Hola, hoy te presento algo de lo que probablemente ya hayas escuchado hablar, pero creo que vale la pena analizar objetivamente sus entretelones.
Las empresas de TI han mostrado un exponencial crecimiento a nivel mundial, al que Argentina ha adherido durante los últimos años.
Comparativamente con las cifras de inversiones que se manejan en los países del primer mundo, los resultados obtenidos por nuestros jóvenes empresarios son, sencillamente, dignos de nuestro mayor reconocimiento.
Aquí te los traigo, y te espero al final para compartir nuestras reflexiones.
Unicornios. ¿Por qué en el país de las crisis constantes florecen tantas empresas de tecnología?
La Nación, Octubre de 2021
Nicolás Cassese
“Las oficinas de Ualá, una fintech argentina (empresa de tecnología aplicada al campo financiero) que acaba de alcanzar una valuación de US$2450 millones, ocupan un exgalpón en Palermo Viejo apenas reconvertido. Un par de mesas alargadas, algunos cubículos vidriados para los que necesitan privacidad y un patio interno, donde los empleados tomaban cerveza los viernes por la tarde cuando el confinamiento impuesto por la pandemia no dejaba mejores opciones, son el escenario donde se desarrolló esta empresa que en apenas cuatro años parecería estar logrando su objetivo de democratizar las finanzas. El lugar es cómodo, pero chico. La empresa tiene 1100 empleados y proyecta llegar a 1500 a fin de este año. Aunque quisieran, no entrarían en su sede de Palermo. Tampoco es la idea. El 80% de los trabajadores, que pertenecen a 14 nacionalidades, se sumó durante la pandemia. Muchos de ellos ingresaron ya con un esquema de trabajo remoto. Ualá creció
demasiado rápido, pero no es la única. En agosto se convirtió en el decimoprimer unicornio fundado por un argentino. Los unicornios son empresas de base tecnológica o vinculadas a las nuevas economías cuya valuación de mercado supera los US$1000 millones. Su proliferación en el país es llamativa. Luego de Brasil, la Argentina es, de lejos, el país de la región con mayor cantidad de unicornios. Entre los dos países concentran el 86% del valor del ecosistema, y la Argentina tiene al líder de la región: Mercado Libre.
Esta pujanza creativa está en tensión con las noticias de los últimos tiempos. La Argentina ha acumulado demasiadas crisis y largas etapas, como la actual, de estancamiento e inflación.
¿Cuál es la explicación para que el país del que tantos jóvenes talentos emigran porque no encuentran un futuro sea la cuna de Ualá y el resto de los unicornios? ¿Las empresas pujantes y de base tecnológica surgen por características especiales de la Argentina o, por el contrario, prosperan a pesar de la Argentina? ¿Es escalable el modelo que plantea la economía del conocimiento? ¿Puede convertirse el desarrollo de tecnología en una gran fuente de trabajo y riqueza exportable?
María Eugenia Estenssoro, periodista, exsenadora y una estudiosa de la economía del conocimiento, habla de una “tormenta perfecta” que se dio en el país. Esto es, un contexto económico hostil que terminó resultando una ventaja al generar resiliencia y capacidad de adaptación en los emprendedores, y una tradición educativa y científica de calidad, que les dio las herramientas para aprovecharlo. Se suma, sigue, la tradición de empresas tecnológicas previas, que sirvieron de ejemplo y contagiaron y, además, el clima de apertura al mundo y a la inversión extranjera que hubo en los noventa, en el que se educaron muchos de los que hoy están al frente de las empresas argentinas de tecnología. “Pero ojo que nos estamos quedando atrás”, advierte. Estenssoro considera que en el país hay una fuga de talentos -el caso de Marcos Galperin, el fundador de Mercado Libre, que se mudó a Uruguay, es paradigmático- y que el “discurso antimercado y antiglobalización” del Gobierno está atentando contra las posibilidades de desarrollo del país. “Los últimos unicornios son excepciones, ya no tenemos esa ventaja tan notable que supimos tener”, se lamenta. Ella misma está en Uruguay investigando a ver si allí puede prosperar un polo de innovación para América Latina. Desde la otra orilla y en su condición de inmigrante -nació en Bolivia y se mudó a la Argentina con su familia a los cuatro años-, mira el contexto político del país “con mucha tristeza”, pero cree que la economía del conocimiento puede ser una salida. “Países que estuvieron mucho más devastados que la Argentina, como Israel, Corea del Sur e Irlanda, lograron progresar gracias a la innovación tecnológica”, dice.
Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor -una fundación que alienta los primeros pasos de los emprendedores y por donde pasaron varias de las empresas que hoy son unicornios-, coincide en la oportunidad que la economía del conocimiento supone para la Argentina, pero también ve luces de alerta. Como muestra, señala lo dificultoso que le resultó organizar, antes de las últimas elecciones, reuniones entre los principales candidatos y los innovadores digitales. “Muchos emprendedores están descreídos y no quieren ir a reuniones con políticos. Y muchos candidatos no tenían ni idea del potencial que tiene el sector”, se lamenta. Pese a esta desconexión, considera que la Argentina sigue siendo un semillero de empresas de innovación tecnológica. “Los unicornios aparecen por la Argentina y también a pesar de la Argentina”, dice al señalar que la resiliencia y el buen nivel educativo son parte del ADN emprendedor local. Además, explica que la Argentina no es un impedimento porque los negocios se plantean, por necesidad, en una escala que excede al país. La coyuntura económica, que suele ser mala, y lo restringido del mercado local hacen que los empresarios que desarrollan tecnología tengan que pensar sus negocios con ambición por lo menos regional y, muchas veces, global. Esto termina siendo una ventaja a la hora de escalar las operaciones. Según el informe Tecnolatinas, que relevó el ecosistema de empresas de base tecnológica de América Latina y el Caribe usando sus valores a fin del año pasado, el 69% de los unicornios brasileños, líder del rubro en la región, se enfocan en el mercado local, una posibilidad permitida por el tamaño de su economía. El caso de la Argentina es el contrario, el foco de la mayoría de sus unicornios es regional y en cuatro casos, Mercado Libre, Globant, OLX y Auth0, apuntan al mercado global.
Mercado Libre es el gran faro que ilumina el camino y genera oportunidades para el resto de las empresas de base tecnológica, además de un gigante. Según el informe Tecnolatinas, la empresa fundada por Galperin estaba valuada a diciembre del año pasado en más de US$80.000 millones, lo que representaba el 84% del valor de todo el ecosistema tecnológico argentino. El crecimiento de este tipo de organizaciones se está acelerando.
Desde su fundación, en 1999, a Mercado Libre le tomó ocho años llegar a la mítica valuación de US$1000 millones. Ualá, en cambio, lo logró en apenas cuatro años. Según un informe de la Asociación Argentina de Capital Privado, las inversiones en el sector se multiplicaron por cinco entre este semestre e igual período del año pasado.
El avance de la tecnología y la maduración del ecosistema son algunas de las razones que están detrás de esta aceleración.
“Hay una primavera de liquidez proveniente de fondos de inversión que miran con especial interés mercados emergentes”, señala Bearzi. Según la revista inglesa The Economist, en los primeros seis meses de este año las startups tecnológicas globales sumaron inversiones por alrededor de US$ 300.000 millones, casi lo mismo que en todo el año pasado. Sólo entre abril y junio, ese dinero hizo que 136 empresas se sumaran al club de los unicornios.
La directora ejecutiva de Endeavor dice que hay que ser cautos y ver cómo decanta el mercado. El riesgo de que se esté gestando otra burbuja como la que se pinchó en el año 2000, cuando se derrumbaron muchas de las empresas pioneras de internet, existe, pero Bearzi no cree que la situación sea comparable. “Es el momento de aprovechar los fondos disponibles que hay en el mundo -dice-. Además, las empresas que hoy están creciendo en la Argentina tienen propuestas de valor sólidas y son organizaciones consolidadas a las que la pandemia les dio un empujón enorme”.
Marta Cruz, cofundadora y directora de NXTP Ventures, un fondo que ya invirtió en más de 200 empresas tecnológicas de América Latina, es contundente: “No estamos en un escenario similar al 2000”, dice. La diferencia, explica, es que las organizaciones que hoy se están beneficiando por la abundancia de fondos trabajaban en la solución de problemas concretos y apuntan a un mercado internacional. En ese sentido, Cruz compara el ecosistema argentino con el israelí. “Los dos -dice- son mercados chicos y amenazados. Por lo tanto, los emprendedores tecnológicos están obligados a tener la ambición de desarrollar una solución exportable”.
“Soja digital”, así llama Pier Paolo Barbieri, el fundador de Ualá a la economía del conocimiento. La analogía de Barbieri -que hizo su carrera de grado y su doctorado en Harvard y, doce años después de haberse ido, volvió al país- hace referencia a que es un producto con facilidades para exportar, generador de dólares y que no necesita de grandes inversiones de capitales extranjeros para desarrollarse. Lo que sí se necesita, dice, son facilidades para atraer capital y crear empresas sin las enormes trabas burocráticas que existen ahora. También es importante que se gradúen más profesionales con las especialidades que requiere la industria. Ualá, se enorgullece, ha sido un gran generador de empleo.
“El año pasado, Mercado Libre y Ualá fueron los mayores creadores de empleo de la Argentina”, apunta Diego Solveira, director de Recursos Humanos de la empresa. Con 48 años y apenas tres años en Ualá, Solveira es un veterano de la empresa. Su legajo es el 46. El crecimiento exponencial de la industria hace que su puesto sea estratégico. El tecnológico es un mercado laboral con mucha competencia por los talentos. Y no solo entre las diferentes empresas: los programadores también suelen trabajar freelance para el extranjero. Además de la posibilidad de generar empresas exitosas, las empresas tecnológicas son una gran salida laboral. Los puestos de ingreso requieren un entrenamiento básico que se puede lograr en un par de meses de educación a distancia, solo hace falta contar con una computadora y acceso a internet, son demandados y pagan bien. En Ualá, un aprendiz de programador arranca cobrando arriba de 100.000 pesos.
Un detalle llama la atención en las oficinas de Palermo Viejo de la empresa. Los únicos adornos son dos fotos enmarcadas de las revueltas de 2001. La más llamativa es la de un hombre con el torso desnudo y la remera a modo de barbijo que arroja una piedra. Atrás, envuelto en humo y gases, aparece el Obelisco. Todo alrededor es fuego, caos, destrucción. “El 2001 me pegó mucho, me marcó la vida”, dice Barbieri. La crisis, explica, lo agarró con 13 años (ahora tiene 34) y fue muy dañina para su familia. “Quise ser historiador económico para poder entender qué le había pasado”, explica.
Cómo se puede potenciar el sector
Eliminar las trabas para atraer capital y crear empresas. Los emprendedores piden mayores facilidades para invertir.
Generar una mayor oferta de profesionales con especialidades técnicas. La economía del conocimiento es una gran generadora de empleo y hay escasez de gente capacitada.
Lograr una mejor comunicación entre los emprendedores y las autoridades políticas. Antes de las últimas elecciones, a Endeavor le costó organizar reuniones entre ambas partes. Antes de las últimas elecciones, a Endeavor le costó organizar reuniones entre ambas partes.
Aprovechar el dinero disponible en este momento de liquidez. Los fondos de inversión en empresas tecnológicas miran con especial interés a las empresas de la región.”
Te debo confesar que la industria de TI es uno de los ámbitos en los que la creatividad, innovación y lucidez de nuestros profesionales, encuentra uno de sus campos más fértiles.
El fenómeno de la globalización y la virtualización, les permite hoy integrarse en eficaces equipos que desarrollan y difunden sus propuestas y soluciones en forma ilimitada. Mis más profundo respeto y admiración a todos ellos.
Me gustaría saber si coincidís conmigo. ¿O que opinión tenes al respecto?
¡Tu opinión me importa!
Gracias por el tiempo dedicado a lectura de este artículo.
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