Tony Salgado
Vecinos
…Viene del Capítulo VI A
Los dos equipos de investigación parten luego para continuar a continuación con las declaraciones y, según lo pautado, vuelven a juntarse a las ocho de la mañana del día siguiente, lo que ocurre con una sorprendente puntualidad.
—Bueno, ayer fuimos a visitar a los vecinos de Chupete Martínez, el preceptor bueno —está reportando el oficial Aguirre—, que lo tuvo que soportar al vándalo de Igor durante toda su carrera. Hubo un cien por ciento de coincidencia en las opiniones de ellos. El hombre, a su edad, sale muy poco a la calle, en especial por las tardes. Dice que es para estirar un poco las piernas y evitar que se le entumezcan. Enviudó hace casi ya diez años y vive solo en un pequeño departamento de una muy modesta construcción tipo chorizo en Chacarita. Las pocas veces que se hace ver, camina lentamente y enfrascado en sus propios pensamientos. Sus vecinos lo saludan y él sonríe por cortesía, pero dudan que realmente sea consciente de la realidad que lo rodea. Según ellos dicen, ha quedado muy afectado por los crímenes de Belgrano y por el hecho de que lo hayan citado a declarar. Tiene todo el aspecto de ser una persona que sería incapaz de matar una sola mosca. Hará un mes atrás o tal vez un poco más uno de sus contadísimos amigos nos contó que se había enterado que alumnos del colegio del que él era preceptor se habían reunido para celebrar las cinco décadas de su graduación. Según refiere esta persona, se puso tenso y notó un brillo especial en sus ojos, pero no hizo ningún comentario. Los días siguientes continuó con sus caminatas vespertinas con total normalidad. Según los vecinos, mejor que no gastemos tiempo en este pobre viejo. Le faltan agallas para considerarlo partícipe directo o indirecto de hechos como los que investigamos.
—Muy bien, oficial. En nuestro caso —es el turno del comisario Chafuén Rey—, junto a la agente Ordóñez, nos dirigimos a interpelar a los vecinos del señor Julio Delmonte y de su esposa Cristina. Según lo que nos manifestaron, a Delmonte lo vieron bastante preocupado y nervioso en las últimas semanas y, por algunos pocos comentarios que les transmitió, se debía a ciertas dificultades económicas que estaría teniendo con su fábrica textil de Garín, aunque dudan de que eso fuera el real inconveniente que tenía. Nos dijeron que se veían frecuentemente con el señor Duchel en la casa de Delmonte y suponen que harían lo mismo en la de su amigo y en algunos lugares de Belgrano, ya que les había transmitido que ese era el barrio de sus amores juveniles. El ingeniero es bastante extrovertido, a decir de los vecinos, por lo que podían conjeturar algunas de sus reacciones. Por ejemplo, que los crímenes lo habían afectado profundamente, en especial el del señor Colombres, aunque a posteriori les confesó que no había sido un santo de su devoción por haberse casado con quién él había profesado una gran pasión en su juventud. Luego de los hechos se lo ha visto bastante deprimido. ¿Me olvido de algo, agente?
—Creo que no, comisario. La única acotación que puedo hacer es que Cristina, según los vecinos, ha mantenido en todo momento una actitud de gran cuidado y hasta sobreprotección de su marido; aún en los mementos más difíciles que la pareja debió atravesar, como la crisis económica de su fábrica en Garín y el reciente bajón anímico luego de los hechos que investigamos.
La rutina se repite al día siguiente a las ocho horas de la mañana en la oficina de la Comisaría 33, en la calle Mendoza, entre las de Vuelta de Obligado y Cuba
—Ayer nos tocó interrogar a los vecinos del doctor Arnaldo O’Lasna y su mujer Clarisa —relata el inspector Joaquín Aguirre—, junto al agente Barboza. Según ellos refieren, se trata de una personalidad bastante compleja. Si bien su actuación profesional no merece ningún tipo de reproches, hasta donde ellos saben, no ocurre lo mismo con su vida privada. Por lo que se desprende de los contactos que pudieron mantener con él, siempre ha sido un alumno muy estudioso y aplicado, tanto en el colegio secundario como en la universidad, por lo que ha obtenido el mejor promedio y la medalla de honor, respectivamente. Es una persona amable y respetuosa y nunca ha dado ningún motivo de quejas por su comportamiento. La complejidad que nos mencionaron proviene, según es notorio, de su actividad amorosa extra-matrimonial. El doctor fue visto en reiteradas oportunidades acompañado por distintas mujeres, a la entrada y la salida de un hotel alojamiento del barrio de Núñez. Debido a la pública notoriedad que los dos trágicos sucesos de Belgrano han generado sabemos, así como también ustedes estén al tanto, que dos de las mujeres son las esposas de sus compañeros del secundario; las señoras Nuria y Susy. Comprenderán que si este tipo de comportamiento es descubierto, será propagado de inmediato por este barrio. Como pueden imaginarse, esto genera en nosotros un sentimiento de repudio hacia el doctor y de compasión hacia su pobre esposa. Con respecto al día de los hechos, lo vimos regresar cerca de las diez de la noche, lo que no acostumbraba a hacer, ya que en general a las ocho ya estaba en casa para cenar junto a su esposa.
—Déjeme aclarar, oficial —agrega el agente—, que más que una sensación de repudio en sus vecinos, lo que yo percibí fue una bronca generalizada por la doble moral que apreciaban en el doctor, la que derivaba en una notable hipocresía, extraña en un profesional como él.
—Perfecto, oficial y agente —dice el comisario, elogiando la participación de ambos—. En nuestro caso, junto a la agente Ordóñez, interrogamos a los vecinos del comerciante deportivo Higinio Turner. El negocio es muy bonito, ya que debe respetar los estándares fijados por el club Ríver Plate para la venta de camisetas y accesorios. Está rodeado de otros múltiples negocios, como zapaterías, supermercados, restaurantes y hasta el propio complejo de cine Arteplex. Es uno de los lugares más concurridos de la avenida Cabildo, ya que frente a él se encuentra una de las bocas de salida de la terminal de la línea de subte “D”, por lo que, a nivel exposición, no puede envidiar a ningún otro negocio. Según las opiniones que pudimos recoger de sus vecinos, al señor Turner lo asiste en el local una joven dependienta que tiene el horario de diez de la mañana hasta las siete de la tarde. Según los entrevistados, incluida la asistente, Turnes es una persona totalmente metódica, que cumple el horario a rajatabla, haga calor, frío, llueve o truene. El alto alquiler que debe pagar no le permite el lujo de mantenerlo cerrado, a menos que sea por cuestiones de fuerza mayor. Su asistente nos confesó que la esposa del fallecido Colombres, Susy, le tenía gran aversión por haber noviado con una de sus amigas del secundario, Agustina, para dejarla luego plantada. Sobre el día de los hechos, los vecinos confirmaron que cerró el negocio como era costumbre, a las siete de la tarde y, según su asistenta, se dirigiría de inmediato a la cancha de papi fútbol, donde tenía un partido a las ocho de la tarde. Verificado el hecho por dichos amigos, sin embargo según sus declaraciones, habría arribado justo a las ocho, para comenzar el partido.
—Mi aporte podría ser, si me permite, comisario —agrega la oficial Ordóñez—, que el señor Turnes demostró luego de los hechos, y según la opinión de su dependienta, una sensación de mayor relajamiento y tranquilidad, compatibles con el hecho de que se hubiese eliminado un problema.
Falta ya solo una semana para Navidad…..
Una vez más, y para finalizar con esta etapa de declaraciones, al día siguiente tienen lugar los últimos reportes diarios de día previo..
—Ayer nos tocó visitar a los vecinos y conocidos de Jorge Espina y su mujer, Nuria—relata el inspector—, tanto de su departamento como en el Casal de Cataluña, del cual ambos eran asiduos concurrentes. Respecto de los vecinos del departamento del matrimonio, hubo plena coincidencia en que ambos eran de un bajo perfil, muy silenciosos y de una escasa comunicación con ellos. Sabían que ambos eran de origen catalán porque de vez en cuando hablaban en este idioma y por algún comentario perdido que Espina les había hecho. Como buen barrio porteño, donde los chismes circulan a gran velocidad, se habían enterado del romance que Nuria mantenía con un respetable doctor, que a la postre sería O’Lasna. Creían que su marido ignoraba esta relación. También estaban al tanto de su interés en las artes catalanas, y que Espina impartía diversos cursos en dicho Casal. Respecto del día de los hechos, el mismo había arribado al hogar cerca de las once de la noche, algo anormal en él, ya que en general lo hacía un par de horas antes. Consultados varios socios de dicho Casal, nadie pudo dar fe de su permanencia en la institución hasta tan altas horas de la noche.
—Mi pequeño aporte, comisario —agrega el agente Barboza—, es que Espina parece un personaje bastante enigmático según sus vecinos; como que en algunas circunstancias está tan enfrascado en su mundo interior, probablemente disfrutando de piezas musicales, que está desconectado del medio ambiente en el que vive.
—Han hecho muy buenos relevamientos, señores oficial y agente —un nuevo cumplido por parte del comisario—. Verá, en el caso de la agente Ordóñez y mío, hemos conversado con las personas que conocen bastante más que nosotros, a la señora Susy, viuda de Colombres. A pesar de la terrible circunstancia que la misma está atravesando en esto momentos y que las opiniones que respecto de ella tienen sus vecinos y conocidos, hemos tratado de separar la paja del trigo y analizar objetivamente lo que recogimos. Se trataba de una pareja aparentemente muy feliz, en la que la esposa acompañaba a su marido en su vida deportiva en el Belgrano Athletic, y que se llevaban bien entre ellos y con quienes los rodeaban, entre ellos los vecinos y socios del club. No acertaba a entender qué había ocurrido, porque no deseaba el mal de nadie, tal como dieron su certeza todos los entrevistados en el barrio y en club. El crimen, para todos ellos, había sido un error del destino. Ricardo no era la persona indicada.
—Si me permite, comisario —agrega la agente Ordóñez —, en las reuniones creí haber percibido una cierta aversión de un par de vecinos hacia el señor Belmonte, cuando usted les preguntó si sabían si Colombres tenía alguna persona que pudiera desearle su mal.
—Gracias agente por recordármelo. Había omitido ese detalle.
Habiendo concluido de este modo la etapa de los testimonios de los sospechosos y las declaraciones ampliatorias de quienes tuviesen un mayor conocimiento de ellos, la investigación debería entonces continuar con un análisis más profundo de aquellos quienes, a juicio de los investigadores, tuvieran una mayor probabilidad de ser los autores materiales, intelectuales o ambos, de los dos crímenes.
Esta nueva etapa debería incluir un breve resumen sobre lo recogido para cada sospechoso; la decisión de profundizar o descartar a cada uno de ellos, y la formulación de las hipótesis y las tesis a ser desarrolladas y probadas hasta el esclarecimiento total de los hechos.
—¿Qué piensa del caso, oficial Aguirre? —el comisario quiere saber la opinión de su subalterno—. ¿Le parece que hemos dado todos los pasos correctos o hemos dejado algunos cabos sueltos?
—Es muy difícil saberlo, señor. Sobre todo con la complejidad y cantidad de opciones que estamos manejando. Lo único de lo que estoy seguro es que lo estamos haciendo del modo más profesional posible. El tiempo dirá…
—Tranquilo, oficial, vamos a salir airosos de esto.
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