top of page

Cinco décadas (II A de VIII)

Foto del escritor: Tony SalgadoTony Salgado

Tony Salgado

 

 


El rencuentro


La escena trascurre en Buenos Aires en noviembre de 2013. Han pasado cincuenta años, nada menos, desde la graduación de los jóvenes del Colegio Nacional. La mayoría de ellos tiene ahora sesenta y siete años.    

Como era previsible, casi todos ellos han seguido rumbos diversos, tanto dentro del país como en el exterior y, solo en muy contados casos, algunos han mantenido un contacto frecuente entre ellos luego de la despedida del colegio.

Merced al advenimiento de internet y las redes sociales, dos de los ex alumnos, Julio Delmonte y Arnaldo O’Lasna, quienes se siguieron contactando aunque muy esporádicamente, se han tomado el trabajo durante el último año de buscar en las redes a sus compañeros hasta encontrarlos y, gracias a su esfuerzo, han hecho posible que la gran mayoría haya estado de acuerdo en juntarse en un restaurante de Belgrano para celebrar las cinco décadas cumplidas desde sus egresos.

De los veintinueve jóvenes de entonces, pudieron localizar a veinticuatro, de los que seis viven en el exterior y dos sufren dolencias, uno de ellos un Alzheimer serio, que les impiden movilizarse fuera de sus hogares; por lo que podrán asistir al particular evento dieciséis ex alumnos. De los cinco que no han podido localizar, saben que tres han fallecido y de los otros dos, solo Dios conoce qué ha sido de ellos.

 

Durante estas cinco décadas, Argentina ha experimentado transformaciones en muy diversos ámbitos, no todas en la dirección que muchos de ellos hubieran esperado que ocurriesen. De todos modos, como fieles representantes de la ciudadanía nacional, los ex alumnos han tenido que irse adecuando a las realidades circunstanciales que les tocó atravesar.

Veamos entones que ocurrió en Argentina durante este período.

Con la llegada al poder de Arturo Illia en 1963, continuó la etapa desarrollista inaugurada por Frondizi, fomentándose la industria nacional, se destinó el 23 % del presupuesto nacional a la educación y se encargaron importantes obras públicas. Sin embargo los empresarios disminuyeron sus inversiones productivas, lo que provocó un aumento de la desocupación récord y agudizó las tensiones sociales. La CGT aprobó un «Plan de Lucha», registrándose más de once mil fábricas tomadas, creando una reducción de la producción industrial del 7% anual. La Sociedad Rural y la Unión Industrial se unieron para atacar el déficit del Estado, los controles de precios y de cambio, y la ineficiencia. Los diarios nacionales y extranjeros acusaron al presidente, a quien se lo representaba como una tortuga,  y a su gabinete de lentitud e inactividad; y en 1966 fue depuesto por un régimen militar.

Las dictaduras de Onganía, Levingston y Lanusse habrían de extenderse a partir de entonces durante siete años, hasta 1973.

La de Onganía comenzó con una política de austeridad y su ministro de Economía Krieger Vasena aplicó fuertes medidas de corte liberal. La supresión de medidas proteccionistas perjudicó a muchos productores, con lo que el PBI cayó un 2% y aumentaron los precios. Hubo una devaluación del 40 %, disminuyendo las producciones agrícola e industrial y las reservas, aumentando la importación de combustibles y la dependencia extranjera de insumos. Muchos sectores resultaron perjudicados y los indicadores económicos fueron altamente negativos. Los sectores rurales y los empresarios nacionales sufrieron la falta de protección y la tasa de inflación llegó al 76%. En 1969 estalló el “Cordobazo”, un  movimiento de estudiantes universitarios y sindicatos de las principales automotrices. Huelgas generales, salida de capitales extranjeros y la inflación crearon una crisis económico-social en 1970, que provocó la caída de Onganía y la asunción de Levingston.   

Con él, la dictadura cambió el rumbo económico, abandonando los postulados liberales y retomando el desarrollismo. Su ministro Aldo Ferrer se basó en fuertes inversiones en obras públicas de infraestructura, impulsó a la sustitución de importaciones, mejoras en los salarios y reducción de la desocupación. ​

Paralelamente, Perón presionaba al régimen militar para que finalizara el gobierno de facto. Finalmente, en marzo de 1973 se convocó a elecciones libres, ganadas por el Partido Justicialista, lo que habilitó en junio de ese año el regreso del líder del exilio.

En 1973 fue elegido Cámpora, en el inicio del Tercer Peronismo. Creó el Pacto Social, la inflación se redujo y los salarios reales se recuperaron un poco. El incremento de los salarios y la expansión del gasto público alentaron la actividad interna.

Tras unos meses, nuevas elecciones llevaron al poder a Perón con el 62% de los votos. Su ministro mantuvo el "pacto social" y los salarios reales promedio fueron 50 % mayores a los de 1963. Se dio un nuevo impulso al comercio exterior ampliando la flota mercante, se inauguró Central nuclear Atucha I y comenzó con la central Embalse I. En 1974 la inflación y el desempleo habían caído, pero el Mercado Común suspendió la compra de carnes argentinas. La política exterior argentina buscó ampliar los intercambios y las relaciones económico-comerciales. ​

Luego de la muerte de Perón en julio de 1974, asumió la presidencia su esposa María Estela Martínez de Perón, jaqueada por la presión de los sindicatos. Su ministro aplicó una fuerte devaluación y si bien el país era casi autosuficiente en petróleo, la crisis de sus precios impactó negativamente en la balanza financiera, aumentando la necesidad de su importación.

En 1976 dio comienzo la última dictadura cívico militar del país, asumiendo el general Videla como presidente. El plan económico neoliberal fue diseñado por su ministro Martínez de Hoz fue un desacierto, haciendo que la deuda externa trepara de cinco mil a sesenta y cinco mil millones de dólares, generando varias hiperinflaciones. Las políticas económicas de extrema regulación fueron catastróficas para la economía argentina, produciendo la declinación de la actividad industrial, la concentración de la riqueza y el deterioro de la calidad de vida que la población había alcanzado a mediados del siglo XX. Grandes empresas industriales, como General Motors, Peugeot y otras, cerraron sus plantas. Durante este período se produjo la más cruenta represión militar de la historia, en la que fueron asesinados y “desaparecidos” miles de personas, una herida que aún hoy sigue sin cerrar. En medio de una profunda crisis económica y una corrida bancaria, renunciaron el presidente de facto Videla y Martínez de Hoz, asumiendo como presidente el genela Viola y como ministro de Economía Sigaut, que dispuso una nueva devaluación y desdobló el mercado cambiario dividiendo las operaciones con tipo de cambio financiero o libre de aquellas con otro comercial, mientras los precios aumentaban 155 %. El resultado de estas medidas fue profundizar la recesión con alta inflación. ​

En 1983 se produjo el ansiado retorno a la democracia, asumiendo Alfonsín como presidente. La situación económica y social era realmente desfavorable, interna y externamente. En 1982 estalló la crisis de la deuda latinoamericana ante la moratoria de México y la negativa de los acreedores a refinanciar, así como la exigencia de que se cancelara con los activos de los Estados deudores. Para América Latina, la década de los ochenta fue conocida como la década perdida. Alfonsín recurrió al esquema utilizado con éxito por Illia 20 años antes. Su ministro  Grinspun y parte de sus colaboradores habían sido parte de él. Se consideraba que la vigencia de las instituciones democráticas garantizaba que la economía respondiera a las necesidades de la población. “Con la democracia se come, se educa y se cura”. En 1985 reemplazó a Grinspun por Sourrouille para atacar frontalmente la inflación y reseteara la economía, comenzando con el Plan Austral, por el que se creaba una nueva moneda, el Austral, se congelaban todos los precios y se establecía un mecanismo para desindexar los contratos. Fue un plan no monetarista resistido por el FMI y por los grupos agropecuarios y financieros y sus periodistas mediáticos. Funcionó bien durante dos años y jugó un importante papel en el amplio triunfo electoral del radicalismo de 1985. Sin embargo, la inflación volvió a subir y los precios relativos de cada sector se afectaron, con gran caída de los precios de los productos de exportación.  El justicialismo decidió entrar en acción y revalorizar al Partido político. Se produjeron rupturas y nació la Renovación Peronista, bajo los liderazgos de Cafiero y Menem.

En 1987 se inició una asonada militar en Campo de Mayo. Después de varias escaramuzas, Alfonsín decidió ir personalmente y los sublevados depusieron su actitud, con lo que anunció "la casa está en orden". Pero el alto endeudamiento externo e interno, estancamiento, escasa inversión en bienes de capital e infraestructura y un grave desequilibrio fiscal le jugaron una mala pasada. La inflación, que en enero de 1989 era del 387%, habría de terminar el año con el 3079%. En junio había anunciado que adelantaba el traspaso de mando para ese mes, a manos del presidente electo, Menem.

Este debió enfrentar una economía en crisis con hiperinflación y una profunda recesión. Para esto introdujo reformas liberales, desreguló la economía, redujo cupos, aranceles y prohibiciones de importaciones, estableció la libertad de precios y se produjo la privatización de numerosas empresas estatales. En 1991 su Ministro Cavallo estableció la Ley de Convertibilidad en la que un dólar valía lo mismo que un peso y restringió la emisión de billetes para financiamiento del Estado. La estabilidad lograda durante su primer mandato lo impulsaron a su reelección en 1995. La mejora fiscal sirvió para lograr el acuerdo con los acreedores externos. En 1998 la pobreza afectaba al 36 % de la población, especialmente en el noroeste, nordeste y Cuyo. Aumentó el desempleo y el subempleo, los despidos masivos en las empresas públicas privatizadas y la terciarización de actividades.

A fines de 1999 asumió el presidente De la Rúa, en medio del deterioro de la situación económica del país, de serios problemas en materia educativa y sanitaria, y de una dirigencia política con muy mala imagen pública. La inestabilidad económica provocó constantes cambios de ministros de economía, siendo el último el mismo Cavallo, quien creó el impuesto al cheque y un recorte en los haberes previsionales y del salario de empleados estatales, pero aumentó el desempleo, la pobreza y el riesgo país. La desconfianza en el sistema financiero produjo fuertes retiros de depósitos bancarios, generándose el “corralito” y creando la crisis que desembocó en la renuncia presidencial.

En una semana existieron tres presidentes interinos hasta que Duhalde fue elegido formalmente. Su ministro Remes Lenicov devaluó el peso y estableció una pesificación asimétrica de depósitos y deudas. En 2003 comenzó un ciclo formado por las presidencias de Kirchner y su esposa Cristina Fernández, que aún continuaba en el año 2013. Este ciclo estuvo caracterizado por una recuperación económica inicial, aunque recién en 2010 se lograba recuperar el nivel de ingreso per cápita de 1998. Se realizaron dos reestructuraciones de la deuda pública, con un importante descuento de la misma. El ciclo resultó oscurecido por constantes denuncias de corrupción.  A la muerte de Kirchner en 2010, la ya entonces presidente Fernández fu reelecta en 2011, continuando con políticas expansionistas y un aumento sostenido del gasto público que generaba un importante déficit en relación al PBI. 

 

Mientras esto ocurría en Argentina durante el último medio siglo, el ámbito internacional también  había sufrido profundas trasformaciones, entre las cuales podríamos citar los siguientes eventos:

En las décadas de los ’60s y ‘70s el hombre llegó a la Luna, continuó profundizándose la guerra árabe israelí, fueron asesinados el presidente Kennedy y luego su hermano Robert, Martin L King y el Ché Guevara; se celebró el festival Woodstock; la banda terrorista ETA perpetró varios atentados fatales; se amplió exponencialmente la capacidad y velocidad de los microprocesadores; Watergate obligó a dimitir a Nixon; murió Franco y fue coronado Juan Carlos I; Se fundó Microsoft; terminó la guerra en Vietnam; comenzó otra entre Irán e Irak; y fue asesinado John Lennon en 1980.

Las dos décadas siguientes (80 y 90) fueron escenarios del ataque a Juan Pablo II; los asesinatos de Anwar el Sadat, Indira Gandhi y Olof Palme; la guerra de las Malvinas; la creación de la Unión Europea; la catástrofe de Chernobil; el desastre financiero de las Bolsas; el fin de la guerra irano-iraquí; la invasión de Kuwait por Irak; la caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania; la liberación de Nelson Mandela y la abolición de las leyes del Apartheid; la Exposición de Sevilla y las Olimpíadas de Barcelona; la inauguración del Eurotúnel; la muerte de Lady Di en un accidente y la de la Madre Teresa de Calcuta.

Finalmente el nuevo milenio, hasta el 2013, presenció el ataque terrorista a las torres gemelas y al Pentágono; la guerra en Afganistán; la entrada en circulación del euro; la invasión de Irak por Estados Unidos e Inglaterra; el desastre ecológico frente a las costas gallegas; el atentado de Atocha; la continua expansión de la Unión Europea; el huracán Katrina sobre Nueva Orleáns; el asesinato de Benazir Buuto en Pakistán; y la quiebra de Lehman Brothers, dando inicio a una crisis económico-financiera mundial de gran envergadura.

 

El restaurante de Belgrano elegido ha sido Zurich, que está en la esquina de Cuba y Echeverría, en diagonal a la Plaza Manuel Belgrano, donde Julio Delmonte y Arnaldo O’Lasna han reservado dos mesas de ocho personas cada una para alojar a los dieciséis ex alumnos que han comprometido su presencia. La cita ha sido para el viernes 11 de octubre a las 20 horas. El restaurante está abierto hasta las primeras horas de la madrugada, por lo que hay tiempo más que suficiente para tratar de cubrir el vacío de experiencias comunes que tuvo este último medio siglo.

Luego de esperar a que llegue el último a las ocho y veinte y de que se saludaran después de tantos años y de reconocerse, que no ha sido nada sencillo en muchos casos, los asistentes se dividen en los dos grupos para tomar asiento, en medio de bromas y cargadas.

Los ocho que identificamos al comienzo del libro, por voluntad propia, han decidido sentarse juntos a una de las mesas.  

 

Continuará en el Capítulo II B de VIII…

 

 
 

Comments


bottom of page