Lionel Scaloni
Nació el 16 de mayo de 1978 en Pujato, un pueblo de la provincia de Santa Fe.
Su infancia estuvo marcada por su pasión por el fútbol, la cual desarrolló en las calles de su localidad junto a su hermano.
A temprana edad, mostró su talento, lo que llamó la atención de clubes locales.
Su carrera profesional comenzó en Newell's Old Boys, una de las principales academias de fútbol del país, famosa por haber formado a Lionel Messi.
Sin embargo, no fue hasta su traslado a Estudiantes de La Plata, donde comenzó a destacar como un lateral derecho prometedor.
Con su velocidad, energía y capacidad defensiva, logró ganarse un lugar en el primer equipo, lo que rápidamente atrajo el interés de clubes europeos.
En 1998 fue fichado por el Deportivo de La Coruña.
Su llegada al fútbol europeo marcó el comienzo de una carrera notable en una liga altamente competitiva.
En el Deportivo, vivió uno de los periodos más exitosos de su carrera, siendo parte del equipo que ganó la histórica Liga española en la temporada 1999-2000.
No solo se destacaba por su habilidad en defensa, sino también por su capacidad para incorporarse al ataque.
Jugaba como lateral derecho, pero también podía adaptarse a posiciones más avanzadas o incluso al centro del campo.
En su tiempo en el Deportivo, se consolidó como un jugador versátil y confiable.
En 2006 fue cedido al West Ham United, donde vivió una breve pero intensa experiencia en el fútbol inglés.
Aunque su paso por Inglaterra no fue extenso, jugó un papel crucial en la final de la FA Cup de 2006, donde el West Ham perdió ante el Liverpool en penales.
También pasó por otros clubes europeos, incluyendo Lazio en Italia, Mallorca y Racing de Santander en España, donde cerraría su carrera como futbolista en 2015.
Aunque no alcanzó la fama de otros jugadores de su generación, su solidez, dedicación y experiencia en ligas europeas fueron características que posteriormente le ayudarían en su rol como entrenador.
A nivel internacional, fue convocado en varias ocasiones para representar a la Selección.
Su primera aparición importante fue en la Copa del Mundo Sub-20 de 1997, donde Argentina se coronó campeona bajo la dirección técnica de José Pékerman.
Ese torneo marcó el comienzo de una fructífera carrera internacional, ya que le permitió compartir vestuario con jugadores que luego se convertirían en leyendas del fútbol argentino, como Juan Román Riquelme y Pablo Aimar.
A nivel de selección mayor, fue convocado en varias ocasiones, aunque su participación fue limitada en comparación con otros contemporáneos.
Formó parte del plantel que jugó el Mundial de 2006 en Alemania, donde Argentina fue eliminada en los cuartos de final por el equipo anfitrión. Aunque no fue un titular indiscutible, su experiencia y liderazgo dentro del grupo fueron factores valorados por los entrenadores.
Cuando asumió el cargo de seleccionador de Argentina en 2018, lo hizo en un momento crítico.
El equipo venía de una dolorosa eliminación en los octavos de final del Mundial de Rusia y de una fuerte crítica hacia los entrenadores anteriores.
Sin experiencia previa como entrenador en equipos de primer nivel, fue visto como una solución temporal mientras la AFA buscaba a un técnico más consolidado.
Sin embargo, sorprendió al realizar cambios fundamentales en el equipo.
Decidió apostar por una renovación generacional, dejando de lado a varias figuras veteranas que habían sido icónicas en el ciclo anterior, y dándole espacio a jóvenes talentos que venían destacando en sus clubes.
Entre los nombres más destacados, Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, y Lautaro Martínez, quienes rápidamente se convirtieron en pilares del equipo.
Uno de los aspectos más destacados fue la construcción de un grupo unido, donde las jerarquías del pasado no pesaban tanto como el trabajo colectivo.
La relación entre Lionel Messi y Scaloni fue clave para este proceso de renovación. Messi, el gran capitán y referente del equipo, decidió quedarse y apoyó sus decisiones, algo que fue vital para la transición.
Su primer gran desafío fue la Copa América 2019 en Brasil.
Si bien Argentina no llegó a la final, el torneo fue un aprendizaje esencial para el equipo y para el propio Scaloni.
A pesar de las críticas, el equipo mostró una evolución táctica, consolidando una defensa más sólida y una idea de juego más clara, aunque aún en desarrollo.
Argentina terminó en tercer lugar tras derrotar a Chile en el partido por el tercer puesto, pero lo más importante fue la consolidación de la nueva generación de jugadores.
Logró encontrar un equilibrio entre la juventud y la experiencia, algo que le permitiría encarar con más confianza los futuros desafíos.
La Copa América 2021 marcó un momento decisivo en su carrera.
Hasta ese momento, había enfrentado críticas y dudas sobre su capacidad para liderar a un equipo con tanto peso histórico y presión mediática.
Pero ese torneo fue el punto de inflexión que consolidó su lugar en la élite de los entrenadores argentinos y, más importante aún, en el corazón de los aficionados.
Argentina no ganaba un título importante desde 1993, cuando conquistó la Copa América.
La falta de trofeos, combinada con la frustración por las derrotas en varias finales (Copa del Mundo 2014, Copa América 2015 y 2016), había generado una pesada carga emocional para los jugadores, especialmente para Lionel Messi, quien ya era considerado uno de los mejores futbolistas de la historia, pero sin un título importante con su selección.
El torneo de 2021 representaba una oportunidad para romper esa racha y devolver la gloria a Argentina.
Una de las características más importantes de su gestión fue la relación cercana y de confianza que estableció con Lionel Messi.
El capitán del equipo había pasado por momentos difíciles en la selección, y las críticas hacia él, especialmente desde el propio público argentino, habían generado incertidumbre sobre su continuidad.
Supo entender la importancia de rodear a Messi de un grupo de jugadores que no solo lo respetaran, sino que también estuvieran comprometidos con el éxito colectivo.
Su trabajo no solo fue táctico, sino también emocional.
Supo darle a Messi el liderazgo que necesitaba y construyó un equipo en torno a él, pero sin depender exclusivamente de su magia.
La clave del éxito en la Copa América 2021 fue la cohesión del grupo y la sensación de que, por primera vez en muchos años, Argentina era un equipo en toda su extensión, no solo un conjunto de jugadores esperando que Messi resolviera los partidos.
Si bien Argentina tenía talento de sobra en ataque, con jugadores como Lautaro Martínez, Ángel Di María y el propio Messi, sabía que para ganar títulos era fundamental construir una defensa sólida.
La introducción de Emiliano "Dibu" Martínez como portero titular fue uno de los grandes aciertos del técnico. Martínez no solo se destacó por su seguridad bajo los tres palos, sino también por su personalidad fuerte y su capacidad para motivar a sus compañeros.
Apostó por una línea defensiva compacta, liderada por Nicolás Otamendi y el joven Cristian Romero.
En el mediocampo, jugadores como Rodrigo De Paul y Leandro Paredes se encargaron de mantener el equilibrio entre defensa y ataque.
El equipo no siempre jugaba un fútbol vistoso, pero sí era efectivo y difícil de superar.
El camino hacia el título no fue sencillo. A lo largo del torneo, tuvo que enfrentar a rivales complicados, y uno de los momentos más recordados fue la tanda de penales en la semifinal contra Colombia.
En ese partido, Dibu Martínez se convirtió en héroe al detener varios penales y garantizar el pase a la final.
Su actuación fue una muestra de la fortaleza mental del equipo, algo que había faltado en ediciones anteriores.
La final contra Brasil fue el desafío más grande.
No solo era el clásico sudamericano, sino que Argentina debía enfrentarse a Brasil en su propio país, en el mítico estadio Maracaná.
Fue un partido muy disputado, decidido por un gol de Di María en el primer tiempo.
Argentina resistió los embates de Brasil durante el resto del encuentro, y cuando el árbitro pitó el final, la sequía de 28 años había terminado.
La victoria en la Copa América 2021 no solo trajo alivio a una generación de jugadores, sino que también lo consolidó como un entrenador capaz de gestionar la presión y guiar a su equipo en los momentos más difíciles.
El camino hacia Qatar comenzó con las eliminatorias sudamericanas, que siempre representan un desafío para cualquier equipo debido a la competitividad de las selecciones de la región. A pesar de ello, Argentina logró avanzar con relativa comodidad. El equipo mantuvo una racha de partidos invictos que les permitió clasificarse sin demasiadas dificultades, terminando en segundo lugar detrás de Brasil.
Durante las eliminatorias, Scaloni continuó apostando por un equipo equilibrado, con una defensa sólida y un mediocampo capaz de controlar el ritmo del partido. El crecimiento de jugadores como Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Lautaro Martínez fue evidente, mientras que Lionel Messi seguía siendo la figura central, tanto en lo futbolístico como en lo emocional.
Una de las características notables de su equipo fue su versatilidad táctica.
El entrenador supo adaptar su planteamiento dependiendo del rival y de las circunstancias del partido.
Aunque Argentina seguía manteniendo una base sólida en defensa, también mostraba capacidad para dominar el juego en el mediocampo y ser letal en el contraataque.
El equilibrio entre juventud y experiencia fue crucial. Jugadores veteranos como Messi, Otamendi y Di María aportaron la sabiduría necesaria en los momentos difíciles, mientras que jóvenes como Cristian Romero y Julián Álvarez trajeron energía y frescura al equipo.
Esta identidad se basaba en tres pilares fundamentales: la unidad del grupo, la humildad y el trabajo en equipo.
A diferencia de ciclos anteriores, donde las estrellas parecían jugar por separado, esta selección mostraba un compromiso colectivo que hacía que todos, desde el capitán hasta el suplente, se sintieran parte del proyecto.
La Copa del Mundo 2022 llegó con altas expectativas para Argentina, pero también con el entendimiento de que cualquier cosa podría suceder en un torneo tan impredecible. A pesar de su racha invicta y de haber ganado la Copa América, muchos expertos aún dudaban si su equipo tenía la capacidad para enfrentar a los gigantes europeos como Francia, Alemania o España.
El torneo comenzó con un shock: una inesperada derrota ante Arabia Saudita en su primer partido de la fase de grupos. Esta fue una de las grandes sorpresas del torneo y puso en duda las aspiraciones de Argentina.
Sin embargo, lejos de entrar en pánico, mostró su capacidad de gestión al mantener la calma y reestructurar el equipo.
A partir de ese momento, Argentina cambió el rumbo.
Con victorias clave en los siguientes partidos de la fase de grupos, el equipo recuperó confianza.
En las fases eliminatorias, el equipo demostró su carácter y fortaleza, especialmente en los partidos contra Países Bajos y Croacia.
Scaloni realizó ajustes tácticos en cada partido, demostrando su capacidad para leer el juego y adaptarse.
El 18 de diciembre de 2022 quedará grabado en la memoria del fútbol mundial.
En esa fecha, Argentina, bajo su dirección, se coronó campeona del mundo tras vencer a Francia en la final del Mundial de Qatar.
El partido, considerado por muchos como uno de los mejores en la historia de los mundiales, fue un espectáculo de emociones, táctica y momentos memorables.
Argentina llegó al partido final con una idea de juego bien definida.
El esquema táctico que había desarrollado a lo largo del torneo se basaba en una defensa sólida, un mediocampo con gran capacidad para recuperar el balón y una delantera letal.
Su estrategia se centró en controlar el ritmo del partido y aprovechar las oportunidades que generaban Lionel Messi y los atacantes, como Ángel Di María y Julián Álvarez.
Desde el pitazo inicial, Argentina mostró una actitud ofensiva.
En el primer tiempo, el equipo logró imponerse en el marcador con goles de Messi, de penal, y de Di María, culminando una jugada colectiva brillante que dejó al público en el estadio Lusail impresionado por la precisión del juego argentino.
Francia, campeona defensora, parecía desconcertada y no lograba generar peligro, lo que dejaba en claro el acierto de su planteamiento táctico.
Sin embargo, el segundo tiempo trajo un giro inesperado. Kylian Mbappé, la estrella francesa, marcó dos goles en un intervalo de pocos minutos, empatando el partido y llevando a ambos equipos a la prórroga.
Este fue uno de los momentos más dramáticos del encuentro, y Scaloni mostró su capacidad para mantener la calma en situaciones de alta presión.
A lo largo del torneo, su gestión emocional había sido un factor clave para el éxito del equipo, y la final no fue la excepción.
En la prórroga, Messi volvió a poner a Argentina en ventaja con un gol que parecía sentenciar el partido, pero una vez más, Mbappé apareció con un penal que llevó el encuentro a la tanda de penales.
Su gestión táctica y emocional volvió a ser fundamental en este momento crítico, ya que motivó a sus jugadores a mantener la calma y ejecutar con precisión.
Finalmente, en los penales, Emiliano "Dibu" Martínez se erigió como el héroe al atajar un disparo clave, mientras que los jugadores argentinos anotaron todos sus penales. Argentina se consagró campeona del mundo, obteniendo su tercera estrella y rompiendo una sequía de 36 años sin títulos mundiales.
La victoria en el Mundial de Qatar fue mucho más que un título para el país.
Representó un triunfo emocional y simbólico para una nación apasionada por el fútbol que había sufrido muchas decepciones en los años anteriores.
La Copa del Mundo era el trofeo que los argentinos más anhelaban, y bajo la dirección de Lionel Scaloni, finalmente lograron levantarlo.
En el país, la celebración fue histórica.
Millones de personas salieron a las calles de Buenos Aires y otras ciudades para festejar el logro del equipo nacional.
Las imágenes de la caravana de los jugadores siendo aclamados por multitudes quedarán en la memoria colectiva por generaciones.
Scaloni, quien alguna vez había sido cuestionado por su falta de experiencia, ahora era un héroe nacional.
Con esta victoria, su nombre se inscribió en los libros de historia del fútbol mundial. Al lograr el campeonato del mundo, se unió al selecto grupo de entrenadores que han ganado la Copa del Mundo, como César Luis Menotti y Carlos Bilardo, los dos entrenadores que previamente habían llevado a Argentina a la cima del fútbol.
Lo que lo diferencia es su historia atípica.
Llegó al puesto sin haber sido una figura icónica ni haber tenido una carrera larga como técnico en clubes de élite.
Fue un entrenador que, a pesar de las dudas iniciales, supo construir un equipo competitivo y cohesionado.
Además, lo hizo en un contexto de gran presión, donde la expectativa de éxito era inmensa debido a la presencia de Messi y el deseo de los argentinos de volver a ser campeones.
Equipos y selecciones de todo el mundo observarán con atención su trayectoria, ya que ha demostrado tener una filosofía de fútbol clara y efectiva.
Además, su enfoque hacia el juego moderno, con énfasis en la presión alta, el control del balón y la versatilidad táctica, lo convierte en un modelo a seguir para los entrenadores más jóvenes.
Desde el caos que existía tras el Mundial de 2018 hasta la gloria en la Copa América 2021, el Mundial de Qatar 2022, y la Copa América 2024, ha demostrado que un entrenador joven y sin experiencia previa puede lograr grandes cosas si cuenta con la confianza de sus jugadores y la determinación para aprender y adaptarse.
Uno de los aspectos más importantes es la manera en que revitalizó el ambiente.
Donde antes había tensiones y presión desmesurada, logró construir un equipo en el que el compañerismo, la humildad y el trabajo en equipo fueron fundamentales. Esto cambió la dinámica dentro del vestuario y permitió que jugadores como Messi, quien había considerado retirarse de la selección, volvieran a disfrutar del fútbol internacional.
Ha sido un entrenador que ha sabido aprender sobre la marcha. Desde sus primeros partidos como técnico interino, mostró una disposición para adaptarse y evolucionar. Su estilo de liderazgo es cercano a los jugadores, algo que ha sido clave en la gestión de un grupo con tantas estrellas y egos.
En cuanto a su filosofía de juego, se caracteriza por un fútbol equilibrado, en el que tanto la defensa como el ataque son igualmente importantes. Prefiere equipos compactos, con una defensa sólida y transiciones rápidas al ataque. Aunque ha sido criticado por ser pragmático en ciertos momentos, ha demostrado que sabe ajustar su estrategia dependiendo del rival, algo que quedó en evidencia durante el Mundial de Qatar.
Considero que, indudablemente, Lionel Scaloni ha sido hasta la fecha el director técnico más eficaz que ha tenido la selección argentina de fútbol en toda su historia.
Los títulos conseguidos en las Copas Américas 2021 y 2024 y el Campeonato Mundial del 2022, en tan solo seis años de su gestión, no dejan ninguna duda al respecto.
Pero lo que quiero resaltar, aparte de lo espectacular de estos logros, es que los mismos se consiguieron con un verdadero espíritu de equipo, en el que todos los jugadores eran iguales, al margen de los distintos reconocimientos internacionales que cada uno de ello poseyera.
¡Y es es la gran lección! Los argentinos son unos excelentes profesionales, en el campo de acción que sea, nivel individual; y eso es reconocido a nivel mundial.
Pero, por desgracia, no sabemos trabajar en equipo…
Y.. ¿Por qué ocurre eso? Pues, por la sencilla razón que cada uno trata de destacarse y sobresalir sobre los demás, aún a costa de que el grupo se perjudique…
¡Ojalá haya muchos más Lionel Scaloni en otros ámbitos profesionales…!.
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