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Foto del escritorTony Salgado

El mercado laboral actual en Argentina

Hola, estimado lector.

En esta entrega te voy a presentar un gravísimo problema que aqueja a gran parte de nuestra sociedad, y que constituye en una de las grandes causas de la creciente pobreza que se abate sobre nosotros.

Te espero al final para compartir mis reflexiones.


La precarización laboral tiene el rostro del cuentapropismo

Jorge Colina, Dic 2021


"Salieron los datos del Indec sobre mercado laboral.

Allí lo que se puede apreciar es que no sólo hubo una recuperación luego de la pandemia, sino que, incluso, se está mejor que en el 3° trimestre del 2017, último de crecimiento económico.

La tasa de desempleo en el tercer trimestre del 2021 fue de 8,2% de la población activa, muy por debajo del 11,7% del año pasado y del 8,3% del tercer trimestre del 2017.

Pero estas son las pequeñas olas que se ven en la superficie del río.

Por debajo, hay potentes corrientes que llevan a la precarización laboral.

Los datos del Ministerio de Trabajo señalan que los empleados asalariados registrados en empresas privadas en el tercer trimestre del 2017 eran 6,2 millones, mientras este año son 5,9 millones. O sea, 300.000 menos en todo el país.

Los trabajadores informales, que son los empleados no registrados (“en negro”) y los cuentapropistas (la gran mayoría no registrados), en el 2017 eran 8,5 millones y hoy son 9,2 millones. O sea, son 700.000 más en 4 años.

El lector en este punto puede pensar: “Bueno, pero la pandemia algo tendrá que ver con todo esto, ¿no?”.

La respuesta es “ni”. En parte “no” y en parte “sí”.

En parte no, porque justo antes que llegue la pandemia el total de informales ya era 9,2 millones.

Con los recientes datos del Indec, se puede proyectar que ahora en el tercer trimestre de 2021 el efecto pandemia en el mercado laboral pasó, pero los informales volvieron a ser 9,2 millones.

La pandemia lo que hizo es cambiar el perfil de la precarización.

De los 9,2 millones de informales que había antes de ella, los asalariados “en negro” eran 4,5 millones y los cuentapropistas eran 4,7 millones.

Hoy, los asalariados “en negro” son 4,2 millones y los cuentapropistas son 5,0 millones. Hay cada vez menos asalariados “en negro” y más cuentapropistas.

Este era un proceso que ya venía de antes de la pandemia. Ella lo que hizo fue acelerarlo.

En 2018 y 2019 ya prácticamente no hay había creación neta de empleo asalariado “en negro”.

En cambio, el cuentapropismo crecía a razón de 200.000 por año.

Cuando vino lo peor del confinamiento (segundo trimestre del 2020) los asalariados “en negro” cayeron en 1,8 millones y los cuentapropistas en 1,2 millones.

Sobre finales del 2020, el cuentapropismo estaba totalmente recuperado, pero no ocurrió lo mismo con los empleados “en negro”, quienes estaban todavía 700.000 por debajo del año anterior.

Y en la actualidad se mantienen en un nivel de 300.000 empleados menos que el año previo.

La razón es que al prohibir abrir los negocios durante el confinamiento del 2020, desaparecieron muchos pequeños locales que empleaban “en negro” y mucha gente que se quedó sin este tipo de empleo se convirtió en cuentapropista a la fuerza, ya que tuvo que hacer algo por su cuenta para sobrevivir.

Si antes trabajaba en un pequeño local de ropa por un sueldo “en negro”, ahora vende ropa (que recibe en consignación, no sueldo) desde su casa.

Lo mismo el que vendía fundas y hacía mantenimiento de celulares, la rotisería, las reparaciones en general, y quizás alguno hasta tiene su propio local.


Actualmente el mercado laboral argentino está conformado de la siguiente manera:

De cada 100 ocupados:

30 son asalariados registrados en empresas privadas,

20 son empleados públicos,

23 son asalariados no registrados y

27 son cuentapropistas.

Los dos primeros son los formales: suman 50% y los dos segundos son los informales, que suman el otro 50%.

Esto se llama mercado laboral dual.

Cuando hay 50% de los ocupados informales, ello significa que la economía tiene baja productividad y, por lo tanto, el salario real nunca va a ser alto para una gran parte de la población.

Una consecuencia directa de ello es que la pobreza va a seguir siendo alta; y ese es el gran drama de nuestro país.

Cuando se tiene un mercado laboral dual y las instituciones laborales son muy arcaicas, como en Argentina, la desigualdad social se potencia; y las perspectivas a corto plazo no son muy halagüeñas, precisamente.


¿Qué son instituciones laborales arcaicas?

Una Ley de Negociación Colectiva que se creó en 1953 y nunca se revisó en la cuestión de fondo.

Convenios colectivos que se escribieron en la década del '70 y del '80, y que no sólo nunca se revisaron, sino que se obliga a todos los empleadores del país a aplicarlos (aun cuando no pertenezcan a la cámara firmante).

Una Ley de Contrato de Trabajo que se hizo en 1974, y que aunque se revisó muchas veces, siempre lo hizo en la búsqueda del conflicto y el juicio laboral, supuestamente, en defensa del trabajador.

Esta estructura institucional arcaica, además, sólo se aplica a la mitad de los ocupados: el 50% formal.

Con respecto al 50% informal, el mismo está desprotegido porque ni siquiera esta institucionalidad vieja y distorsionada le es aplicable.

Y no lo es, no porque falta el accionar judicial al que deben acudir los trabajadores informales.

No les llega porque la misma fue creada en el marco de una economía de hace medio siglo que ya no existe más.

Esta institucionalidad es la que espanta las inversiones y a los buenos empleadores y por eso condena a este 50% a la informalidad, siendo su gran mayoría los desafortunados cuentapropistas."


Bueno, aquí te estaba esperando. Estas son mis reflexiones:

Como ya hemos asumido la “normalidad de lo anormal”, no reparamos en el hecho de que un país tenga solo un 50% se sus empleados en condición de registrados es un enorme escándalo.

El hecho adicional de que, dentro de esa categoría, el 20% viva del Estado, termina de presentarnos un triste panorama de un país que se aleja cada vez más de la dirección en la que se mueve el mundo occidental, al que decimos pertenecer.

Inflación, pobreza, desempleo, falta de incentivación para progresar mediante productos y/o servicios competitivos, ¡sálvese quien pueda!, entre otras vivencias observables, son el resultado previsible de todo lo anterior.

¿Cómo enfrentarlo? Dicen que el primer paso para resolver un problema es reconocerlo, aceptarlo y comenzar a modificarlo, sin importar el tiempo que lleve.

Tal vez es lo que nuestros bienamados dirigentes políticos y sociales deben asumir y comprometerse al comenzar sus mandatos y no ignorarlos luego en el afán de construir un poder que les permita perpetuarse en sus cargos.


Ahora me gustaría conocer tu honesta opinión con respecto a este artículo.

Gracias por tu colaboración.

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