Hola, me alegro mucho de contarte entre los lectores de Trazando Surcos.
En esta oportunidad decidí presentarte este artículo porque creo que: a) su contenido no tiene la difusión pública que debiera; y b) el mismo debiera ser motivo de reflexión e interpelación para la mayoría de nuestros compatriotas, sobre lo ocurrido durante el período posterior al aquí descripto.
Espero que el mismo sea de tu interés y, como siempre, te encuentro al final de su lectura.
Hace tan solo un siglo atrás.
Tony Salgado, enero 2023.
“El 12 de octubre de 1922 había asumido la presidencia de la Nación el Doctor Marcelo Torcuato de Alvear.
Habría de ser un gran presidente de un gobierno ejemplar, un revolucionario y, con un justo reconocimiento, un líder republicano.
Era discípulo de Leandro Alem y amigo de Hipólito Yrigoyen desde las trincheras de la lucha por la democracia plena y por la que fue prisionero.
Ese mismo espíritu revolucionario lo mantuvo como presidente de la Nación electo con la promoción de Hipólito Yrigoyen.
Como jefe de su partido (UCR), luchó por el retorno a una democracia plena y con el ejemplo de su gobierno se habría de constituir en una alternativa frente a las dos tendencias que iban desarrollándose y que habrían de culminar en el golpe de 1930, la del fraude conservador y la del nacionalismo católico, cristalizada luego en la Revolución de 1943.
La obra del gobierno de Alvear debió inspirar a los futuros dirigentes políticos en la gestión de los roles del mercado y del Estado.
Durante su mandato la misma se realizó de un modo responsable y equilibrado, pero siempre bajo el imperio de la ley y de la moral pública.
Como consecuencia de ello, entre 1922 y 1928 la Argentina complementó su estructura, hasta entonces basada en la producción primaria, con la introducción de políticas industriales y tecnológicas que fueron pioneras en América Latina.
Así nuestro país llegó a convertirse en la sexta potencia mundial en término de su Producto Interno Bruto per cápita, a la vez que el salario real creció de manera significativa durante su gobierno.
Asimismo, se implementaron importantes normas sociales en favor de los sectores más postergados.
Fue, sin lugar a dudas, un tiempo de auge del nacimiento de pequeñas y medianas empresas y también de la radicación de compañías extranjeras diversificadas de la industria automotriz, química y alimentaria.
Se implementó un arancel del 25 por ciento a la importación de cualquier tipo de producto.
Como resultado de ello miles de automóviles fueron producidos en el país, generándose trabajo para la mano de obra local, y también para la emergente formada por seiscientos mil nuevos inmigrantes que arribaron a Argentina.
En otro orden de cosas se estableció el Impuesto a la herencia y, como consecuencia, su recaudación fue utilizada para mejorar significativamente la educación pública, constituyéndose en un ejemplo para América Latina.
En 1923 se creó el Frigorífico Nacional, luego denominado “Lisandro De la Torre”, para competir con las empresas británicas y estadounidenses que manejaban ese negocio, defendiendo así nuevamente la producción nacional.
Con el asesoramiento y dirección del general de aviación e ingeniero Enrique Mosconi, se desarrolló Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). En 1925, en La Plata, se construyó una de las diez destilerías más importantes del mundo.
El gobierno impulsó asimismo la creación de la marina mercante y de un astillero, con la idea de la fabricación de submarinos.
En 1927 en Córdoba se instaló la Fábrica Militar de Aviones (FMA), cuyas primeras aeronaves vieron la luz al año siguiente.
Fue un tiempo, sin lugar a dudas, de innovaciones realmente asombrosas.
Durante la década de 1920, la Argentina creció más que Estados Unidos, Canadá y Australia.
Desde la perspectiva del federalismo y el desarrollo regional y social, el “Laudo Alvear” fue un sistema de coparticipación mediante el cual los ingenios abonaban al cañero el 50% del valor del azúcar producido. Fijaba, además, una serie de normas acerca de contratación, transporte, recibo, rendimiento y análisis de la caña.
La decencia en la gestión salvaguardó el prestigio del rol del Estado.
Desde el punto de vista del compromiso social se reglamentó el horario de trabajo en los comercios, el trabajo nocturno en las panaderías; y se reguló el funcionamiento de las sociedades cooperativas, además de diversas leyes de profilaxis que fueron promulgadas para salvaguardar a la población.
En términos democráticos, el gobierno de Alvear desarrolló una gestión respetuosa de los partidos y del Congreso, erradicando así el clientelismo y procurando la excelencia en el servicio público.
En lo relativo a la política exterior, se bregó por el prestigio del país en la Comunidad Internacional, desde sus principios humanistas; y frente a las consecuencias de la postguerra y a los desequilibrios surgidos del Tratado de Versalles de 1919. Dicho prestigio se puso al servicio de la solución pacífica de las controversias entre los estados y del derecho internacional.
La Argentina ingresó formalmente a la Sociedad de las Naciones, donde se distinguió por su defensa de la igualdad jurídica y el respeto entre los pueblos.
La visión latinoamericana de la doctrina argentina tuvo su máxima expresión en las Conferencias Panamericanas de Santiago de Chile en 1923 y La Habana en 1928.
En esta última, el presidente argentino determinó que nuestro país consideraba a la Doctrina Monroe como una declaración unilateral de los Estados Unidos, en lugar de una doctrina compartida por todos los países americanos. Así se rechazaba a las intervenciones militares en la Centroamérica.”
Bueno, aquí estoy, tal como te prometí.
En primer lugar, quiero compartir contigo que lo que acabás de leer hizo que, entre otras razones, la Argentina fuera considerada como el “país más promisorio” de América, luego de Estados Unidos, y como la meca para la emigración europea de hace tan solo un siglo atrás.
En segundo lugar, debo aclararte que mis padres, como consecuencia de ello, decidieron abandonar a sus familias en su Galicia natal y llegaron al Hotel de los Inmigrantes en 1930 con una mano atrás y la otra adelante, pero con sus valijas cargadas de ilusiones porque venían a “hacerse la América”
Por último, y a pesar de la obviedad de la pregunta, es poder interpretar ¿qué nos pasó desde entonces? Es virtualmente imposible de creer y entender cómo durante tan sólo cien años hayamos llevado a nuestro país al tristísimo lugar donde estamos hoy. Suena increíble, pero es real.
Creo que la explicación es sumamente compleja y excede el contenido de un artículo, por lo que iré abordándola en nuevas emisiones de Trazando Surcos.
Ahora me gustaría conocer tu honesta opinión con respecto a lo que acabás de leer. Para nosotros es muy importante recibirla para poder desarrollar un círculo de mejora continua en la publicación de nuestros artículos.
¿Si tuvieras que calificarlo entre 1 y 5, donde 1 es muy malo y 5 es muy bueno, qué número le asignarías?
Desde ya, agradezco tu colaboración y espero seguir contándote como un lector de Trazando Surcos de ahora en más.
Te mando un abrazo.
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