Enrique Dans, 2024
Editado por Tony Salgado
“OpenAI anuncia el lanzamiento, por el momento en una versión cerrada para muy pocos usuarios y con una lista de espera, de SearchGPT, un prototipo de motor de búsqueda diseñado para generar respuestas completas mediante inteligencia artificial generativa.
Un movimiento claramente anunciado que desde que, tras el lanzamiento en abierto de su asistente generativo en formato conversacional, ChatGPT, se empezó a ver un progresivo desplazamiento de usuarios hacia un uso como motor de búsqueda.
Concretamente para uno de los tres grandes tipos de búsqueda, las llamadas «búsquedas informacionales», las que se llevan a cabo para aprender sobre algo, investigar o responder a una pregunta específica.
Los otros dos tipos de búsquedas, las navegacionales (llévame a una página concreta) y las transaccionales (quiero comprar algo, hacer una reserva, etc.) quedan, al menos por el momento, fuera del ámbito del proyecto.
Sin embargo, lo razonable sería pensar que las primeras terminarán integradas en algún tipo de asistente de inteligencia artificial en el propio navegador que se encargue de seleccionar la página a la que, con una elevada probabilidad, el usuario quiere llegar
En cuanto a las segundas, se convertirán en asistentes que proponen al usuario una página concreta en la que llevar a cabo la transacción, seguramente a cambio de una comisión por tráfico inducido.
El movimiento de OpenAI es claramente un desafío al gigante de las búsquedas, Google, que lleva ya cierto tiempo intentando integrar respuestas generativas en sus páginas de resultados con unos resultados como mínimo inciertos.
Cuando surgen add-ons para navegadores y artículos dedicados a cómo eliminar las llamadas AI Overviews de las páginas de resultados de Google significa que, claramente, algo no va demasiado bien.
Para Google, que cunda la idea de que las búsquedas informacionales son resueltas de forma más concluyente en un motor creado por un competidor como OpenAI sería, obviamente, gravísimo, porque buena parte de los ingresos de la compañía provienen de los clics que muchos usuarios hacen no en los resultados llamados «naturales» del algoritmo, sino en los anuncios relacionados que suelen situarse en la parte superior.
Si muchos usuarios optasen por otros motores de búsqueda para sus preguntas más específicas o «sesudas», eso podría significar un problema para los ingresos de una compañía que, de hecho, tiene un problema similar a la hora de implementar esas mismas herramientas ella misma: los resultados generados por inteligencia artificial, esos AI Overviews, son más caros, de calidad más dudosa (con posibilidades de dar lugar a las mal llamadas «alucinaciones») y, además, más completos, con lo que no inspiran a buscar enlaces adicionales en forma de publicidad.
Para Google, en cualquier caso, la elección parece estar entre lo malo y lo muy malo: lo malo es que tus «AI Overviews» hagan descender tus ingresos, y lo muy malo es que en lugar de canibalizarte tú mismo, sea un tercero – en este caso OpenAI, pero podrían ser otros) el que venga a devorar una parte de tus resultados.
También está la cuestión de cómo pretende financiar OpenAI su proyecto: un motor de búsqueda es susceptible de generar mucho tráfico y, por tanto, muchos costos, que habría que o bien ofrecer en modo suscripción premium (como de hecho ya hace la compañía), o bien financiar con un modelo alternativo.
Si ese modelo alternativo es la publicidad, OpenAI tendría que montar toda una infraestructura de ejecutivos, fuerza de ventas, etc. que no solo no ha tenido nunca, sino que tampoco tiene experiencia en gestionar, además de, posiblemente, comprometer la objetividad de sus resultados.
Por el momento, además, SearchGPT ofrece el mismo característico interfaz de la Google de sus inicios: una pantalla blanca, con una caja de búsqueda debajo de un título.
Nada más. Incluso más sobria aún: todo está en una discreta gama de grises.
Leyendo entre líneas en su anuncio, sobre todo en la parte en la que se refieren a acuerdos con publicaciones y creadores de contenidos, se me ocurre que sería posible llegar a un modelo de financiación en forma de tráfico generado, es decir, que potenciales socios como The Atlantic o News Corp., los dos que cita en su nota, paguen a OpenAI por el tráfico que SearchGPT genera hacia sus publicaciones, en las que ya se encargan ellos de monetizarlo convenientemente.
Acuerdos de ese tipo serían relativamente novedosos porque permitirían, por un lado, que OpenAI utilizase los contenidos de esas publicaciones para entrenar sus algoritmos, mientras ofrecen a esas publicaciones un flujo de tráfico que pueden monetizar, pero por el momento, estamos simplemente disparando hipótesis sin demasiado fundamento.
¿Pretende OpenAI convertirse en un jugador relevante en el escenario de la búsqueda, o simplemente tener algo que ofrecer a los socios que la abastecen de material para el entrenamiento de sus algoritmos?
Por el momento, parece difícil saberlo. Pero lo que no cabe duda, es que los usuarios pronto van a tener al menos una opción más, y Google va a tener algo más de lo que preocuparse”.
Todos sabemos que la irrupción de OpenAI / ChatGPT hace un par de años ha sido realmente espectacular y fuera de toda previsión.
Nos hemos sorprendido de su capacidad y rapidez de respuesta frente a cualquier tipo de preguntas que quisiéramos hacerle.
Si bien se nos advertía de que ello era solo un ejemplo modesto de lo que se estaba desarrollando en el ámbito de la AI Generativa, creo que no llegamos a percibir la magnitud del cambio de paradigma que se estaba produciendo, en cuanto al procesamiento de grandes volúmenes de datos y su velocidad de procesamiento.
Pues bien, por lo que se puede leer aquí, todo aquello ya estaría en una etapa inicial de obsolescencia.
Para cualquiera de nosotros, modestos mortales, creo que este hecho nos plantea, por lo menos, dos preguntas clave.
¿Tienen un límite los ciclos de vida de los nuevos desarrollos tecnológicos, o estaremos condenados a un permanente proceso de readecuación a ellos, de modo que cuando llegamos a gestionarlos mínimamente, ya son reemplazados por otros nuevos, que dan por tierra todo el esfuerzo invertido?
¿Hacia dónde estamos yendo, realmente? Yo, por lo menos, no lo sé y espero que quien lo sepa, tenga su conciencia tranquila en cuanto a la nobleza de la finalidad de todo este vértigo en el que nos vemos sumergidos a diario.
Tony Salgado
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