Harmut Rosa
Filósofo alemán y director del Max Weber Center for Advanced Social Studies
"El trato que damos a nuestros mayores ha sido, cada vez más, motivo de mala conciencia. En una sociedad acelerada, no se les respeta como ancianos y sabios, sino que se los abandona como no pertenecientes al tiempo presente y se los relega en su debilidad, encerrados en residencias y apartados de la vida social.
De hecho, el coronavirus nos proporciona una justificación para este abandono.
Al no visitarlos, al mantener la distancia social, protegemos su vulnerabilidad, estamos haciendo una buena acción.
De este modo, se amplifica una tendencia de nuestras sociedades que viene de lejos; la distancia social y temporal se traduce en distancia física, se rompe la cadena entre generaciones, se profundiza la marginación y se aumenta el alejamiento.
Pero romper el vínculo con el pasado nos lleva inevitablemente a romper también con el futuro.
Si una sociedad necesita debatir cuál es su "deuda" moral o legal con las generaciones futuras, es que ya ha perdido la conciencia de la conexión que existe entre un pasado significativo y un futuro prometedor.
El eje de resonancia, de la escucha y la respuesta a través del tiempo, ha enmudecido.
De la misma manera que los jóvenes de los Viernes por el Futuro, la crisis del coronavirus nos recuerda la grave pérdida de la resonancia temporal que tiende un puente vibrante que, partiendo de la vida y el esfuerzo de las generaciones pasadas, atraviesa nuestra propia existencia en dirección a la vida futura.
Lo vemos en el plano ecológico, y ahora lo estamos experimentando más que nunca también en el personal, cuando sentimos el dolor de las personas encerradas y excluidas en residencias o apartamentos aislados.
Pero como da a entender el significado mismo de la palabra "crisis", nos encontramos ante una encrucijada, ante la oportunidad para cambiar de senda.
Recreemos el vínculo de la resonancia intergeneracional precisamente en estas condiciones de distancia física”.
La lectura del artículo anterior me deja tres conclusiones:
1) No podemos resignarnos a ser la generación que rompe la vinculación pretérita entre nuestros antepasados. Todo esfuerzo que hagamos para que la misma continúe a través nuestro y se mantenga en nuestros hijos y nietos, es poco.
2) Para ello es necesario lograr que se detenga durante un pequeño lapso de tiempo la vorágine que los/nos consume diariamente y podamos mantener un diálogo abierto y sincero sobre nuestros sentimientos y las actitudes que los generan.
3) Debemos tomar a esta crisis sanitaria que nos golpea brutamente como una oportunidad para encarar el futuro con una visión distinta de las prioridades, ya que de no hacerlo, no habrá servido de nada tanto sufrimiento.
Me gustaría saber qué pensás sobre esto y si tenés algún aporte que puede contribuir a mejorar la comunicación entre nuestras generaciones. En los comentarios podes compartir tus pensamientos, sentimientos y opiniones.
¡Los estaré leyendo!
Con cariño,
Tony
Comentar sobre "Recuperar el vínculo intergeneracional" me suena a mucho y a nada.
Se me viene a la cabeza eso de como comerse un elefante ... de a poquito, por pedacitos ...
Vivo en un edificio con 12 propietarios, entre los cuales dos tienen dos propiedades o sea 10. El consorcio es de 10 personas mas el administrador ... es nuestra casa y no se logra la Reunión de los 4 del consejo para arreglar la llave de entrada. después queremos arreglar el barrio y la Argentina ... somos nosotros.
El trato que damos a nuestros mayores, como gran titulo, debe empezar por el trato que le damos o le dimos a nuestros padres ... por desgracia veo que s…