Reflexiones para el alma
Un banquero y experto en inversiones, estaba en el muelle de un pequeño pueblo caribeño, cuando llegó un pescador en su bote.
Dentro del bote había varios atunes amarillos bastante grandes y el banquero elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó:
–¿Cuánto tiempo le tomó pescarlos?
–Muy poco tiempo, respondió el pescador.
–¿Por qué no se quedó más tiempo pescando? podría haber traído más peces, preguntó el banquero.
–Sí, seguramente, pero esto es suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de mi familia, dijo el pescador.
–Pero permíteme que te pregunte, dijo el banquero ¿qué haces con el resto de tu tiempo?,
–Después de pescar, descanso un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta, luego acompaño a mi esposa a hacer las compras y por las noches me reúno con los amigos para pasar un buen rato conversando. Llevo una vida tranquila y despreocupada, dijo el pescador.
–Mira, yo soy un especialista en marketing y asesor de grandes empresas y podría ayudarte a desarrollar un negocio. Lo que tendrías que hacer, es dedicar más tiempo a la pesca y con los ingresos podrías comprar un bote más grande.
Al tener un bote más grande podrás pescar mucho más que ahora, de modo que duplicarías las ganancias.
Con el tiempo podrías comprar varios botes y tener empleados que pesquen para ti.
El siguiente paso es que, en lugar de vender el pescado a un intermediario, lo podrías vender directamente a la empresa que distribuye el pescado una vez envasado y empaquetado y con el tiempo, podrías tener la distribución para la provincia o el país entero.
Claro, cuando eso ocurra, tendrías que dejar este pequeño pueblo para instalarte en la gran ciudad, desde donde manejarías tu empresa, sin tener que salir a pescar.
–¿Pero, cuánto tiempo hace falta para que ocurra todo eso?, preguntó el pescador.
–Entre diez y quince años, dijo el banquero.
–¿Y luego, qué?, dijo el pescador.
–Después se puede anunciar una Ronda de Inversiones y vender las acciones de tu empresa al público. Te harás millonario.
–¿Y luego, qué?, le preguntó sonriendo al banquero.
–Luego, te puedes retirar.
Te compras una casita en un pueblecito de la costa, donde puedes descansar, dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, ir con tu esposa de compras y reunirte con tus amigos y familiares para pasarlo bien, dijo el banquero.
-Pero…. ¿Acaso no es eso lo que tengo ya ahora?
Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene pero que muchas veces no vemos.
La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal por aquello que no tenemos.
A diferencia del pescador los jubilados, en los países serios, pueden disfrutar de sus mismos privilegios luego de cumplir con los pasos que menciona el banquero (se ve que tan errado no estaba el hombre…)
Pero claro; esto les ha llevado una buena parte de sus vidas y es el justo reconocimiento a tantos años de esfuerzo.
Sin embargo, en nuestro bendito país, donde siempre nos constituirnos en la excepción a las reglas, llegamos a la edad de adultos mayores y nos entregan unas jubilaciones verdaderamente vergonzosas e indignas.
¿Qué nos hubiera ocurrido si, en vez de habernos esforzado durante décadas honrando a nuestras profesiones, hubiéramos hecho en su momento “la del pescador”?
¿Valieron la pena tanto estudio y horas de trabajo, repletas de sinsabores, tensiones y enfrentamientos que debimos soportar, restando un tiempo valioso que podíamos haber dedicado a nuestras familias?
Y todo para ser humillados por nuestros soberbios gobernantes que se han llenado sus bolsillos a costa nuestra y ahora nos ignoran olímpicamente.
Mi recomendación al pescador: si vivís en cualquier país civilizado, aceptá la propuesta del banquero. Tendrás una vida en la que deberás esforzarte, pero que será plena de realizaciones, una de las cuales podrá ser constituir una hermosa familia.
Si vivís en Argentina, seguí pescando tranquilo y no escuches al banquero.
Tony S
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