Tony Salgado
René Favaloro, nacido en 1923 en La Plata, Argentina, fue una de las figuras más importantes en la historia de la medicina moderna. Conocido mundialmente por desarrollar la técnica del bypass coronario, su contribución va mucho más allá de este logro médico específico. Fue un médico con un profundo sentido de responsabilidad social, un educador incansable y un defensor apasionado de la ética en la práctica médica. Su vida y obra no solo transformaron la medicina cardiovascular, sino que también dejaron un legado duradero en la educación médica y en la política de salud pública en Argentina y en todo el mundo.
Su padre, aunque no tuvo una educación formal extensa, era un hombre de una gran habilidad manual y una ética de trabajo sólida. René lo recordaba como un hombre íntegro y trabajador, quien siempre le inculcó la importancia de hacer el bien por los demás.
Su madre fue una mujer profundamente comprometida con la educación de sus hijos. Ella se encargó de que René y su hermano Juan José tuvieran acceso a una buena educación, lo que en aquellos tiempos no era común para familias de clase trabajadora. Esta dedicación por parte de su madre dejó una huella imborrable en René, quien siempre mantuvo un fuerte sentido de responsabilidad social y de compromiso con la comunidad.
En 1941 ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. Su decisión de estudiar medicina estaba motivada por un profundo deseo de ayudar a las personas y de mejorar las condiciones de vida en su país. En la universidad, se destacó como un estudiante brillante y dedicado, apasionado por la anatomía y la fisiología.
A medida que avanzaba en sus estudios, René se sintió cada vez más atraído por la cirugía. Esta especialidad combinaba su pasión por la anatomía con su deseo de realizar intervenciones que tuvieran un impacto tangible en la vida de los pacientes. La cirugía representaba para él una manera de aplicar el conocimiento científico de forma directa y efectiva, ayudando a salvar vidas y a mejorar la calidad de vida de las personas.
Tras obtener su título de médico en 1949, decidió que quería conocer de primera mano la realidad de la medicina en las zonas rurales de Argentina. Rechazó varias ofertas para trabajar en hospitales urbanos y optó por trasladarse a Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo en la provincia de La Pampa. Allí se unió a su hermano Juan José, quien ya trabajaba como médico en la zona.
En Jacinto Aráuz vivió una experiencia transformadora que definió su carrera y su vida. Trabajó como médico rural durante más de una década, enfrentando desafíos inmensos con recursos muy limitados. En esa época, los médicos rurales eran responsables no solo de la atención sanitaria de las comunidades, sino también de la educación en salud, la vacunación y la atención de partos, entre muchas otras tareas.
En la década de 1950, a pesar de su éxito y satisfacción personal en Jacinto Aráuz, comenzó a sentir la necesidad de avanzar en su carrera y adquirir conocimientos más especializados. La medicina rural le había proporcionado una base sólida, pero él anhelaba explorar nuevas fronteras en la medicina, en particular en el campo de la cirugía cardíaca, que en ese momento estaba en pleno desarrollo. Estados Unidos, y en particular la Cleveland Clinic en Ohio, era el epicentro de estos avances.
En 1962, con el objetivo de perfeccionarse como cirujano, decidió emigrar hacia allí. Esta decisión no fue fácil, ya que implicaba dejar atrás a su familia y su comunidad en Jacinto Aráuz, donde había construido relaciones profundas y significativas. Sin embargo, estaba convencido de que adquirir nuevos conocimientos y habilidades en un centro de referencia mundial le permitiría contribuir de manera aún más significativa a la medicina.
Una vez en Cleveland, se unió a un equipo de cirujanos de renombre mundial que estaba a la vanguardia de la cirugía cardíaca. Bajo la tutela de Mason Sones, uno de los pioneros en la angiografía coronaria, comenzó a trabajar en el área de la cirugía cardiovascular. Sones había desarrollado técnicas revolucionarias para visualizar las arterias coronarias, lo que abrió nuevas posibilidades para el tratamiento quirúrgico de las enfermedades cardíacas.
Su logro más significativo en la Cleveland Clinic fue el desarrollo de la técnica del bypass aortocoronario, o bypass coronario. Antes de esta innovación, las opciones para tratar las arterias coronarias obstruidas eran limitadas y a menudo ineficaces. Propuso la idea de utilizar un segmento de la vena safena, extraída de la pierna del paciente, para crear un "puente" que desviara el flujo sanguíneo alrededor de la arteria bloqueada, restableciendo el suministro de sangre al corazón.
El 9 de mayo de 1967, realizó con éxito el primer bypass coronario. Este procedimiento marcó un antes y un después en la historia de la cirugía cardíaca. No solo proporcionó una solución efectiva para la enfermedad coronaria, sino que también abrió nuevas posibilidades para la cirugía reconstructiva del corazón. El bypass coronario se convirtió rápidamente en un procedimiento estándar en todo el mundo, y fue reconocido como uno de los cirujanos cardíacos más importantes de su tiempo.
Esto lo catapultó a la fama internacional. A medida que la técnica se adoptaba en hospitales de todo el mundo, Favaloro comenzó a recibir numerosos premios y reconocimientos por su contribución a la medicina. Fue invitado a dar conferencias en prestigiosas universidades y hospitales, y su nombre se asoció con
Después de alcanzar el éxito internacional, tomó una decisión que sorprendió a muchos: regresar a Argentina. En lugar de quedarse en los Estados Unidos, donde tenía un futuro asegurado como uno de los cirujanos cardíacos más prominentes del mundo, decidió volver a su país natal en 1971.
Al regresar a Argentina, se dio cuenta de que necesitaba crear una institución que pudiera replicar el modelo de excelencia médica y educativa que había conocido. Así nació la Fundación Favaloro en 1975, una organización sin fines de lucro dedicada a la atención médica, la educación y la investigación.
La Fundación se estableció con el objetivo de formar médicos y profesionales de la salud altamente capacitados, proporcionar atención médica de calidad y desarrollar investigación de vanguardia en el campo de la medicina. Desde sus inicios, la Fundación se destacó por su compromiso con la ética médica y la responsabilidad social, valores que consideraba fundamentales.
Implementar su visión en Argentina no fue tarea fácil. Se enfrentó a numerosos desafíos, incluyendo la falta de recursos, la burocracia y las dificultades inherentes a trabajar en un sistema de salud con grandes desigualdades. Sin embargo, su determinación y su pasión por la medicina lo impulsaron a superar estos obstáculos.
Uno de sus principales fue establecer un estándar de excelencia en la formación de profesionales de la salud en Argentina. Bajo su liderazgo, la Fundación formó a miles de médicos y especialistas, muchos de los cuales se convirtieron en referentes en sus respectivos campos. Su enfoque en la educación integral, que incluía no solo habilidades técnicas sino también una sólida formación ética, dejó una huella duradera en la medicina argentina.
A pesar de los desafíos financieros, logró que la Fundación se mantuviera como un centro de referencia en cirugía cardiovascular y en otras especialidades médicas. La Fundación también se convirtió en un modelo de atención médica humanista, donde los pacientes eran tratados con dignidad y respeto, y donde se promovía una medicina centrada en el ser humano.
A lo largo de su vida, continuó perfeccionando la técnica del bypass y promoviendo su uso en todo el mundo. También abogó por la investigación continua en cirugía cardíaca, con el objetivo de mejorar los resultados para los pacientes y de desarrollar nuevas técnicas que pudieran salvar más vidas.
Realizó también otras contribuciones importantes a la medicina. Por ejemplo, fue pionero en la introducción de la angiografía coronaria en Argentina, una técnica que permite visualizar las arterias coronarias y detectar obstrucciones antes de que causen un daño irreversible. Esta técnica es ahora una herramienta fundamental en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad coronaria.
A nivel internacional, es recordado como un pionero en cirugía cardíaca y como un ejemplo de médico comprometido con los valores éticos. Su trabajo ha inspirado a cirujanos y profesionales de la salud en todo el mundo, y su técnica del bypass coronario sigue siendo una de las intervenciones quirúrgicas más comunes y efectivas a nivel global. Su legado también incluye la idea de que la medicina debe estar al servicio de la humanidad, una visión que ha dejado una marca indeleble en la ética médica internacional.
A lo largo de su vida, no solo se dedicó a la medicina, sino que también fue un activo participante en el debate público sobre temas sociales y políticos. Era conocido por su postura crítica hacia las desigualdades sociales y la corrupción, tanto en Argentina como en otros países. A menudo, utilizaba su plataforma como médico de renombre para abogar por políticas públicas que promovieran la justicia social y el acceso equitativo a la salud.
Era un firme defensor de la educación como motor de cambio social. Creía que la formación de ciudadanos críticos y bien informados era esencial para el desarrollo de una sociedad justa y democrática. En este sentido, su trabajo en la Fundación no se limitó a la medicina, sino que también incluyó iniciativas educativas y culturales que buscaban empoderar a las personas y fomentar un espíritu de responsabilidad cívica.
A lo largo de su vida, no dudó en denunciar la corrupción y la mala gestión de los recursos públicos, especialmente en el sistema de salud. Su compromiso con la transparencia y la integridad lo llevó a enfrentarse a figuras poderosas y a menudo lo puso en una posición incómoda. Sin embargo, siempre mantuvo su compromiso con la verdad y con los valores que guiaron su vida y su carrera.
Favaloro fue un crítico feroz de lo que él percibía como una creciente comercialización de la medicina. Creía que el enfoque en el lucro estaba erosionando los valores fundamentales de la profesión médica y comprometiendo la calidad de la atención al paciente. A lo largo de su vida, abogó por una medicina basada en el servicio a la humanidad, en la que los médicos estuvieran guiados por un sentido de responsabilidad social y no por intereses comerciales.
Recibió numerosos premios y reconocimientos internacionales por sus contribuciones a la medicina y por su trabajo humanitario. Estos honores reflejan no solo su habilidad y creatividad como cirujano, sino también su profundo compromiso con la ética y la justicia social.
Uno de los reconocimientos más destacados fue su nominación al Premio Nobel de la Paz, en reconocimiento a su trabajo para mejorar el acceso a la salud y su dedicación a la formación de médicos en América Latina. Aunque nunca recibió el Nobel, la nominación en sí fue un testimonio de su impacto global y de la admiración que sus colegas y la comunidad internacional sentían por él.
En su país natal fue igualmente reconocido y celebrado. Recibió la Orden del Libertador San Martín, el máximo honor que otorga el gobierno argentino a ciudadanos destacados, por sus contribuciones excepcionales a la nación. Además, fue nombrado Profesor Honorario de varias universidades argentinas, un título que reflejaba su impacto en la educación y en la formación de nuevas generaciones de médicos.
Tras su trágica muerte en el año 2000, René Favaloro fue objeto de innumerables homenajes en todo el mundo. Su fallecimiento dejó un profundo vacío en la comunidad médica, pero también reforzó la importancia de su legado. En Argentina, su muerte fue recibida con un luto nacional, y se llevaron a cabo numerosas ceremonias para honrar su vida y su trabajo.
En los años que siguieron, se crearon múltiples premios y becas en su honor, destinados a apoyar la investigación médica y la formación de jóvenes médicos. Estos homenajes póstumos son un testimonio del impacto duradero de Favaloro y de la importancia de su trabajo en la medicina y en la sociedad.
Creo que la información anterior habla por sí sola: René Favaloro debió haber merecido, sin lugar a la menos duda, el Premio Nobel a la Medicina.
Seguramente otros factores políticos y sociales, ajenos a la estricta meritocracia, lo han privado de ello.
Desde esta modesta tribuna, vaya para él nuestro más sincero reconocimiento.
Con este artículo finaliza la serie dedicada a los Premios Nobel argentinos.
Por favor me gustaría saber tu opinión sobre la misma, para mejorar en el futuro.
Me la puedes enviar a mi email: antoniojorge.salgado@gmail.com
Tony Salgado
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