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Foto del escritorTony Salgado

Reflexiones sobre el adulto mayor

Hola, querido lector. Te agradezco el tiempo para la lectura de este artículo.

Me parecieron interesante algunas reflexiones sobre este colectivo de los adultos mayores, al que tengo el “privilegio” des pertenecer desde hace dos décadas.

Si bien la situación del mismo varía según el país, estimo que los conceptos fundamentales son válidos para su gran mayoría en el hemisferio occidental, pero no aplicables para varios países del oriental, por suerte para ellos.

Luego de los conceptos, incluí una antigua y breve fábula india de autor anónimo, que indirectamente interpela a un adulto mayor y a un niño.

Como siempre, te espero al final de la lectura.


Reflexiones sobre el adulto mayor

Tony Salgado, Febrero 2023


Decía el Papa Bendidcto XVI: “ Una civilización seguirá adelante si sabe respetar la sabiduría de los ancianos. En aquella donde no hay lugar para ellos, donde son descartados porque crean problemas… es una sociedad que lleva consigo el virus de la muerte”.

Y luego el Papa Francsco agregaba: “Mientras somos jóvenes, tenemos la tendencia a ignorar la vejez, como si fuera una enfermedad que hay que tener lejos; luego cuando nos volvemos ancianos, si somos pobres o estamos enfermos y solos, experimentamos las lagunas de una sociedad programada sobre la eficacia, que ignora a los ancianos. Pero ellos son una riqueza; no se pueden ignorar.”


Una de las principales causas para que suceda el abandono es que la persona adulta mayor ya no posea una vida laboral útil o tenga una pensión miserable, como las que se acostumbran actualmente, excepto para políticos y funcionarios judiciales, y comience a generar gastos en la familia. Situación que causa tensión y trasforma el trato de sus hijas e hijos, amistades y parientes cercanos.

Al sufrir una fractura con las personas más cercanas, el anciano tenderá a replegarse o desplazarse a un rincón de la casa. Reduciendo aún más su núcleo social y la interacción con los demás, provocando cuadros depresivos y aislamiento.

Otro caso frecuente ocurre cuando la familia se apodera de los bienes materiales de la o el adulto mayor, aprovechando su fragilidad, falta de memoria o dependencia. El abandono cobra sentido cuando al dueño original se le ignora, o se le agrede (física o verbalmente) y en ocasiones se le desplaza de la familia llevándolo a asilos o albergues en contra de su voluntad.

Por consecuencia, las familias pierden a un miembro clave para continuar con el aprendizaje y la sabiduría por experiencia. Socialmente este comportamiento denota una pérdida de identidad y fomenta la extinción de la trasmisión cultural, de generación en generación, benéfica para el núcleo familiar y su identidad.

Desde años anteriores se ha presentado de forma recurrente el abandono a nuestros ancianos lo cual ha generado que en la actualidad, las personas de la tercera edad empiecen a ser desplazados no sólo por parte de sus familias y la sociedad en general.

Esto nos hace preguntarnos. ¿Cuándo volvimos inútiles a los precursores de la sociedad? ¿En qué momento nos olvidamos de lo importante de nuestros padres y abuelos?, nos olvidamos de su importancia para las futuras generaciones, las cuales crecerán sin llegar a escuchar las anécdotas, historias y recuentos de épocas inmemorables de nuestra sociedad y de su participación en dichos hechos.

En los años 60 se reconocía el abandono y abuso infantil y en los años 70 el fenómeno del maltrato conyugal salió a la luz pública. De forma más tímida, a lo largo de estos 20 últimos años se comenzó a tratar el tema de “los malos tratos y el abandono en los ancianos”, reconociéndose que ellos también constituyen una población de alto riesgo para recibir este tipo de abusos.

Desde que se comenzó a investigar sobre esta clase de abusos han ido cambiando algunos conceptos:

No todos los agresores son personas con problemas patológicos, pueden ser personas con el resto de sus conductas no muy desviadas de la norma.

En contra a lo anterior, si existen algunas investigaciones que indican que los agresores de ancianos pueden presentar psicopatologías más graves que los agresores de otros colectivos.

Hasta ahora para la mayoría de las personas era muy difícil comprender que estos hechos podían darse en la propia familia. Lo asociaban solo a instituciones geriátricas.

En los últimos años se ha percibido un aumento de los casos de violencia física y psicológica hacia los colectivos más débiles, entre ellos la población de más de 65 años, sector muy importante en la sociedad actual y que se verá incrementado en los próximos años. Este clima de inseguridad afecta a nuestra calidad de vida y vulnera los derechos fundamentales de las personas, por lo que la sociedad debe poner los medios necesarios al objeto de poder evitar estos abusos.

El maltrato y abandono de adultos mayores ha sido denominado un “delito oculto” ocurre frecuentemente detrás de puertas cerradas y nadie se entera. Pero esto levanta interrogantes. Hay cosas que las personas hacen que son muy malas, como humillar a otra persona, pero eso no es delito, ¿o sí? Y, ¿qué tan grave debe ser el abandono antes de que alguien debiera llamar a la policía? ¿Existe un delito denominado “maltrato de ancianos”?

La edad avanzada no implica pérdida de derechos, ni tampoco infiere que debe haber un trato diferente. Los adultos mayores son sujetos activos y con potencial a desarrollar en diversas actividades, deben vivir en condiciones dignas y disfrutar de su autonomía e independencia.

Es una población heterogénea y que envejece en su gran mayoría de forma satisfactoria, y en distintos contextos, demostrando una gran diversidad durante este proceso.

Los Adultos Mayores, en sus diversas condiciones, mantienen relaciones familiares, de amistades, institucionales, que les dan una base de sustento para poder emprender nuevos desafíos y proyectos vitales, emprendimientos que logran con éxito volcando todo su potencial en la realización de los mismos.

El reconocimiento de su experiencia y del trabajo realizado, es considerado como algo positivo e importante para ellos, ya que esto les da la posibilidad de seguir aportando su saber y su acción en cada una de sus comunidades.

Es de real importancia remarcar que los adultos mayores al igual que todos los ciudadanos, mantienen el derecho al disfrute de vivir en contextos donde sean tratados con el mayor de los respetos.

No se puede olvidar, que los adultos mayores son sujetos de pleno derecho, y cualquier tipo de trato inadecuado es una flagrante violación a sus derechos.

Las relaciones de buen trato parten de la capacidad de reconocer que “existe un YO y también que existe un OTRO, ambos con necesidades diferentes que se tienen en cuenta y se respetan…

Existen diversas conceptualizaciones sobre trato inadecuado, abuso, maltrato y violencia hacia los adultos mayores, resultando innegable la relación directa entre estas situaciones y la vulneración de los derechos humanos.

Es necesario promocionar y fomentar una cultura de buen trato en la totalidad de la sociedad, impulsando la solidaridad intergeneracional, desarmando los estereotipos negativos y los prejuicios, contribuyendo a la construcción de una imagen positiva hacia la vejez.

Los medios de comunicación tienen la obligación, y pueden también, considerando el impacto de los mismos en la población, aportar sobre la construcción de una imagen positiva del envejecimiento, sumando desde su espacio el reconocimiento político y social de los adultos mayores.

Las sociedades que bregan por la inclusión y la justicia social deben poner en marcha y reforzar las políticas y prácticas que garanticen los derechos de las personas, independientemente de su condición y edad.


La fábula del niño, el viejo y el burro

"La historia versa sobre un niño que junto a su anciano abuelo se encontraban embarcados en un viaje que de pueblo en pueblo realizaban con un viejo animal. Esta bestia, cuyas fuerzas flaqueaban por su avanzada edad, no era, si no, un burrito que les acompañaría hasta el final. Puesto que la misión última de semejante compañía era por aquel entonces ayudar en el transporte de cualquier persona o material, decide el anciano subirse encima del pequeño burro para realizar el trayecto inicial.

Al paso por el primer pueblo, comienzan a oírse numerosos murmullos. Entre ambos, niño y viejo, distinguen entre susurros y voces numerosas críticas dirigidas a ellos “¡mirad!, pobre niño, con lo pequeño que es y ese viejo carcamal no le deja montar”, “que poca vergüenza, que fácil es ir en burro cuando ese pequeño zagal se ve forzado a caminar” o “¿cómo puede ser que ese señor deje caminar a ese pequeño niño mientras él, a su lado, avanza tranquilamente en el burro?” Harto entonces de los comentarios ajenos, el anciano decide poner fin a tan vergonzosa situación para él y le comenta al pequeño “¡anda hijo!, sube tu, que yo iré de momento andando”.

Así es como prosiguen su viaje, hasta un segundo pueblo, el niño montado en el burro mientras a pie, llevando la correa del animal, avanza el anciano al lado del chaval. A la llegada de este, un nuevo grupo de personas se percata de su llegada y, tras observar esta nueva situación, comienzan a opinar. “¿Habéis visto ese niño?”, no parecen ser positivos los nuevos comentarios que realizan los habitantes de ese lugar, piensan el anciano y su nieto. Y así, entre las distintas voces, logran escuchar “que maleducado ese niño, con lo mayor que es ese anciano va en burro y deja a este caminar”. A la salida del pueblo, hartos de tanta crítica, deciden hacer ambos uso del pequeño animal y así montados los dos, continúan su largo recorrido.

Llegados a la tercera aldea, no son pocas las personas que les ven llegar. Tras ver al pequeño borrico exhausto, se lanzan entonces a opinar “¡mirad!, que poca sensibilidad, ¿acaso pretenden matar a ese burro?”, “¿de verdad piensan que ese pequeño animal puede con el peso de ambos?” Pasado entonces este pueblo, deciden ambos hacer un alto para buscar una solución. “Si no podemos ir subidos, ni tú, ni yo y ni siquiera los dos, porque siempre parece que nos van a criticar, ¿qué podemos hacer?”, pregunta el anciano a su joven nieto, “¡pues vamos los dos a pie y así no nos criticarán!” Entonces deciden proseguir su ruta, los dos a pie, acompañados de ese viejo burro, que aliviado de su carga les acompaña hasta llegar al siguiente lugar.

En la entrada al siguiente pueblo, comienzan de nuevo los susurros y las opiniones en voz baja. Pronto, un bueno grupo de gente les sigue con la mirada mientras amplias sonrisas alumbran sus caras. “¡Mirad! ¿Habéis visto eso?” Grita uno de ellos. “¡Es la primera vez que veo que dos personas, cansadas de caminar, andan junto a un burro sin quererlo montar!” y entre risas provenientes del gentío se oye gritar “¡vaya par de estúpidos!”

La moraleja se resumiría de la siguiente manera: puesto que hagamos lo que hagamos, siempre habrá gente que se lance a opinar, personas a las que eso les pueda gustar y otras que, sin dudarlo, lo tacharán, al menos date el gusto de hacer lo que tú quieras, lo que tus sentimientos te indiquen, lo que tus deseos te ordenen porque mientras la crítica ajena nadie te va a quitar, por lo menos date el gusto de ser quién tu eres y actuar como quieras actuar. Al fin y al cabo, ese eres tú y esa es la persona a la que de verdad has de gustar.”


Hola, te estaba esperando para compartirte mi posición.

Creo que la lectura de las reflexiones tal vez suene a un poco pesimistas y, si sos joven, tal vez muy exageradas. Digo esto porque hasta 15 años atrás, cuando todavía incursionaba activamente en el mundo empresarial, también pensaba lo mismo; y eso no está mal.

La adultez mayor y su problemática no estaba, ciertamente en mi radar y, a lo sumo tenía un gran interrogante sobre ella: ¿Cómo será? ¿Podré disfrutar siendo un jubilado? No estaba mal que te pagaran sin que trabajaras.

Sin embargo, al cumplir los 65 años y sin darme tiempo a reaccionar, todo cambió y te puedo garantizar que las reflexiones escritas son absolutamente ciertas.

Creo que la peor de todas es la desvalorización social que percibe el jubilado por parte de quienes antes lo consideraban como una persona experimentada, a la que valía la pena recurrir para nutrirse de sus conocimientos.

Es fundamental mantener una vida activa en el campo en el que uno se sienta a gusto: lectura, escritura, hobbies o ayudar a ONGs, entre otros; ya que en muchos casos los conocimientos y experiencia adquiridos son igualmente reconocidos, pero en ámbitos distintos al empresarial y, de paso, poder crear nuevos círculos de pertenencia.

Como en la fábula, hacer oídos sordos a lo que dicen los demás y confiar únicamente en la brújula interna para seguir siendo útiles.


Ahora me gustaría conocer tu honesta opinión con respecto a lo que acabás de leer. Para nosotros es muy importante recibirla para poder desarrollar un círculo de mejora continua en la publicación de nuestros artículos.

Desde ya, agradezco tu colaboración y espero seguir contándote como un lector de Trazando Surcos de ahora en más.

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Te mando un abrazo.

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