Para desarrollar las relaciones entre estos dos contendientes, el poder y el amor, el filósofo argentino Héctor D Mandrioni debe recurrir a Fedor Dostoievski y a su famosa obra “Los Hermanos Karamasov”.
Aquí, el poder entendido como autoridad ejercitada dentro de un estado, debe desaparecer con el advenimiento de un amor carismático cristiano, dando lugar a este nuevo tipo de relación.
Espero que estos conceptos resulten de su agrado y, como siempre, los estaré aguardando al final de la lectura.
El amor contra el poder
“Trazas de poder y de amor” (2019)
Tony Salgado, en base a conceptos tomados del filósofo Héctor D Mandrioni.
"Una consideración de las relaciones entre el amor y el poder, tal cómo fueron pensadas por el novelista ruso Fedor Dostoievski, exige introducirse en el espacio agónico en el que contienden las dos grandes figuras del bien y del mal. Estas figuras tienen aquí nombres muy claros y definidos: Cristo y Satán.
El primer momento transcurre a lo largo de la exposición de la leyenda o Monólogo del Gran Inquisidor frente a Cristo, nuevamente juzgado y rechazado aquí. Dicho monólogo reproduce las tentaciones del desierto, por lo que nuevamente ambos vuelven a enfrentarse, pero ahora sobre el telón de fondo de los dieciséis siglos transcurridos luego de aquel grandioso suceso.
El segundo momento se desenvuelve a través de las palabras con las que uno de los personajes, Aliosha, expone las enseñanzas de su vida espiritual, el maestro Zózima. Allí se anticipa lo que habría de ser un día la organización comunitaria de aquellos que se reúnen en una Iglesia carismática y apocalíptica, fundamentada únicamente en el amor de Cristo.
El tercer momento se hace en las Bodas de Caná. En ese lugar el novelista narra el éxtasis de Aliosha, como compendio de la transformación de una existencia por virtud del amor cristiano
Lo que Cristo sugiere con su silencio en La leyenda del Gran inquisidor y lo que Zózima enseña con sus palabras, aquí Aliosha lo vive hasta sus últimas consecuencias. Por eso en el fondo de este éxtasis de amor humano-cósmico surge la imagen del hombre nuevo verdadero, frente a la imagen del otro hombre nuevo forjado en el poema de otro de los personajes, Iván.
El destino de la humanidad no es un contenido obtenido mediante una investigación natural o relativo a ninguna fuerza humana. Por el contrario, el mismo es un dato recibido mediante una revelación sobrenatural y concretado a través de una experiencia religiosa fundamental. Jamás la humanidad la habría encontrado si ella no hubiese sido misteriosamente captada e introducida al espacio en el que contienden Cristo y Satán.
Cristo e quien "pasa en silencio", con una mansa sonrisa de dolor infinito. Satán, por su parte, representa aquí al "terrible e inteligente espíritu, el de la propia destrucción y del no ser".
De este modo, no corresponde al hombre dar un sentido a la vida, sino que a él sólo le cabe recibirlo; y ese sentido funda la opción decisiva que debe cumplir todo hombre, a saber: optar entre el nuevo orden mundial de Cristo, y el de Satán.
El primero se funda en el principio de Dios hecho hombre. Cambia al hombre desde dentro, creándole un nuevo paraíso y restituyéndolo al estado primordial anterior a la caída. La tierra se transfigura, la naturaleza revela nuevas relaciones, y surge la nueva humanidad.
El segundo orden, en cambio, se impone por el poder, se mantiene por el terror de una minoría sobre una mayoría sumisa y sólo conoce la exterioridad de las relaciones coactivas.
En la escenificación de las tres tentaciones Iván imagina un sistema mundial ejercido por el poder despótico de cien mil amos que reinan sobre una humanidad convertida en rebaño; mientras que Zózima, por boca de Aliosha, piensa, un orden mundial fundado en la comunidad de hombres libres, reunidos en torno a la presencia carismática del Amor.
Lo que cumple, redime y salva al ser humano. No consiste en una armonía inventada por el cálculo e impuesta coactivamente por la fuerza del poder; sino en la armonía rescatada del alma, gracias a la purificación penitencial del sufrimiento y a la generosidad del amor.
En Nietzche existe la apropiación orgullosa de la libertad y de la responsabilidad en un mundo sin Dios que convierte de este modo al hombre en hombre superior, capacitándolo para la organización de la tierra a partir de su voluntad de poder.
En cambio, para Dostoievski, la libertad y la responsabilidad sólo surgen como tales, cobran un sentido y fundan una tarea gracias al llamado de Cristo en la revelación de su amor.
Sólo se llega a ser auténticamente libre y responsable frente a la opción suprema: Cristo o Satanás.
Iván tiene 23 años y está a punto de partir para Europa. Se define a sí mismo como poseedor de una razón euclidiana y afirma: Yo no niego a Dios; lo que no admito es ese universo divino por Él creado; ese universo de Dios no puedo avenirme a aceptarlo.
Es un enigma: por momentos cree en Dios pero no acepta su creación. En otros se afirma ateo y piensa en una organización de la Tierra en base a un proceso puramente humano.
Una profunda decisión lo divide interiormente: hay momentos en los que el amor a la vida lo seduce y el instinto lo avasalla; en esos momentos la existencia de Dios significa para él: todo es lícito.
Según Iván, el Gran Inquisidor acusa a Cristo de haberse equivocado y pretende ahora corregir su obra, pues su error fue no haber consentido en las tres tentaciones y demostrar así un verdadero amor hacia los hombres. La gran opción que le planteaba el espíritu inteligente era ésta: o libertad con sufrimiento, o felicidad sin libertad. Jesús se equivocó porque eligió el primer camino, sobreestimando la capacidad espiritual del ser humano.
Así, Cristo no sólo se adueñó de la libertad humana, sino que por el contrario la elevó hasta una altura infinita al llevarla a un nivel de opción insoportable para la débil criatura. Este comportamiento de Cristo muestra que realmente no amó al hombre, sino que le hizo un inmenso daño.
La versión opuesta es presentada por el autor a través de la doctrina del monje Zózima.
La enseñanza evangélica sobre el amor, en particular tal cómo se revela en el Evangelio de San Juan y tal como la encarna la Iglesia ortodoxa rusa y la vivencia de su pueblo, constituyen el fundamento de una nueva comunidad fundamentada en el amor cristiano.
La raíz de la organización del nuevo mundo se halla en el corazón del verdadero hombre nuevo; y la raíz de este último se encuentra en la conversión al amor cristiano. Éste es en sustancia, el contenido de la predicación de sus monjes. Sólo aquel que sea liberado de esta tiranía, se encamina hacia la positiva y verdadera libertad.
La conversión significa un cambio interior, por el que las cosas dejan de ejercer sobre el alma aquella fuerza de atracción, en virtud de la cual el corazón humano se le rinde y cae en servidumbre, aislamiento y tristeza.
La causa de esta transformación es el amor de Cristo; amor carismático, místico y unitivo. Este amor se identifica con el milagro de la revelación del mismo Cristo. En este sentido es indecible e imposible de poder ser encerrado en la fórmula de una definición.
El amor cristiano se halla más allá de toda posible deducción lógica y comprobación científica. Es imprevisto, insospechado, libre y divino. El espíritu euclídeo chocará siempre contra él.
Dostoievski señala el aspecto anonadador y de ternura que este amor encierra. El que se abre a él, muy pronto comprende su nada, su incapacidad de erigirse en juez de sus hermanos, la ausencia de todo título real como para comprenderse a sí mismo como superior a su semejante.
El amor cristiano no puede ser impuesto; sólo debe ser predicado y proclamado, pero su proclamación y la fuerza irradiante de su evidencia producen un juicio de las conciencias, de modo que aquellos que lo rechazan pronto sentirán un infierno en su interior.
El amor está más allá de toda codificación legal jurídica. No es algo exterior, sino pura espontaneidad interna del corazón que transforma el alma, y con ella se transforman las relaciones del hombre con los otros hombres y con la Tierra entera. Solo así podrá nacer la fraternidad en la Tierra.
En el otro extremo se encuentra el segundo orden nuevo, el de Satanás. Aquí el mismo se impone por el poder, se mantiene por el terror de una minoría sobre una mayoría sumisa, y sólo conoce la exterioridad de las relaciones coactivas.
El "homo técnicus" es la ejemplificación, precisamente, de lo que significa el poder lanzado contra el amor.
Reconocida la distancia que media entre el hombre y el mundo, el trabajo y la técnica, potenciados por la ciencia, tratan de cubrir cada vez con más éxito aquella distancia alienarte. Pero el espíritu de la actual civilización entiende esa desalineación como una emancipación del hombre y piensa que, una vez cubierta la distancia hombre-cosas, el ser humano, por su propia virtud, alcanzará su absoluta autosuficiencia.
¿Para qué quieren Satán y Cristo ser "señores" del hombre?
Satán quiere dominar, dominando. Cristo, en cambio, quiere dominar, sirviendo.
El primero intenta dominar por el poder; el segundo mediante el amor sacrificado.
Satán se dirige directamente por el camino más corto y más fácil al terreno del dominio mediante la vía incesante de la coacción.
Cristo, por el contrario, solicita el dominio del alma recorriendo la senda estrecha del vía crucis y por eso a las tentaciones están tan íntimamente ligadas con las pasiones de Jesús.
Dostoievski piensa ante todo en su pueblo, Rusia.
A este pueblo le compete la sublime misión de ser el llamado a realizar esta unión entre los hombres, pues en los rusos alienta, según el novelista, una vocación divina".
¿Qué te ha parecido? ¿Interesante? ¿Aburrido? Espero que sea lo primero, como me ocurrió a mí.
Encontré muy claro el desafío planteado por uno de los principales escritores de la Rusia zarista del siglo XIX, cuya literatura explora la psicología humana en el complejo contexto político, social y espiritual de la sociedad rusa del siglo xix.
Lamentablemente un siglo después y luego de la caída del zarismo, su país se volcó por la segunda opción, alejada del amor cristiano ortodoxo y basada en la concentración del poder en unos pocos tiranos, que mediante el terror y los crímenes, lo sumieron en una profunda decadencia y hambruna de su población.
En las próximas entregas semanales les iré mostrando otras nuevas formas de relación entre el Poder y el Amor.
¡Los espero!
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