Hola, encantado de tenerte nuevamente como lector de Trazando.
En esta instancia, te alcanzo los motivos que generaron las corrientes migratorias entre Galicia y Argentina desde fines del siglo XIX hasta la actualidad.
Creo que es interesante relacionarlas con los avatares de los políticos y sociales de estas sociedades, así como las distintas percepciones que cada una tenía de la otra.
Soy argentino de primera generación, hijo de gallegos, por lo que este tema me causó siempre un profundo interés, no exento de una emoción.
Te espero al final de la lectura.
“Los vínculos históricos entre España y Argentina se remontan a las relaciones coloniales y postcoloniales que datan de varios siglos.
Las migraciones entre ambas naciones vienen aparejadas a unas relaciones políticas y económicas entre ambas.
Hasta avanzada la mitad del siglo pasado, España se configuraba como uno de los principales países emisores de flujos migratorios.
Desde 1860 las migraciones de gallegos con destino a América comenzaron a aumentar espectacularmente y a lo largo del siglo XX, Argentina se situó como destino predilecto de los flujos del noroeste hispánico entre 1911 y 1934, seguido por Cuba, Brasil y Uruguay. La última oleada habría alcanzado su pico máximo en 1950, para decaer luego en forma progresiva.
Estas migraciones de finales del siglo XIX, fundamentalmente masculinas, supusieron un gran impacto en la estructura familiar gallega, produciendo una transformación de los roles familiares a raíz de la ausencia del hombre y frente a la necesidad de que la mujer y madre desempeñara las funciones parentales en solitario.
Las oleadas migratorias gallegas se desarrollan en tres períodos.
El primero va desde 1887 a 1930, la denominada « emigración en masa », durante la cual Argentina recibió la migratorios española más importantes. Los protagonistas del éxodo se embarcaban en los puertos gallegos de mayor tráfico: Vigo y A Coruña.
La segunda va desde 1931 a 1945, en un momento de descenso de los flujos migratorios en general.
La última etapa ocurre entre 1946 y 1960, con otro incremento relacionado con los estragos vividos durante la dictadura franquista. Se revitalizaron las cadenas y redes migratorias adormecidas en base a traslado alentados por la ayuda de los contactos personales. Al principio de los 60, el destino principal de los españoles cambia hacia otros países europeos de intenso desarrollo: Francia, Reino Unido, Alemania y Suiza.
En general se puede decir que las familias de los migrantes gallegos en Argentina accedieron al bienestar esperado. Muchos de sus hijos lograron realizar trayectorias educativas, gracias al sistema de educación universitaria gratuita. No obstante, estas familias gallegas fueron testigo de los sucesivos vaivenes económicos que fue atravesando Argentina a lo largo de los últimos treinta años del siglo pasado, incluyendo el pasaje por una dictadura militar. Y es así como hacia finales del siglo XX muchas de estas familias comenzaron a reavivar el deseo de retornar al país de origen de sus ancestros, activando una circularidad en estos flujos migratorios, constituyendo los « retornos a las raíces », segundas generaciones que lo hacían « al país de origen familiar donde nunca habían vivido»
Los hijos de la inmigración gallega en Argentina vivenciaban unas enormes barreras para acceder al bienestar que habían logrado obtener sus padres treinta años atrás. Las zonas de mayor emisión correspondían con áreas metropolitanas más deterioradas por la crisis de principio de siglo, donde las posibilidades de movilidad social de clase eran más difíciles, debido a que se trataban de zonas mayoritariamente deprimidas en términos de posibilidades laborales.
Ya en el siglo XXI, los migrantes argentinos que salieron hacia España llegaban, dentro de Galicia, a las aldeas de donde provenían sus antepasados, situadas alrededor de los principales núcleos urbanos de la comunidad como Vigo y A Coruña. Tanto los abuelos emigrados a Argentina, como los hijos de éstos inmigrados en España parecen procedían de zonas periféricas.
Los « retornos a las raíces », tienen su origen en el deseo latente de los descendientes de gallegos en Argentina y en el hecho de darse un momento histórico concreto. El principal expulsor de las familias fue una crisis social, política y económica: el « corralito », el crecimiento abrupto de la tasa de desocupación, la reducción en la cobertura de los esquemas de atención médica de la seguridad social, la fuerte expansión del delito y de la violencia social, el aumento de los niveles de pobreza y la creciente polarización social o brecha entre las clases sociales pudientes y los estratos menos favorecidos.
Coincidentemente, se trataba de un momento histórico en el que España surgía como principal exponente de desarrollo en la Europa del sur, convirtiéndose así, en destino principal de las migraciones de varios países. Muchos de estos migrantes tenían facilidad de entrada a este país por la posibilidad de conseguir la nacionalidad de sus antepasados, lo que permitió a los argentinos diseñar estrategias de inserción más amables que en el caso de otros colectivos inmigrantes sin acceso a la política de « ius sanguinis »
Según varios testimonios, las familias tenían una valoración muy alta de la educación, asociada a la posición social que habían experimentado los hijos de inmigrantes gallegos. Para los abuelos inmigrados en Argentina, el lema de « mi hijo el doctor » era una enorme fortaleza que daba la oportunidad a migrantes de origen rural y, en su mayoría, analfabetos, de acceder al sueño de la movilidad social basada en el éxito profesional de sus hijos, a la que no hubieran podido acceder en la Galicia que habían dejado atrás. Sin embargo, la situación contextual en Argentina a fines del siglo pasado imponía unas barreras que amenazaban los proyectos intergeneracionales.
En la década del 90, los sueldos de los docentes eran pésimo y ocurrían muchas huelgas, por lo que los alumnos proveniente de la educación pública se estrellaran al llegar a la universidad y abandonaran ante el primer fracaso. Otro tanto ocurrión con el sistema sanitario. La necesidad de pagar servicios de educación y sanidad privados se hizo imposible de afrontar.
La crisis financiera y social generó un proceso de precarización en las condiciones de vida, que se materializó especialmente en términos de seguridad civil y un aumento sin precedentes de la delincuencia :
“Cada vez que salía de la facultad a las 12 de la noche, tenía que irme hasta mi casa en Congreso y subía arriba del coche, en cuarta, a 120kms/hora. Para mí todos los semáforos eran verdes y nNo me animaba a parar en Mitre ni en un solo semáforo, porque era sumamente peligroso, había robos por todos lados ; llegaba a casa y 500 metros antes llamaba por teléfono para que estuviesen atentos para que yo no me bajase para abrir el portón del garaje, eso no es vida, eso no es vida”
La situación de las familias dejaba ver un potencial desclasamiento en las nuevas generaciones, que se veían desbordadas por el nivel de gasto que ahogaba unos hogares con expectativas de mantener un nivel de vida de clase media acomoda en extinción. Serán las expectativas de movilidad social intergeneracional de los padres las que motivaron a las familias a organizar la migración.
“Tus hijos salían por ahí por la noche y estabas todo el día a ver si volvían enteros, si para robarle un par de zapatillas le cortaban la cabeza….sabes…creo que realmente eso fue el desencadenante…y bueno…entonces en abril cuando mi hijo ya tomó esa decisión en Julio ..Justo para el día de la patria gallega, 25 de Julio, mi madre dijo, bueno me voy yo...”
Serán también los imaginarios sobre las narraciones ancestrales los que darán un tinte de indagación personal e identitaria a los argumentos de estos hijos y nietos, pues para algunos de ellos la decisión de zarpar también contenía el detonante que permitiría contrastar las historias oídas desde la infancia. El periplo migratorio fue también identificado como una aventura personal para explorar sus orígenes. Todas ellas, razones suficientes para querer probar suerte en la tierra de sus abuelos, lugares tantas veces vivenciados como propios en canciones, historias anecdóticas o fotografías en blanco y negro del álbum familiar.
Pero no siempre la reinserción de estos descendientes retornados a Galicia fue sencilla y agradable, sobre todo en los primeros tiempos.
Galicia representa una comunidad de destino poco atractiva dentro de las regiones de acogida de la inmigración internacional a nivel estatal.
Es por ello que debemos comprender como opera el capital familiar como elemento definidor de estas trayectorias de retorno a las raíces gallegas. L
El capital familiar, convertido en capital social, también explica las razones de elegir Galicia en detrimento de otros destinos más usuales.
“A través de mi cuñada que me hizo un contrato, la ayudé en la lencería que habían montado. Por un lado, insertarse, y por el otro establecer otro tipo de relaciones sociales. Esos lazos fueron necesarios, nos apoyábamos en ellos un montón, sin ellos es casi imposible que hubiésemos venido”.
La Comunidad gallega presentaba una estructura del mercado laboral restringida a ciertos sectores concretos de actividad, ya que había dejado hacía tan solo un par de décadas la etiqueta de región rural dentro del mapa a nivel estatal. E
En este marco de esta estructura social, no es difícil imaginar que los procesos de inserción ocupacional de los migrantes de primera generación y de aquellas generaciones de descendientes habrían de encontrar bastantes limitaciones.
“Realmente no estoy en el sitio adecuado. Tengo 31 años, estudios superiores y experiencia en diversas actividades, y sigo sin un trabajo adecuado a mis estudios. Y menos en una ciudad como Lugo, que normalmente no le ofrece trabajo a nadie y si le ofrece, lo hace a la gente local”.
Por lo tanto, los descendientes de la emigración gallega asentados en Galicia, si bien se sentían herederos de la tierra ancestral, por otro lado vivenciaban el peso de la discriminación por el hecho de ser inmigrantes.
Esto llevó a la constitución de nichos de empleo etnificados, ocupados por colectivos migrantes de un origen étnico y/o nacional concreto. En el caso argentino este nicho se constituyó dentro del sector del pequeño comercio.
En efecto, los argentinos alcanzaron una tasa de empleo del 48 %, que era superior a la correspondiente a inmigrantes de otros países. Sus fortalezas eran un capital humano (nivel educativo secundario o superior) y un origen social (clase media y media acomodada), lo que era una ventaja frente a otros migrantes con niveles educativos inferiores y menor capital financiero.
La estrategia de inversión basada en el emprendimiento autónomo, se planteó entonces como un recurso repetido.
Dolores, mujer, 60 años, profesora de educación especial, propietaria de comercio de hostelería. “Mi marido es ingeniero informático y estaba trabajando en una empresa. Un compañero argentino con el que estábamos haciendo un curso de gallego nos comentó que se vendía este negocio y nos pareció algo factible. Era una fuente de ingresos y un trabajo por nuestra. Fue muchísimo mejor, ya que él sentía que lo explotaban en su empresa”.
Una de las grandes paradojas en el análisis identitario de las familias hace referencia a la estigmatización de estos migrantes del retorno dentro de los imaginarios sociales locales.
Varón argentino, 50 años, conductor de camiones residente en Vigo, originario de Pilar: “Trabajas y hablas. Estábamos trabajando, y un compañero me escucho hablar, el acento, y dijo: « estos que vienen a matarse el hambre acá », por lo que le decían a ellos allá cuando llegaron después de la guerra”
La existencia de relaciones históricas entre miembros migrantes y no migrantes de la misma comunidad dejaba ver tensiones de antaño que impactaron directamente a los descendientes de gallegos en Galicia, ubicados en un limbo entre situaciones sociales binarias y opuestas (extranjero-local).”
Bueno, aquí estoy, tal como te prometí.
En primer lugar quiero compartirte que mis padres emigraron de Galicia en 1930, ya que sus condiciones de vida eran muy malas, tanto que tenían que trabajar el campo de sol a sol, para no morir de hambre; y sin ninguna perspectiva de progreso.
Argentina formaba parte del imaginario “embarcarse para hacerse la América” que algunos vivillos instalaron en muchas aldeas de esos pobres campesinos.
Se instalaron en Buenos Aires, donde trabajaron en lo que encontraron hasta que fallecieron en las décadas del 50 y 60, dejando un legado de abnegación y honradez, muy propio de esas gentes.
Tuvieron dos hijos, mi hermano mayor y yo, los que a su vez engendramos ocho nietos y catorce biznietos al día de hoy; los que sí pudimos estudiar en la universidad pública, cumpliendo el sueño que, lamentablemente no pudieron llegar a ver.
De toda esta numerosa saga, dos nietos y una biznieta han emprendido el caminos de retorno y son profesionales exitosos en Barcelona. Es muy probable que otros sigan sus pasos, expulsados de Argentina por falta de oportunidades.
Los descendientes de los hermanos de mis padres que quedaron en España, en su gran mayoría son obreros o técnicos que sobreviven gracias a empresas, en su mayoría de Bilbao, A Coruña y Madrid.
La aldea donde vivían mis padres está abandonada y puesta a la venta.
Suscribo totalmente lo que se narra en el artículo.
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