Antonio Salgado
Febrero de 2024
El Proyecto Genográfico es un estudio antropológico genético colaborativo, sin ánimo de lucro, iniciado en 2005, que pretende arrojar luz sobre la historia de las migraciones humanas mediante el análisis de muestras de ADN aportadas por personas de todo el mundo.
El proyecto, que pretendía analizar más de 100.000 muestras de ADN recogidas de pueblos indígenas, así como decenas de miles de muestras aportadas por el público en general, era el mayor de su clase.
Originalmente se esperaba que durara cinco años, pero el trabajo de campo y el análisis continúan hasta hoy.
Fue concebido y dirigido por el genetista de poblaciones Spencer Wells y fue supervisado por la National Geographic e IBM, los que junto con la Fundación de la Familia Waitt, proporcionaron financiación para la investigación.
El proyecto consistió en tres componentes principales: trabajo de campo, participación pública y el Fondo del Legado Genográfico.
El trabajo de campo lo llevaron a cabo investigadores de institutos de investigación y laboratorios de todo el mundo y consistió en la recogida y el análisis de muestras de ADN de poblaciones indígenas colaboradoras.
La campaña de concienciación y participación pública se centró en la venta de kits de hisopos bucales (mejillas), que permitían a los participantes enviar sus propias muestras de ADN para su análisis con el fin de conocer su antigua historia migratoria personal.
Los resultados del trabajo de campo y los análisis de la participación pública se hicieron públicos.
El tercer componente, el Fondo del Legado Genográfico, que se puso en marcha en 2006, utilizó los ingresos de la venta de los kits de participación pública para programas educativos y proyectos de preservación de la cultura y las lenguas indígenas.
Antes del Proyecto, las investigaciones antropológicas de la migración humana se habían basado en una muestra total de alrededor de 10.000 individuos de grupos indígenas y tradicionales de todo el mundo.
Si bien se habían hecho descubrimientos valiosos a partir de los análisis de esta cohorte, que Wells había ayudado a reunir, quedaban preguntas importantes que sólo podrían responderse investigando conjuntos más grandes de muestras.
Wells creía que esta necesidad podía satisfacerse más eficientemente a través de un emprendimiento de colaboración global, y así nació el Proyecto Genográfico.
Entre las preguntas de mayor interés para los científicos estaban aquellas relacionadas con el proceso por el cual el Homo sapiens migró de África y se dispersó a otras partes del mundo y cómo factores como la cultura influyeron en los patrones de diversidad genética.
Los análisis realizados por los investigadores del Proyecto se centraron específicamente en el cromosoma Y de los hombres y en el ADN mitocondrial (ADNmt) de hombres y mujeres.
El cromosoma Y permite rastrear el linaje paterno de los varones muchas generaciones atrás, en parte porque contiene regiones de ADN que no sufren recombinación (mezcla de material genético entre cromosomas durante el proceso de división celular que da lugar a óvulos y espermatozoides).
El ADNmt humano también puede ser no recombinante y, dado que se hereda por vía materna en ambos sexos, los científicos pueden utilizarlo para rastrear los linajes maternos de machos y hembras.
El proceso de rastreo de los linajes del cromosoma Y y el ADNmt se ve facilitado por la existencia de mutaciones, que sirven como marcadores genéticos y son portadas por todos los descendientes de los individuos en los que aparecieron las mutaciones por primera vez.
Cuando se combinan con datos arqueológicos y lingüísticos, los marcadores genéticos pueden proporcionar información valiosa sobre la localización geográfica y los patrones migratorios de las poblaciones ancestrales.
En el marco del Proyecto se realizaron diversos estudios, muchos de los cuales condujeron a interesantes descubrimientos sobre la ascendencia humana y la genética.
Por ejemplo, un análisis de las secuencias de ADNmt de los pueblos khoisan modernos, indígenas de Sudáfrica, indicó que este grupo se separó de otros H. sapiens en algún momento entre hace 150.000 y 90.000 años, lo que sugiere que los linajes maternos estaban bien establecidos al principio de la historia humana.
En un estudio sobre la diversidad del cromosoma Y, los investigadores descubrieron que dos poblaciones sinotibetanas, los Lhoba (Luoba) y los Deng, emigraron al Himalaya oriental a través de al menos dos rutas.
Otras investigaciones condujeron al descubrimiento de que los maronitas del Líbano no sólo comparten una identidad religiosa, sino también genética, y a la identificación de variaciones genéticas hasta ahora desconocidas en el ADNmt.
Seis extraños unidos por la saliva de una manera sorprendente
Los resultados del kit de ascendencia étnica basado en el ADN, Geno 2.0, revelaron que las siguientes personas sin relación tienen el mismo perfil genético.
Se analizó el ADN de estas seis personas con el mencionado kit y los resultados indican básicamente un mismo legado “racial” en los siguientes porcentajes: 32% de Europa del norte, 28% de Europa del sur, 21% del África subsahariana y 14% del sudeste de Asia/norte de África.
Esta historia forma parte de La Edición La Raza, un número especial de National Geographic que explora de qué manera la raza nos define, nos aleja y nos une.
Por donde se lo mire, cada ser es único. Tiene sus propias huellas dactilares, su propia forma de caminar y su modo propio de hablar. Incluso la forma de las orejas y el dibujo de las retinas son específicos de cada persona. Pero algunos rasgos van más allá de la piel y tal vez tenga algo importante en común con personas completamente extrañas.
Es posible que estas seis personas no tengan el mismo aspecto, pero todas tienen una ascendencia genética semejante, según los resultados del análisis.
El mismo utiliza una muestra de saliva, encuentra los orígenes geográficos de las personas y traza desde dónde migraron sus ancestros hace cientos o incluso miles de años.
El análisis reveló que estas personas tienen los mismos %s de cuatro razas y con algo de ayuda de la National Geographic Society, estos extraños pudieron conocerse.
· Cam Meyer, 28, Santa Mónica, California “La gente siempre me preguntaba de dónde era, de qué raza era, y no estaba del todo seguro. Tengo un aspecto muy particular. Por eso me pareció genial averiguarlo”.
· Julie Bond, 60, Riviera Beach, Florida, agregó: “Me identifico con una raza mixta. Pero para el mundo soy simplemente blanca. Las personas dirán cosas porque no conocen tus orígenes, cosas que ofenden en lo respectivo a la raza”.
· Jason Carter, 50, Arlington, Virginia “Ahora que conozco mi ascendencia remota, veo a las personas desde otra perspectiva. Es probable que casi nadie de los que se hagan el análisis de ADN tengan un solo origen”.
· Brenda Yurkoski, 50, Mineral, Virginia “Aún nos identificamos como afroamericanos. Por ley, en los inicios de los Estados Unidos, tendría que haber hecho eso. Podría haber intentado pasar por blanca. Pero si alguien sabía algo distinto...”
· Ty Wilhelmsen, 18, Milton, Massachusetts “En mi grupo de amigos, la mayoría son blancos, pero yo estoy en el medio. Por eso, en general, recurren a mí cuando necesitan una percepción sobre la raza”.
· Milo Ronald Dehi Johnson, 44, Chandler, Arizona “Crecí rodeado de familiares que eran negros, blancos, etc.… Al mirar a las otras personas que tienen mi mismo origen de ADN, siento que son de mi familia. Ese aspecto tienen; es como si fueran mis primos”.
Creación de identidades
El kit de ADN se basa en el orden de ciertos marcadores genéticos para trazar una línea cronológica evolutiva del participante de varias generaciones, explica el antropólogo molecular Miguel Vilar, director científico del Proyecto. Ciertos rasgos se manifiestan en marcadores genéticos específicos de diferentes poblaciones de distintas partes del mundo.
Por ejemplo, una variante de un gen hace que la gente de África tenga piel más oscura, porque ese rasgo los protege del ardiente sol tropical. Cuando algunos de nuestros ancestros migraron al norte, el color de la piel se les aclaró para absorber vitamina D en entornos donde la presencia del sol es exigua.
Los científicos genográficos querían unir a extraños con una genética semejante para comenzar a disipar la idea de que las personas no pueden categorizarse en una sola raza.
“Solo analizábamos números”, dice Vilar. “Las personas pueden ser idénticas en un gráfico circular, pero aun así tener aspectos muy diferentes e identificarse de manera muy distinta tanto desde lo étnico como desde lo racial”.
Es posible, aunque poco frecuente, que las personas tengan un perfil genético similar. Aproximadamente 120 personas de la base de datos tienen, en general, la misma ascendencia de ADN.
A partir de ellos, los investigadores encontraron varias docenas de personas con orígenes geográficos similares, a sabiendas de que los porcentajes más altos en su conformación genética representan el color de la piel y otros rasgos físicos.
Finalmente, el grupo se redujo a las seis personas mencionadas, a las que se les mostraron fotos de las personas del proyecto con las que compartían un perfil genético. Los participantes no están relacionados de manera directa y sus genes no derivan de un ascendente en común.
“Cuando se observan los resultados como un todo, los ingredientes son muy, pero muy similares”, explica Vilar. “Esas personas tienen la misma cantidad de ingredientes en el ADN, pero eso no significa, precisamente, que tengan el mismo ADN exacto”, agrega.
Pese a este pasado genético en común, cada participante se identifica de manera distinta: algunos se consideran negros, otros blancos, de raza mixta o de otra forma. Si los observamos como grupo, el concepto de raza se desdibuja, explica Vilar, dado que los números no se traducen directamente en una etnia racial.
“La sociedad estadounidense en la que vivimos hoy está muy dividida”, comenta la participante Julie Bond a National Geographic. “Las personas le dan mucha importancia a lo físico, sea el cabello, el color de la piel o lo que fuera, y emiten todo tipo de juicios sobre uno en función de eso. Eso, para mí, es muy triste”.
Vilar coincide y agrega que es prácticamente imposible adivinar identidad racial de alguien en función de su mezcla genética remota: “Tal vez la raza no es algo fácil de categorizar en función de la genética”.
Este es un tema particularmente fascinante para mí, al ser hijo de inmigrantes gallegos, que no conoció a sus orígenes durante muchas décadas.
Fui uno de los primeros participantes del proyecto, en 2005, y al recibir los resultados del kit que había enviado, pude trazar la evolución de los mismos desde la salida del sapiens desde África hasta su arribo a Galicia, mucho antes de nuestra era cristiana .
Hace unos meses ingresé nuevamente al proyecto y quedé más que sorprendido al ver cómo había progresado el mismo con el nuevo aporte de miles de participantes.
La cantidad de líneas de ascendencia que se fueron identificando y los distintos países por los que fueron atravesando a través de los siglos y milenios es francamente increíble y fascinante.
Como ejemplo, en mi caso, el antecedente remoto más antiguo identificado es del siglo XVI, tiene mi mismo nombre y apellido y vivió en las Islas Azores (¿Qué hacía allí ese hombre?!!), desde donde muchos de sus descendientes emigraron a Portugal en los siglos posteriores y, desde allí, algunos de ellos lo hicieron a Galicia, hace no más de dos siglos.
Seguiré mirando periódicamente y con avidez para conocer más detalles sobre mis orígenes. Lo hago por mí y por hijos y nietos, para dejarles este legado.
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