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Foto del escritorTony Salgado

El hombre técnico

Creo que la mayoría de los lectores experimentará en carne propia cómo lo expresado en el siguiente artículo está incorporado, en mayor o menor medida, en sus personalidades.

Traté de suavizar un poco el discurso filosófico del autor, para darle mayor fluidez y rapidez de lectura.

Los espero al final del artículo.


El hombre técnico

“Trazas de poder y de amor” (2019)

Tony Salgado, en base a conceptos tomados del filósofo Héctor D Mandrioni.


“El hombre actual posee una especial vivencia de la "historicidad", la que está profundamente ligada a su modo de ser: sentida, comprendida, e interpretada la temporalidad.

Nunca como hoy adquirió el ser humano un conocimiento a tan claro de su finitud. Escuelas de todo tipo nos recuerdan constantemente los límites impuestos al hombre.

Así, unas nos aleccionan sobre el peso biológico que implica el código genético que nos rige, prescribiéndonos a priori un esquema del comportamiento; otras subrayan la influencia del inconsciente arcaico, que desde la niñez predetermina nuestros futuros apegos y orientaciones en la vida; mientras que otras ponen especial énfasis en el contorno social, hasta el punto de considerar a nuestra persona individual como la simple introducción de las pautas sociales, con la finalidad de lograr neutralizar la angustia amenazante.

Pero en el seno de esta comprobación de los "límites", coexiste la vivencia de poder trascenderlos. El hombre se siente sujeto de una real libertad, y capaz de realizarse y realizar, más allá de su determinada circunscripción individual.

Esta experiencia lo faculta para sentirse el delegado privilegiado de todo el pasado, capaz de interpretar lo que la humanidad "ha sido" hasta el presente y de proyectarse a sí mismo hacia un poder ser él mismo, a partir de su propia historia.

Este aspecto de trascendencia le permitiría usufructuar de tal modo el pasado, que a través de la mediación del mundo podría reconquistarse plenamente a sí mismo en una nueva forma de humanidad.

Es fácil comprender también que una aspiración de esta naturaleza descansa en una experiencia de la "creatividad" inherente al hombre.

Este proyecto de sí mismo se fundamenta en su naturaleza "anticipativa" y en sus características "sapiencial", "estética", y "facticial"; una triple experiencia sobre la historicidad del hombre, su capacidad de trascendencia, y su creatividad.

La realización facticial trata de cubrir la distancia hombre-mundo y hombre-hombre mediante la acción transformadora sobre la tierra. Se trata de la humanización de la naturaleza y de la naturalización de la conciencia, por las que transformando y modelando este mundo, el hombre puede regresar a sí mismo, una vez cumplido con este deber.

La realización estética busca cubrir las distancias mediante la palabra y el lenguaje en general. La palabra poética se creía capaz de producir la transformación del universo que glorifique al mundo y al hombre, posibilitando una reintroducción del mismo en el paraíso.

La realización de la sapiencia, según Hegel, considera que el "pensar" es el lugar del pleno cumplimiento, ya que gracias a los conceptos, es posible condensar en un espíritu finito la totalidad indivisa de un sistema perfecto.

En estos modelos se cumple un mismo anhelo: borrar las distancias, en especial las que median entre el hombre y el mundo, superar dicha “diferencia" y así alcanzar la "identidad" perfecta, llegando a ser el hombre para sí mismo: Dios.

¿Qué significa la alteración del universo engendrada por la ciencia y la técnica? A partir de una descripción de esta transformación, trataremos de acercarnos a la interioridad de este nuevo hombre. Comencemos por destacar las características del marco espacial y temporal que suscita la actividad científico- técnica.

Desde el momento en que podemos hablar de un espacio externo y un espacio interno, es indudable que la técnica opera directamente sobre la espacialidad exterior; y en la medida en que a través de las técnicas psicológicas incide sobre el espacio interior, librada a sí misma, tiende a "exteriorizar" la interioridad cualitativa del espíritu.

En cuanto a la temporalidad, cabe destacar lo que con razón se denomina la aceleración del tiempo histórico, puesto de manifiesto en las comprobaciones psicológicas, sociológicas, e históricas de distintos investigadores.

El ritmo lento y solitario en el que se desenvuelve la verdadera vida íntima del pensamiento y en cuyo interior las cosas muestran su faz más profunda, se anula y cede el paso al predominio de lo veloz por lo veloz mismo.

Existe una gran paradoja. Nunca como hoy la humanidad tuvo una conciencia histórica tan rica en lo que respecta a noticias de lo acontecido en épocas anteriores. Sin embargo, el espíritu con el que lo hacemos pareciera querer borrar toda herencia histórica y engendrar un nuevo tiempo, sólo apoyado en sí mismo y abierto al futuro, sin ningún fundamento del suelo de la tradición.

La humanidad ha gestado la posibilidad de construir sistemas secundarios; que no son sólo construcciones añadidas o sobrepuestas a un orden de vida más antiguo, sino que conforman un nuevo mundo total y completo.

Pero esta modificación no acontece en un espacio y tiempo objetivos o neutros, sino que se lleva a cabo en el espacio-tiempo del mundo humano, en el que se cumple como existencia vivida. La máquina ya no cumple sus tareas el espacio-tiempo exterior, sino que ha entrado en el cuerpo, el alma y el espíritu del hombre.

Esto se expresa en una frase que escandaliza a muchos, cuando dice "la ciencia no piensa" pues la misma se ha convertido hoy en un asunto práctico, dado que pertenece al dominio esencialmente técnico.

La "cosa", bajo la óptica científica, se manifiesta según su naturaleza, y cada realidad se vincula con otras mediante nexos determinísticos calculables y predecibles.

Dicho carácter atractivo se manifiesta también en sus métodos analíticos: la computación perfecta sólo se logra en la medida en que los todos se pueden reducir a partes homogéneas y cuantificables.

Por último, la intención de la ciencia siempre está guiada, al menos en teoría, por la búsqueda de una ley objetiva y general. El individuo concreto como tal no cuenta para ella; sólo vale como materia de experiencia, como punto de partida para la inducción generalizadora, como un claro ejemplo de la ley ya lograda, y como punto de aplicación utilizable para el aprovechamiento y la satisfacción de necesidades.

Solamente sobre la base de lo anterior, puede comprenderse el carácter reduccionista de la técnica.

El imperialismo de la visión atractiva de la técnica parcializa la riqueza de lo real, privilegia una visión sesgada de las cosas y universaliza indebidamente los procesos objetivos, en desmedro del "todo-real", de los distintos niveles presentes en cada cosa, y de la irreductibilidad del acto subjetivo de la conciencia humana.

El lenguaje de la ciencia, debido a su progresiva matematización, adquirió una necesidad, universalidad y rapidez de transmisión de datos a través de distintos canales, donde ellos mismos son concebidos como modelos cibernéticos, que fácilmente pueden ser aprendidos y apropiados.

El objeto científico-técnico, es el "fenómeno", vale decir, la “cosa”, en cuanto aparece directa e indirectamente una observación sensible. Dicha "cosa" se reduce aquí solamente a su manifestación, pero ésta debe ser entendida como un sistema de relaciones mensurables, manejables y aprovechables.

Pero este aspecto formal del proceso está manejado con un único fin; provocar a la naturaleza para que entregue toda la energía que encierra, a fin de transformarla, acumularla, y colocarla en depósitos, en los que aquella está siempre dispuesta para ser utilizada.

No obstante lo plausible que pudiera resultar dicho fin, la gran pregunta asociada al mismo es: ¿A qué se reduce el hombre, a medida que entra en la complicada urdimbre del sistema? ¿Qué rostro asume el ser humano como el planificador y organizador de objetos? ¿Qué pasa con un “yo”, cuya alma se convierte cada vez más en la prolongación del espacio exterior objetivo?

No faltan quienes afirman que en esta era atómica la libertad del hombre está alcanzando el máximo de su potencial libre; pero al mismo tiempo no resulta extraño que en la época de la máxima organización, planificación y realización; el mundo retorne a la conciencia, dócil y clarificado.

El hombre se encuentra así definitivamente consigo mismo, y esto ocurre porque lo único que separa a ambos y reduce al hombre a la categoría de ser incumplido, es un mundo sentido como obstáculo para sus deseos y las necesidades.

Cabe aquí preguntarnos ¿estamos realmente ante un ser humano realizado libre y verdadero?, o más bien este tipo humano que aflora en la organización y planificación absolutas ¿no encamina a la humanidad a la mayor de las servidumbres?

Una expresión muy sintomática podría servir como lema a lo que denominamos “el hombre técnico” (“homo technicus”), comprendido como ejemplificación del poder contra el amor, donde "la anestesia seca más lágrimas que el amor".

Fácilmente se percibe aquí que en la medida en que el hombre entra en la eficacia total del sistema, el amor, como residuo aún persistente, desaparecerá.

El “hombre técnico” cree que cuanto más dueño es de las cosas, más libre es; cuando en realidad, cuanto más dueño sea, tanto más la tiranía de las cosas lo condena a la soledad y a la esclavitud.

El alma, aunque ahora padece en silencio y serena la ignominia del poder del cálculo y de la violencia de la bestia, sigue siendo aquel lugar a partir del cual es posible un día la resurrección a una nueva vida en esta Tierra.

Por eso en el alma está lo mejor de nosotros pues esa es la idea más honda de nuestro ser, no una idea forjada por nosotros al pensarla, sino una idea que nos piensa; y nuestra mayor nobleza es ser fieles a las intenciones del alma, correspondiendo a ella con nuestro pensar”.


¿Qué te ha parecido? ¿Estás de acuerdo o en desacuerdo con lo que acabás de leer?

Me parece a que esta buena la reflexión sobre el vértigo de la actualidad y los afanes por la inmediatez de los resultados…


Ahora bien, me gustaría conocer que piensan

- ¿Se sienten capaces de seguir manteniendo un espíritu de Amor hacia los demás, en vez de la indiferencia que nos separa cada vez más; y que es lo que, justamente, la tecnología pretende?

- ¿Están dispuestos a asumir las dificultades y los riesgos que tamaña decisión implica, uno de los cuales sería el de una obsolescencia tecnológica que, en mayor o menor medida, puede llegar a afectar sus trabajos o profesiones?



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