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El retiro laboral no es la puerta de ingreso a la vejez

Esteban Villamayor.

Julio de 2023

 

La edad no dicta nuestra realidad, pues cada individuo vive su adultez mayor de acuerdo a su bagaje de creencias, su singularidad metabólica, sus rutinas y su estilo de vida. Y además, el entorno en el que nos desenvolvemos también influye en la forma en que percibimos y vivimos la vejez.

Hasta hace no mucho se pensaba que cuando las personas alcanzaban los 60 años se volvían más débiles, menos útiles a la sociedad y representaban una carga. Es probable que algunas sean así, pero la gran mayoría no. Son personas que no solamente viven más, sino que están saludables y activas hasta el último de sus días.

Hay en esto una clara relación con la expectativa de vida, cuyo horizonte de crecimiento sorprende a la sociedad año tras año, gracias al cambio de condiciones que trae la tecnología y la biomedicina. Y no es desacertado decir que se vive una nueva longevidad que pide un protagonismo que representa la ruptura de un paradigma para este grupo etario.

 

La edad no determina nuestra esencia ni nuestro potencial

Debemos convenir que socialmente la vejez tiene mala prensa. Nadie quiere ser viejo o sentirse viejo. Es importante tener en cuenta al tratar el tema de la vejez que no existe una característica que sea universal para todas las personas. Así como cada individuo es un ser único también en la vejez hay muchas manifestaciones que la hacen diferir entre una y otra persona.

La oficina de estadística de la Unión Europea, Eurostat, publicó en 2022 una información sobre las personas mayores basada en actitudes, creencias y patrones de comportamiento, En ella, indica las edades estimadas de ingreso a la vejez según los países. A modo de ejemplo se citan: Turquía 66, Alemania 62, España y Suecia 63, Países Bajos 64, Bélgica, Suiza y Portugal 66.

En un documento de la CEPAL que analiza el envejecimiento en las sociedades latinoamericanas y del Caribe, señala la disparidad sociodemográfica que existe entre los países de la región considerando etnias, culturas, servicios de salud y mercados laborales para tipificar edades de envejecimiento.

 

No siempre existe una concordancia entre la edad cronológica, biológica, psicológica y sociológica, y cada individuo envejece de manera única y personal

Téngase en cuenta que cuando se habla de la edad en realidad nos estamos refiriendo a un concepto complejo que comprende la edad cronológica (esa que indica nuestro documento de identidad), la edad biológica (cómo me siento o percibo en mi comportamiento) y la edad sociológica (la que el grupo social ve cuando interactúo). Resulta válido mencionar que es muy raro que exista plena coincidencia entre ellas.

El contenido de este artículo hace referencia al retiro laboral (o jubilación para quien trabaja en relación de dependencia) y tal como está planteado hoy en la legislación, establece de manera compulsiva la salida del mercado laboral. Implica el apartamiento involuntario de un universo que tiene múltiples interrelaciones con profundo significado individual y colectivo.

 

Reconocer que la experiencia acumulada a lo largo de los años aporta sabiduría y valor a la sociedad

¿Adónde va la gente cuando se retira del trabajo cotidiano que ha realizado durante la mayor parte de su vida?

No es desatinado pensar que hay en esa situación una pérdida de identidad que probablemente vaya a impactar en su salud en el futuro, en la medida que no se tomen ciertos recaudos para evitar esa incidencia negativa.

Si observamos a nuestro alrededor, podemos ver que hay muchas personas que están plenamente activas más allá de los 70 años. Que están lejos de ser considerados una carga y que a menudo contribuyen mediante su trabajo con su economía personal y con la sociedad.

Pat Thane, investigadora y profesora de historia social contemporánea en el King College de Londres, dice. “Este es el mejor momento de la historia para ser viejo, y no hay razón alguna para que no continúe siéndolo”. 

 



Cada etapa de la vida tiene su propio encanto y oportunidades únicas para crecer y disfrutar

Cada edad vivida en cada tiempo tiene lo suyo. Somos personas que vivimos en momentos históricos diferentes. No se trata ahora de reemplazar el culto a la juventud por el culto a la longevidad. Nada de eso.

Actualmente, la sociedad cuenta con una cantidad numerosa de ciudadanos con rica experiencia y habilidades importantes que pueden ser aprovechados positivamente para su crecimiento y desarrollo: conocimientos específicos, capacidad de aprendizaje, talento para resolver problemas creativamente, motivación y compromiso con las generaciones futuras, entre otros.

Si todo eso se coloca en acción no cabe duda de que valdrá la pena pensar en un bienestar más distribuido salvando, claro está, las repercusiones sociales que tendrán los vaivenes de las políticas públicas.

 

El desafío apasionante de reinventarse a lo largo de la vida

El retiro laboral representa un momento de transición hacia una nueva etapa. El incremento de la expectativa de vida es un cambio fundamental que va a impulsar nuevos cambios en todos los aspectos de la vida.

 

Frente a esta situación que se nos presenta, ¿qué hacemos?

Podemos derrochar este tiempo quedándonos en la concepción todavía arraigada de que “lo nuestro ya pasó porque cumplimos un ciclo” o bien nos subimos a esta vida longeva y la utilizamos como estímulo para hacer que nuestro lugar en el que vivimos permita a todos envejecer de la mejor manera posible.

 A algunos les parecerá utópico. Hay un largo camino por recorrer. Usemos nuestras inteligencias emocional y racional para concretar eso que queremos y necesitamos.

El ingreso a la vejez no es un defecto personal, como dijo alguien por ahí. Se trata de una cuestión social que es común a las personas y que requiere de un accionar colectivo donde la interacción con las generaciones más jóvenes tiene un valor central.

 

El retiro laboral no significa abandonar las ilusiones, sino redescubrir nuevas pasiones

Cuando llega el tiempo del retiro laboral (no significa el retiro de la vida activa) que va de la mano del envejecimiento lógico que plantea la vida ¿en qué o en donde colocamos nuestro propósito futuro?

Tener planes para esta nueva etapa puede ser de utilidad para disminuir el temor a envejecer.

Al dejar de lado la actividad que se realizaba, (más de uno deseaba que se terminara), se experimenta una sensación de alivio. Ya no está el cumplimiento de horarios y de obligaciones laborales. Hasta podría decirse que es un momento esperado y que muchos están impacientes por su llegada.

 

Buena salud y buena actitud: los pilares para vivir plenamente

Si se pone el foco de atención en lo que vendrá, mediante un replanteo de la situación personal, probablemente el temor al envejecimiento y sus consecuencias no sea difícil de digerir.

Mirando hacia atrás se puede ver el camino recorrido haciendo una especie de balance del tiempo que se ha vivido.

Quedará por considerar cómo será mi salud en el transcurso de los próximos años, cómo estarán mis ingresos monetarios, cómo me veré yo y cómo me verán los demás porque llegado ese momento es posible que no quiera que mi vida termine.

Si bien para esto que se comenta no hay una receta, con buena salud y la actitud correcta existe la probabilidad de que sea esa persona que alguna vez quise haber sido.

 

Crear una vida comprometida con el altruismo que nos inspire

Si se posee un propósito que nos empuje a llevarlo a cabo, facilitará nuestro camino para los próximos años. Ese propósito debe ser construido.

La experiencia que tenemos acumulada debe servir para ponerlo en práctica.

Simone de Beauvoir escribió que “Sólo hay una solución para que la vejez no sea una absurda parodia de nuestra vida anterior. Y es pasar a consagrarse a fines que den sentido a nuestra existencia: dedicación a personas, grupos o causas, trabajo social, político, intelectual y creativo”.  

Debemos buscar el sentido de lo que haremos en esta nueva etapa, una tarea para los demás o para mi familia. 

Apelar a nuestra experiencia o logros para vernos mejor a nosotros mismos y actuar en consecuencia.

Concretar algún proyecto personal.

Participar en actividades comunitarias o vecinales según nuestras capacidades y ayudar a concretarla.

Mantener o incrementar nuestras relaciones interpersonales, porque somos y nos sentimos seres sociales.

Tengamos como fortalezas para transitar el retiro laboral -cito solamente algunas- la bondad, la gratitud, la integridad, la curiosidad, la capacidad para aprender, la perseverancia y la generosidad.

 

  

Concuerdo plenamente con este artículo y en mi caso, luego de trece años de haberme jubilado, puedo dar fe de que las alternativas que aquí se mencionan se encuentran entre las mejores para ayudarnos a transitar esta etapa con un auténtico sentido de realización.

En mi caso, luego de haber brindado mi experiencia profesional a una empresa multinacional de primer nivel durante más de cuatro décadas, me encontré de la noche a la mañana en esta nueva situación.

Esto me permitió, luego del lógico reacomodamiento inicial, dedicarme a vocaciones que no había podido desarrollar en la etapa anterior, algunas de las cuales eran desconocidas para mí.

Así surgieron la escritura de libros, el voluntariado en varias ONGs, la creación de Trazando Surcos y el uso de mi experiencia laboral en los proyectos personales de mis tres hijos.

Recuerdo un libro: “El hombre en busca de sentido” de Viktor Frankl. En él el autor, prisionero en Auschwitz, describe cómo el mantener la ilusión sobre un futuro mejor una vez finalizada la guerra y a pesar de los horrores a los que iba siendo sometido, le permitió superarlos y poder concretar lo que parecía una quimera.

No permitamos nunca perder esa ilusión y al levantarnos cada día planteémonos en qué y de qué forma, podemos modestamente contribuir a ayudar a quienes más lo necesitan en este mundo tan traumatizado.

Vale la pena. Se los aseguro.   

 

Tony S  

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