top of page
Foto del escritorTony Salgado

El encuentro y otros cuentos (X B de XIV)

Tony Salgado



La Clínica


...Viene de X A de XIV


Otros cuatro años han pasado desde que el padre y su hijo mayor se reunieron para intercambiar opiniones sobre la necesidad de equipar a la clínica con una nueva infraestructura basada en la transferencia de nanopartículas.  Dicha inversión terminó realizándose, luego que la Junta de Accionistas prestara su acuerdo y aportara el capital necesario y, afortunadamente, sus costos pudieron ser solventados por un préstamo inicial, el que se pudo cancelar luego con la utilización plena del equipo.

Esta vez es el turno de Josefina y, al igual que cuatro años atrás, está reunida con su padre, Guillermo, en la oficina de este, en la clínica.

—Hija, tal como hice años atrás con tu hermano, esta vez necesito tu opinión y consejo.

—Sí, pa. Sabés que contás con ellos, ¿en qué te puedo ayudar?

—Tengo que recurrir a vos porque los adelantos tecnológicos no dejan de crecer exponencialemente; y lo que era la avanzada hace poco tiempo atrás, hoy es casi obsoleto.  

—Es así, pa, por eso después de recibida seguí estudiando para estar al  tanto y poder conocer todo lo último que ha ido saliendo.

—Lo sé, hija, y no sabés cómo te lo agradezco. Necesito que me asesores sobre lo último que ha estado apareciendo después de los sistemas de transferencia con nanopartículas, que fue la base del equipamiento que acabmos de comprar no hace mucho.

—Bueno, pa, mira. Se ha creado un nanochip que es capaz de inyectar un nuevo código genético a las células, y así transformarlas en células con otras funciones. Luego estas células pueden cosecharse y aplicarse donde se las necesite. Esto se conoce como nanotransfección tisular, y permite curar heridas y reparar órganos de manera mucho más simple y rápida. Con solo ponerlo sobre la piel, este chip puede regenerar tejidos y órganos dañados, mediante un toque mágico electrónico de sólo un segundo.

—Sí, algo había oído, pero no conocía los detalles, ¿A ver? Contame un poco sobre los detalles.

—Escuchá, pa. Las células madre, presentes en todos los organismos, tienen la capacidad de dividirse y diferenciarse en otras células especializadas, y además de renovarse para producir más células madre. Esto le permitió a la ciencia lograr un nuevo adelanto, ya que se pudieron reprogramar a las células madre para transformarlas en otras llamadas pluripotentes inducidas.

—También escuché sobre ellas, pero no sé qué son ni qué hacen.

—Son células que son capaces de generar la mayoría de los tejidos y se obtienen cuando a las células madre se les induce la expresión de varios genes exógenos y pueden reprogramarse. Permiten así la reparación del organismo a partir de células del propio paciente, evitando los rechazos. El proceso de regeneración de tejidos es mucho más rápido porque no hay necesidad de transformar células en fábricas de otras células, ya que la fábrica es el propio dispositivo.

—Suena como adelanto extraordinario, pero así deben salir los equipos. ¿Vos me podrías averiguar lo mínimo para operar con ellas? Ya sabés lo que la clínica puede afrontar..

—Sí, por supuesto, pa. Lo averiguo y te digo.

 

Dos años más tarde la Clínica CLB ha incorporado esta nueva tecnología. La Junta de Accionistas, al comienzo dubitativa, finalmente se inclinó a favor de la nueva inversión. Como se puede apreciar, en el 2019, se ha transformado en un centro de avanzada en lo referente a tratamientos oncológicos.

Guillermo ya tiene sesenta y siete años y planea retirarse en un par de años más. La clínica quedará a cargo de sus hijos. Ernesto, de cuarenta años, será su director; y Josefina, de treinta y ocho, su vicedirectora.  

Viviana, de sesenta y tres años, ya se ha jubilado de su profesión de abogada.

Por último, Ricardo, de treinta y cuatro, ha seguido siendo fiel a sus principios de realizar el menor de los esfuerzos y disfrutar a pleno de la vida.

Es el cumpleaños número sesenta y cuatro de Viviana, y su marido, sus hijos, sus parejas y sus tres nietos, se han reunido en la casa de la calle Manzanares, de Saavedra, para cenar.  

—¡Feliz cumpleaños, mamá! —es el saludo que recibe Viviana de cada uno de sus hijos y sus familias al llegar a la casa—. Parece que los años no han pasado para vos; ¡te ves muy bien!

—Bueno, gracias, pasen, pasen, y dejen de mentir que no hace falta.

Luego del ritual de los saludos y una vez que han llegado todos, se sientan a la mesa los once comensales, incluidos tres niños, para comenzar a dar cuenta de los manjares que la dueña de casa y la señora que la ayuda han preparado.

Ernesto se ha casado y tiene dos hijos; un varón de cinco años y una nena de tres.

Josefina también lo ha hecho y tiene una hija de dos años.

Ricardo ha concurrido con la compañera con la que convive desde hace nueve meses. 

—¡Es una gran alegría, hijos, que hayan podido venir todos a celebrar este cumpleaños con nosotros!  —exclama Guillermo apenas todos están en sus lugares respectivos.

—Sí, es cierto —agrega Viviana—. Por distintos motivos nunca lo habíamos podido lograr antes; y ahora  que estamos todos me doy cuenta de cómo la familia se amplió. Estoy emocionada. Gracias por venir. 

—¿Pero, qué decís, ma? —responde Josefina— ¿Qué gracias ni gracias? ¡Esto lo lograron ustedes dos y se lo merecen ampliamente!

—Estoy de acuerdo con Jose —Ernesto se une al comentario de su hermana—, y además tengan en cuenta que todavía no terminó de crecer. Pueden haber más novedades en no mucho tiempo.   

—¿Por qué lo decís, Ernesto? —le pregunta Viviana a su hijo—. ¿Hay algo más que tenemos que festejar hoy?

—No, no vieja. Es un comentario general, que también aplica a “otros” integrantes de la familia.

—No sé de qué están hablando ustedes —responde Ricardo haciéndose el distraído— ¿Vos tenés idea? Le pregunta a su joven compañera.

—¡A mi no me metan en este tema familiar! —responde ella, risueña—. Recién acabo de conocerlos, chicos….

—¡Bueno, paren ahí! —interviene Guillermo para tratar de cerrar el tema—. Creo que hoy debemos celebrar también otro motivo que es también importante. El crecimiento y el éxito alcanzado por la Clínica CLB, a la que varios de nosotros estamos asociados, ¿no lo creen así? Y la mejor forma de hacerlo es dar cuenta de este delicioso tentempié que veo servido en nuestros platos. ¿De qué se trata, Vivi?

—¡No exageres, Guillermo! Ya saben todos que después de jubilarme, estoy haciendo mis primeras incursiones en la cocina. Es algo sencillo; un arrollado dietético hecho con atún, huevos duros, mayonesa, zanahoria rallada, morrones y aceitunas.

—¡Siempre tan modesta, Vivi! Esto tiene muy buena pinta y, por favor sírvanse lo que quieran para tomar; los vinos y el champaña lo acompañarán muy bien; y para los niños tienen gaseosas o agua. 

—Papá tiene razón, ma —interviene Josefina—. Seguro que en la cocina lo harás tas bien como en tu profesión. Sabés reinventarte cuando es necesario. Además, tus nietos te esperan para disfrutar de su abuela.   

Una vez que la entrada ha sido historia y a la espera del segundo plato, se retoma la conversación.

—Como dijo el viejo —Ernesto abre el tema—, llegar hasta donde hemos llegado con la Clínica es un motivo de auténtico orgullo familiar, ya que no fueron siempre caminos de rosas, precisamente, pero este es un caso típico de que “la familia unida nunca será vencida”, ¿no creen?

—Como papá, por modestia, no opina —interviene Josefina, mirando a sus padres y hermanos—, yo sí quiero hacerlo porque hay algo que nosotros, los tres médicos, lo sabemos y quiero hoy que todos lo conozcan en esta mesa.

Ante la sorpresa de varios comensales y una cierta incomodidad  de Ricardo, por haberse mantenido al margen del proyecto, Josefina continúa.

—Si bien tuvimos que superar muchos inconvenientes en el proceso de crecimiento de la clínica durante estos diez años, la verdad es que siempre, de algún modo, ya los habíamos previsto y estábamos preparados para hacerles frente. A la infraestructura que agregamos, tanto en refacciones del edificio como en equipos, las aprobaciones de la Junta de Accionistas, el soporte logístico y otras que no viene al caso mencionar; les hicimos frente y, con el esfuerzo de todos, las superamos.

Todos están de acuerdo con lo que dice Josefina, aunque no saben bien dónde quiere ir con sus comentarios.   

—Pero vivimos una circunstancia que no comentamos en familia y que pudo ser el motivo de un gravísimo traspié en nuestro proyecto familiar. Ocurrió porque fue un imprevisto, en una situación de emergencia, y no teníamos in mente nada que pudiera resolverlo.

—¡Por Dios, hija! —exclama Viviana—. ¿De qué se trató?¿Por qué no lo dijeron?

—Ma, no lo dijimos por expreso pedido de quien finalmente resolvió el problema y permitió que saliéramos de esa circunstancia crítica, y ocurrió cuando los tres estábamos en medio de una delicada operación quirúrgica y, de golpe, el equipo dejó de funcionar. Teníamos una hora para resolver el problema; de lo contrario la vida del paciente podría comenzar a correr cierto peligro y a esa hora de la noche el service oficial estaba cerrado. 

—¡Santo cielo! ¿Y qué hicieron? —pregunta, angustiada, Viviana.

—Pues lo único que se me ocurrió a mí fue llamar por teléfono y explicar el problema a quien creía que podía resolverlo. Y, gracias a Dios, llegó, vio que el problema provenía de una plaqueta, la retiró, revisó y descubrió que la conexión de un componente se había roto. Ni lerdo ni perezoso, con el soldador que había traído entre sus herramientas lo soldó y el equipo volvió a funcionar en menos de cincuenta minutos.   

Los ojos de los tres médicos se humedecen cuando la madre insiste en su pregunta.

—Un verdaderos ángel, mis queridos, pero por Dios, ¿Quién fue?

—Ma, fue tu hijo Ricardo, quien nos pidió encarecidamente que no lo divulgáramos, para no afectar su imagen de “bon vivant”.

—¡Pero, hijo, querido! Siempre supe que tenías un corazón tan generoso.. ¡lo sabía!... ¡lo sabía!.., pero lo que desconocía es que tuvieras esos conocimientos…

Todos los comensales, incluidos los niños, acompañando a sus padres, se levantan para estrechar en sus brazos al hijo “descarriado”.

—¡Tranquilos! ¡tranquilos! La universidad de la calle y del rebusque está dotada de materias como esta, pero solo se debe recurrir a ellas en circunstancias como esta. No sea que perjudiquen la imagen de uno. ¡No es tan fácil mantenerla!




0 comentarios

Comments


bottom of page