció, se dio cuenta de que el motivo de esa urgencia era su enfermedad.
Con su muerte, se derrumbó un pilar tanto para su familia como para él, ya que fue la persona que lo ayudó a encauzar mi vida en los momentos más difíciles, como fueron la pérdida de su padre y la convalecencia de Custodia.
Lucía, su esposa, decidió volver con sus hijos a la casa de Ciudad de la Paz, donde todavía vive hoy y a la cual Antonio va a visitar de vez en cuando.
Antonio acababa de cumplir 41 años. Sus dos padres y su hermano ya no estaban… del grupo familiar con el que compartió los primeros tiempos de su vida, quedaba solo él.
En el año 2000 su hija Natalia decidió tomarse un año sabático, se fue a Australia junto con su amiga Carla y allá estuvieron durante ocho meses. Por un lado le preocupó bastante, porque se fueron ellas dos solas, aunque recibían noticias de tanto en tanto. Por otro lado, fue una prueba de confianza que le dieron a ella y, a la vez, a ellos mismos, para que pudiera soltar amarras.
El 31 de marzo de 2001 su hijo Alejandro y su novia Luli se fueron a Barcelona por algunos meses. Fueron a despedirlos con sus amigos a Ezeiza y hubo llantos. Cuando Ale salió de la casa de 25 de Mayo, Antonio tomó conciencia de que se había ido para siempre. La forma como empacó su ropa le dijo que ya no iba a volver, y eso creó un vacío enorme en la casa y en la familia. Después de casi veinte años, siguen afincados en Barcelona.
A comienzos de 2002 su hija Patricia se cansó de la empresa en la que trabajaba y les dijo que también querría hacer su experiencia profesional en Barcelona; ya se había recibido de diseñadora de indumentaria unos meses antes y decidió ir a España a probar fortuna. Siempre la había alentado a que hiciera esa experiencia por su crecimiento personal y profesional. Se marchó a probar fortuna en Mayo de ese mismo año. Cuando la fueron a despedir a Ezeiza y regresaban, Antonio le dijo a su esposa que intuía que su hija tampoco regresaría a vivir en Argentina porque iba a formar su familia allá. No le creyeron y decían que estaba exagerando, pero así aconteció.
Este largo viaje vincula así aldeas y barrios de A Ulloa, Buenos Aires y Barcelona.
Entre 1926 y 1956 Antonio Salgado Devesa y Custodia López Fernández, los emigrantes, se marcharon de España, llegaron a Buenos Aires, formaron su familia, consiguieron vivir mejor y en un lugar más próspero que sus aldeas natales; sin embargo, el anhelo de conquistar América y volver algún día triunfal a su Galicia no lo pudieron concretar.
La muerte lo sorprendió a él muy joven, en plena lucha por seguir progresando y su esposa, enferma, se sintió sola en un país extraño.
En esa época, sus dos hijos no tenían medios para hacer que ella pudiese viajar e ir de nuevo a Galicia y, pocos años después, también falleció.
Visto de manera objetiva, tal vez se podría pensar que su esfuerzo no tuvo sentido al no haber podido terminar de concretar sus sueños, por la soledad y el sufrimiento que padecieron, porque hoy la gente en Galicia vive igual o mejor que en Argentina, por haber muerto lejos de los suyos y por otras razones que se podrían encontrar con certeza, sin entrar en demasiados detalles.
Por lo tanto, tal vez objetivamente, dicho esfuerzo no tuvo sentido, pero sin embargo, su existencia y su sacrificio no fueron en vano. Dejaron su semilla plantada y en terreno muy fértil. Sus dos hijos fueron y son los continuadores de su esfuerzo.
Sus ocho nietos –que, a su vez, fundaron sus respectivas familias–, y sus catorce biznietos, más algunos otros que aún pueden llegar, ayudarán sin duda a desarrollar esta sociedad del siglo XXI, que habrá de recibirlos.
Este documento servirá para que los nuevos descendientes de estas familias sepan de qué forma llegaron a la Argentina estos pobres pero honestos y valerosos inmigrantes gallegos.
Estos son algunos de los principios que rigieron sus vidas:
“No hay ninguna transacción que deba realizarse sin tener en cuenta la honestidad y la honradez. Poder descansar tranquilo y en paz a la noche es oro en polvo, mientras que la falta de honestidad carcome la conciencia y no nos deja vivir en paz”.
“Ser una persona noble y digna es reconocer los propios errores, aceptar los de los demás, actuar de frente y no por detrás; nunca con segundas intenciones, siempre con transparencia”.
“El trabajo es algo que nos permite vivir y desarrollarnos, y tenemos que tomarlo como tal, con toda responsabilidad, seriedad y alegría. Al mismo tiempo debemos bendecirlo, dar gracias, y pedir por que no nos falte nunca. Debemos ofrecer tranquilidad a quien confía en nosotros”.
“El sentido de la familia. El esfuerzo que realizó Custodia, a pesar del problema de salud, de perder a su marido, de poner el pecho frente a las balas para salir adelante, permitir que su hijo menor creciera, que se desarrollara, que fuera un hombre de bien; y de proteger a sus dos hijos en toda circunstancia”.
“Aprender a valorar la casa propia. Muchos, al igual que ellos, no llegaron a tenerla nunca. El simple hecho de que la familia de Custodia tuviera una casa allá y la de Antonio no, hizo que él se marchara para ir a América. La casa propia es el lugar en el cual podemos constituir la familia con sentido de propiedad. Simboliza un logro”.
“Los hijos profesionales. Para los campesinos que arribaron y veían a los médicos, ingenieros o abogados, les debe haber parecido observar a personas con las cuales ellos no eran dignos de estar. Pensar en Antonio, disfrazado con vendas para hacer la propaganda de Michelín y el paso que dio al llegar a ser jefe de acomodadores; en Raúl, que de cadete pasó a socio de una importante consultora; o en el menor, que también de cadete llegó a ser ingeniero. Quisieron darles a sus hijos la oportunidad de llegar a ser profesionales y lo lograron, aunque no pudieron verlo”.
“Sencillez y humildad. Pensar en los miles de generaciones que nos antecedieron y nos habrán de suceder ¡Qué poco que somos! Aun en las peores circunstancias, creer en alguien Todopoderoso que entiende lo que nos ocurre, nos ayuda. Cuando la lógica no existe y las explicaciones no son coherentes, la confianza en ese Ser nos da el valor de seguir adelante”.
“Tener el corazón como guía e ir detrás del amor genuino. Eso hizo Custodia, abandonando su casa y su familia en Galicia y lanzándose a la aventura argentina. No puede haber mayor demostración de renuncia a algo conocido y seguro que ir detrás de lo que el corazón dicta”.
“Celebrar la vida y la salud. Vimos como Custodia superaba situaciones traumáticas; la diabetes, la soledad, la viudez. La vida nos pone a prueba cuando nuestros afectos cercanos se alejan de nosotros, al límite que a veces parecemos claudicar; no obstante, tenemos la fortaleza necesaria para superar esos momentos. La vida hay que vivirla en plenitud, inclusive en la pobreza”.
“Perdón y compasión. Custodia perdonó a su hijo menor, Antonio, por su falta de comunicación con ella, a pesar de sentirse muy sola. Le dijo un día que, cuando tuviese su familia, debería ser más abierto y espontáneo para disfrutar de ella. No sabía que su procesión iba por dentro, con sus ideas obsesivas; y que no quería comentarlo para no hacerla sufrir todavía más”.
“Desprendimiento. Ambos dejaron la comodidad de sus familias, sus casas y sus aldeas. El desprendimiento fue súbito y total. Nunca volverían a verlos. Soltaron amarras y se lanzaron a lo que creían que era la oportunidad de sus vidas. Luego pensaron más en sus hijos que en ellos mismos cuando supieron que en Argentina no iban a poder lograr lo que habían venido a buscar, pero que, sin embargo, sus hijos y nietos, podrían tener un futuro mejor que el que les podía esperar en Galicia”.
En la actualidad dos de sus ocho nietos; Alejandro y Patricia, apostaron por España y se fueron de la Argentina a la misma edad en que Antonio y Custodia abandonaron Galicia. Los seis restantes siguen viviendo en Buenos Aires, el lugar donde nacieron.
Cualquiera sea el destino que la vida les depare, una sola cosa es segura: sus familias, que pueden estar aparentemente quebradas por la distancia, seguirán siempre unidas y, ante la menor dificultad, se volverán a juntar durante el tiempo que haga falta.
Estoy seguro de que si bien no pudieron dialogar con sus abuelos , tendrían muchas cosas en común para compartir y sentirse parte de una misma historia y de una misma meta: la superación, aún en las circunstancias más adversas.
Hasta aquí, en los capítulos que hemos analizado juntos, hemos visto una larga lista de apellidos de origen gallego, castellano, y de otras regiones de España.
Creo que este es el momento de hacerles honor y mostrar los orígenes y características, por lo menos, de los apellidos que son más frecuentemente llevados por mis vecinos gallegos.
Coincidentemente, los mismos han sido difundidos luego de varias generaciones a lo largo y a lo ancho del hemisferio occidental, especialmente en Europa y América, y en esta desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
Entre los que se mencionan a continuación, a los que se debe sumar López, ya analizado, se contabiliza más de medio millón de personas solamente en Galicia, lo que equivale al veinte por ciento de su población.
Ellos son:
Rodríguez
Es un apellido patronímico (deriva del padre u otro antecesor) originario del antiguo reino de Castilla y fue apellido de reyes.
Es prerrománico y de origen germánico, latinizado como Roderici o Hrod-riks, refiriéndose a un glorioso-reino, o rico en gloria.
Es el apellido más difundido y numeroso de España.
Su escudo de armas muestra una estrella de oro de cinco puntas, sobre un campo de color azul intenso y oscuro; y está recubierto de una bordadura de oro.
Fernández
Es una variante de Ferdinando; proviene del germánico Fredenand o Fridnand, y hace referencia a la valentía necesaria para viajar.
Fue introducido en España durante los siglos V y VII por los visigodos.
La versión árabe de este apellido es Ibn Faranda; y fue utilizado por los mozárabes y muladíes en Al-Andalus.
Su escudo de armas muestra en campo de plata, un roble verde y delante de su tronco, a un león parado al natural, que tiene entre sus garras y tendido a sus pies un lobo de color negro.
González
Su origen etimológico es visigodo, cuando este pueblo estableció un reinado en prácticamente en toda la península ibérica a excepción de Asturias, Cantabria y el País Vasco.
Proviene del germánico Gundisalvo, el que a su vez está formado por las palabras lucha y elfo, o espíritu, significando en consecuencia hijo del espíritu de la lucha.
Su escudo presenta en un campo rojo un castillo de oro, sobre el que se yerguen tres torres.
García
Según una versión, su origen íbero aquitano significaba hatz, que equivale a oso.
Sin embargo, otra indica que en el idioma godo significaba príncipe de vista agraciada.
Su escudo presenta en un campo de plata a una garza de color negro con su pecho rasgado. La bordura es de color rojo y muestra un lema escrito en letras de oro que dice “De García arriba, nadie diga”, mostrando el orgullo y la valentía de esta familia.
Martínez
Este apellido deriva del latín Martinus, que al igual que Marcial, Marco y Marciano, hace alusión al dios romano de la guerra, Marte, por lo que su significado es hombre guerrero o belicoso.
Pudo ser un nombre otorgado a soldados de Roma o por el contrario, eran éstos quienes lo usaban para los pobladores más belicosos de los territorios dominados.
Su escudo muestra en un campo de oro, un naranjo con tronco y copa verdes, frutado en oro, sobre ondas azules, y oro en la punta.
Confío en conociendo esta información, quienes los portan sepan hacerlo con la honradez y el orgullo que caracterizaron a sus antepasados.
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